Los Macocos cumplen 30
Vuelven a reunirse los actores de este emblemático grupo teatral que, en los años 80, tenía centenares de jóvenes seguidores; la fiesta del aniversario, en dos funciones
Se conocieron en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático y completaron su formación en El Parque, el taller que, en San Telmo, conducían Los Volatineros Julian Howard, Roberto Sáiz y Alberto Catán. Los Macocos (Marcelo Xicart, Daniel Casablanca, Gabriel Wolf, Martín Salazar) conmemoran en esta temporada 30 años de su nacimiento y decidieron celebrarlo en el teatro Astral reponiendo, en solo dos funciones, uno de sus espectáculos más exitosos, La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi.
Hace unos cinco años que no trabajan juntos, aunque cada uno de ellos se proyecta en el teatro local ya sea como director o actor dentro de los circuitos alternativo, oficial o comercial. Martín Salazar estaba haciendo temporada en Mar del Plata, en Vale todo. Promediaba el mes de febrero y su aburrimiento era mucho, confiesa. De repente recordó que el grupo cumplía 30 años. Inmediatamente compartió con sus amigos las ganas de festejarlo. No podían crear un nuevo espectáculo, pero sí recuperar alguno de los realizados. Le comentaron la idea al productor Gabriel García y él decidió acompañarlos en el proyecto. Todo se puso en marcha.
Los Marrapodi (así sintetizan el nombre de su creación), una experiencia que estrenaron en 1998 en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín y que mantuvieron en cartel durante dos años, fue el material elegido porque, según afirman: "Es un espectáculo muy probado, muy efectivo y nos gusta mucho hacerlo".
La obra muestra la historia de una familia de artistas, con cualidades muy similares a las de los Podestá, que repasa aspectos de la historia del teatro popular rioplatense de una forma muy delirante. Cuando la crearon, el grupo estaba entre dos propuestas. Armar un espectáculo cuyo tema central fuera el fútbol o hablar de la historia del teatro. Le llevaron el proyecto a Ernesto Schoo, entonces director del San Martín, y él aceptó la segunda opción.
Los inicios
La banda de teatro Los Macocos, al poco tiempo de su aparición, se convirtió en uno de los grupos más destacados del circuito off con una convocatoria de público joven muy notable. Todo empezó en 1985 con un espectáculo, Macocos. Entonces eran sus integrantes Daniel Casablanca, Martín Salazar y Joaquín Romero. Un año después se conformó el grupo actual. Por entonces se definían como una banda que "no hace teatro sino que lo deshace". El humor siempre fue el eje de sus experiencias y, si bien al comienzo utilizaban mucho el sketch (una herramienta habitual entre los nuevos creadores de los años 80), poco a poco, fueron desarrollando dramaturgias más elaboradas.
La rebeldía de la época los llevaba a intentar quebrar ciertas tradiciones teatrales pero, tal como explica Gabriel Wolf, "Los Volatineros y Francisco Javier son quienes nos marcaron con fuerza. Ahí está el germen de nuestro trabajo. Con la movida de El Parque y con maestros que nos inculcaron la autogestión y que si no tenés sala, armás el número y lo mostrás en cualquier lado. No hay límite para producir teatro".
Con esas premisas comenzaron a entrenar de lunes a sábados, cinco horas diarias. "Eso nos dio una gran efectividad a la hora de crear. Eran días de investigación, de experimentación. Entonces sólo hacíamos una o dos funciones por semana. Pero cuando entramos al circuito oficial o al comercial nos resultó muy fácil hacer cuatro o cinco funciones semanales", cuenta Marcelo Xicart.
La creación
Sumamente defensores de la tarea grupal reconocen que el movimiento del que formaron parte fue definitorio en sus carreras. Entonces era compañeros de ruta de La Banda de la Risa, El Clú del Claun, Gambas al Ajillo, Los Melli, La Organización Negra. Ellos eran los más niñitos pero no los menos intensos. "Lamentablemente no volvió a repetirse un movimiento de aquellas características, tanto estéticas como grupales -reflexiona Daniel Casablanca. Me da pena que el trabajo grupal no sea hoy más fuerte. Realmente es muy interesante la tarea en equipo. Empezás a entender que la idea de uno se mejora con la idea del otro. La labor colectiva te hace crecer. En verdad, en nuestro trabajo, encontrábamos una poética que no se correspondía con los textos de la época. Nos resultaba más fácil escribir los espectáculos que usar obras de otros autores. Cuando comenzamos, además, no había muchos dramaturgos de nuestra generación. Después de la dictadura aparecieron textos de protesta, oscuros, y a nosotros eso no nos interesaba. Llegamos a Continente viril (pieza de Alejandro Acobino) 20 años después, y a un texto político." Por su parte, Salazar agrega: "Lo nuestro siempre fue político. Una ideología atravesó todos nuestros trabajos. Y en algunos fuimos muy críticos, como en Macocrisis o Adiós y buena suerte", experiencias en las que cuestionaban muy duramente a la clase media argentina en tiempos neoliberales.
