Los cuentos de la infancia
Como buena mamá actriz que es Cristina Banegas, cuando su hija Valentina se iba a dormir le contaba cuentos con personajes fantásticos e historias ingeniosas que salían de su imaginación. Cuando advertía que la historia era buena, corría al papel y los apuntaba. Fueron el bosquejo inicial de una serie de cuentos infantiles que escribió a principios de los 70.
Ahora, Valentina Fernández de Rosa es mamá y hace algún tiempo recordó particularmente uno de los cuentos de la infancia, al que llamaron "El país de las brujas". Era la historia de una brujita que, desde el primer momento en que nace, se empieza a rebelar. Ella quiere ser buena y usar la escoba sólo para barrer. Por eso causa algunos inconvenientes en el mundo "brujeril" y es desterrada al Bosque Encantado.
Aquellos cuentos para irse a dormir pasados al papel sirvieron como guiones para "Chiripitifláuticos", un clásico programa infantil que dirigía su padre, Oscar Banegas, en España. "Después de ser un cuento estricto, «El país de las brujas» pasó a ser un guión para un ciclo de la televisión española que nunca se hizo. El área de teatro infantil estaba muy desarrollada en la Argentina con las obras de Roberto Aulés, María Elena Walsh, Leda Valladares y Hugo Midón; entonces, a él se le ocurrió hacer un ciclo de teatro para chicos en la TV. Pero no salió. Hace dos años más o menos, mi hija Valentina lo recordó y me conminó a que volviera a leerlo", recuerda Cristina Banegas.
Valentina se lo "tradujo al argentino" y lo presentaron en un concurso que no ganaron. "La obra tuvo un periplo bastante curioso. Como lo que solemos hacer los que trabajamos en forma independiente: la pasamos en limpio, se corrigieron cosas y se trabajó mucho en los ensayos. Hubo mucho aporte a la dramaturgia de la obra", explica Banegas. Según cuenta, en aquel entonces estaba programada para estrenarse en el San Martín, ya que Adelaida Mangani se interesó en el material. En esa etapa conoció a Daniel Spinelli, con quien codirigió la obra. "Después hubo algunos desacuerdos por problemas de producción. La propuesta era que se hiciera sólo con títeres y la idea nuestra era mixta, también con actores, porque hay que cantar y moverse en el espacio. Entonces, decidí retirarla porque podría perjudicar la calidad del trabajo", recuerda la autora.
El periplo continuó hasta que recayeron en el Teatro Nacional Cervantes, donde la estrenaron con gran éxito durante estas vacaciones de invierno. Pero valía la pena: su deseo de que Valentina volviera a la actuación era muy fuerte y tenía que acompañarla en este interés que renacía. Hacía años que se dedicaba sólo a la docencia teatral con niños y adolescentes.
"Fue un proceso largo. Estuvimos ensayándola más de un año. Pero eso nos permitió hacer un trabajo de una gran complejidad. Tiene una superposición de planos narrativos que lleva mucho laburo. Estoy contenta con el resultado, aunque el teatro tiene condiciones técnicas muy precarias", explica.
No sabe si continuará la veta del teatro infantil, aunque dice disfrutar muchísimo el círculo de la vida. Sus nietos -Sofía, de 13 años, y Martín, de 8- revolotean por el escenario del Cervantes disfrutando de la trastienda de los cuentos que fabricaron mamá y la abuela.
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