Los perros: dilemas existenciales en una gran obra de Nelson Valente
Brillantes trabajos interpretativos de Melina Petriella, Patricio Aramburu, Claudio Rissi y María Fiorentino
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Autor y director: Nelson Valente. Intérpretes: Claudio Rissi, María Fiorentino, Melina Petriella y Patricio Aramburu. Escenografía: Rodrigo González Garillo. Vestuario: Betiana Temkin. Iluminación: Sebastián Blutrach. Sala: Teatro El Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857. Funciones: viernes, a las 20; sábados y domingos, a las 20.30. Duración: 80 minutos.
¿Es esta la vida que quiero vivir o me arrastraron las circunstancias? La pregunta, ineludible para muchas personas en algún momento de su existencia, es el eje temático de la obra Los perros, escrita y dirigida por Nelson Valente y que se estrenó en el teatro El Picadero. Con el espíritu de un Chejov contemporáneo, la pieza sintetiza la repetición de la vida cotidiana en una cena de cumpleaños: las mismas anécdotas, la conversación superficial y la negación, hasta que alguien decide plantear ¿y si nuestros días pudieran ser de otra manera?
El estreno de este espectáculo en una sala que siempre está en los límites entre lo comercial y algunos intentos de experimentación es una decisión que merece reconocerse: la obra le escapa al lugar común, mantiene un interesante nivel de sutilezas en los relatos y en la manera de vincularse de los personajes, y no por eso carece de momentos divertidos, en los que la tensión de este encuentro entre una pareja y los padres de uno de ellos muchas veces termina en reacciones explosivas y muy reconocibles en las dinámicas familiares, como hablarse por detrás, hacer caras, responder con comentarios irónicos.
El director plantea el concepto “el alma oscura de la cotidianeidad” y se evidencia en esas cenas en las que se llenan los espacios y nadie dice lo que realmente piensa. Pero de pronto un punto de inflexión, alguien grita basta y estallan contundentes monólogos de los cuatro personajes, interpretados con mucha pasión y detalles por Claudio Rissi, María Fiorentino, Melina Petriella y Patricio Aramburu. Mientras el tono del espectáculo se va cargando con silencios, expresiones, miradas cruzadas, llega el momento del desborde en el cual cada uno hace explícita la alienación en la que viven. ¿Me hace feliz mi trabajo? ¿Esto era lo que deseaba para mí? ¿Qué opinaría mi yo de 18 años del hombre en el que me convertí? ¿Somos conscientes de que nos vamos a morir? ¿Es necesario seguir aparentando? Los actores desarrollan todas esas ideas a fuego lento y la tensión que se construye en el escenario es evidente y poderosa.
Para el final queda latente la pregunta sobre si se pueden evadir las trampas de la vida doméstica y la sociedad de consumo: “Cuando estoy triste, me compro algo”, dice uno de los personajes. ¿Se pueden romper estos ciclos? Ya lo escribió Beckett: “El aire está lleno de nuestros gritos, pero la costumbre los acalla”. Los perros es un ejemplo de esta fatalidad.
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