Con esta última propuesta, que estrenaron en el Centro Cultural Rojas, pasaron al teatro comercial (Alfil) y la sorpresa fue mucha cuando descubrieron que lograban ampliar el público. Si en un comienzo los espectadores eran muy amigables (en los años 80), luego movilizaron a un ambiente más trash así lo define Salazar, más duro (la década del 90) y cuando entraron en el teatro oficial y comercial comenzó a verlos otro tipo de gente. "Lo bueno es que descubrimos que nuestro producto se cotejaba con diferentes formatos de público y se sostenía", analiza Xicart.
La novedad actual es que hoy algunos espectadores de la primera época llevan a sus hijos a ver a Los Macocos, que estudiantes de Ciencias Sociales o Letras trabajan sobre sus textos y que tanto en Timbre 4 como en Andamio 90 los alumnos hacen muestras de trabajo con textos como Los Marrapodi o Los Albornoz (obras publicadas en Teatro Deshecho, Editorial Atuel).
La ausencia de productores
Martín Salazar, quien últimamente participó en el music hall Salsa criolla, junto a Enrique Pinti, hace una acotación que resulta muy interesante a la hora de analizar ciertos mecanismos que han tenido los productores en la Argentina respecto del denominado teatro alternativo. "Cipe Fridman o Lino Patalano -dice funcionaron como grandes productores de los nuevos cómicos que aparecieron en los años 70 (Antonio Gasalla, Carlos Perciavalle, Edda Díaz, entre otros). Nosotros formamos parte de esa generación que no tuvo productores: Los Melli, las Gambas al Ajillo, El Clú del Claun." Su discurso lo detiene Daniel Casablanca cuando afirma, a modo de homenaje: "Leopoldo Sosa Pujato aglutinó gente en el Rojas y fue un disparador de proyectos muy importante. Ernesto Schoo aceptó Marrapodi y luego Kive Staiff nos produjo en el San Martín". Marcelo Xicart se acopla al tema refiriéndose a una problemática actual de los teatristas: "Los chicos que hacen teatro ahora tienen muy claro el tema de los subsidios. Antes no existían y tampoco había tantas salas como hay ahora".
Tiempo de festejar
Para ellos volver a juntarse es una fiesta. Comentan que los ensayos son "más risas que gags", que "hay más anécdotas que tiempo de trabajo". Cuando se separaron, en 2010 aproximadamente, algunas situaciones parecieron ser determinantes para que el equipo comenzara a distanciarse: Marcelo Xicart decidió alejarse, la muerte de Javier Rama, director de buena parte de los espectáculos, produjo una gran desolación entre ellos y, tal vez por eso, comenzaron a encontrar muchas dificultades para armar nuevas propuestas.
La banda se fue dispersando. Pero hay una historia común, muy fuerte, que los obliga ahora a reencontrarse para festejar, divertirse y divertir a tantos espectadores que durante años siguieron sus aventuras humorísticas. Hay algo mucho más interesante que les está pasando. Técnicos, vestuaristas, que participaron de sus espectáculos en distintas épocas, han decidido acompañarlos en las funciones del Astral. Algo bello e inusual.
Ese padrino de lujo
Muy pocos lo saben, pero Los Macocos lo destacan con fuerza y admiración. Ellos tienen un padrino, Jorge Maronna (Les Luthiers), que los viene acompañando hace años en sus proyectos. No sólo les da consejos, sino que los desalienta con altura, claro, cuando no hacen las cosas bien. Por ejemplo, después de una improvisación fallida, puede decirles: "No, pobre público. No le hagan eso." Él los ayuda a escribir, los corrige. Ellos lo definen como un ser muy riguroso, muy sabio en cuestiones humorísticas. El mismo Maronna fue quien, a la hora de la elaboración de Los Marrapodi, los obligó a acotar el tema. Macocos pretendía trabajar sobre la historia del teatro universal, Maronna los condujo al teatro nacional y de ahí al segmento "género popular". El éxito del espectáculo le dio la razón.
Historia macocal
- Macocos (1985)
- Macocos chou! (1987)
- Macocos, mujeres y rock (1989)
- Macocos, adiós y buena suerte (1991)
- Guiso de Macocos (1993)
- Macocos: geometría de un viaje (1994)
- Diez días por diez años (1995)
- Macocrisis (1996)
- La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi (1998)
- Androcles y el león (1999)
- La fábula de la princesa Turandot (2001)
- Los Albornoz (delicias de una familia argentina) (2001)
- Continente viril (2003)
- Super crisol open 24 horas (2005)
- Don Quijote de las pampas (2007)
- Don Juan de acá (2008)
- Pequeño papá ilustrado (manual deformación) (2009)
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