Los monstruos: la obra de la que todos hablan
El último trimestre del año cierra con grandes noticias para la escena porteña. Una obra nacida de la Bienal de Arte Joven, iniciativa del gobierno porteño para convocar y apoyar proyectos de artistas noveles que desde hace años descubre talentos, se ha convertido en el suceso teatral del momento: Los monstruos.
La ópera prima de Emiliano Dionisi -como autor y director-, y de Martín Rodríguez -como autor de las canciones y director musical- cosecha elogios, premios y salas llenas desde su estreno en El Picadero hace más de un año. Esta semana alzaron el Hugo de Oro, y otros seis premios (musical, dirección, libro, letras, actor y actriz), cuatro Florencio Sánchez y están nominados al Ace. Si empezaron tímidamente con funciones sólo los miércoles, tuvieron que sumar otra fecha: agotan localidades cada lunes y miércoles, a las 20.30.
Los fenómenos teatrales a veces responden a razones caprichosas o inesperadas. No es este el caso. Las historias sobre padres e hijos han colmado en los últimos años la cartelera y se han vuelto un modelo casi esquemático -que García Wehbi condena con la etiqueta "teatro de living"-. Si Los monstruos habla de eso, su mérito es haber encontrado otro esquema. No conmueve sino que perturba, incomoda. Dos actores brillantes encarnan dos historias que sacan risas y paralizan el corazón: Natalia Cociuffo es una madre que le habla a su hija; Mariano Chiesa, un padre que le habla al suyo. No hay un living. Hay un espacio cuadrado, abstracto, múltiple. No hay un conflicto, hay muchos, hay violencia discursiva, y niños de por medio. Los niños están afuera, aludidos, evocados, porque los monstruos están en escena. Y a los niños, en general, les dan miedo los monstruos pero, a veces, los padres también.