Los contrapuntos del GAM, el mayor centro de las artes escénicas de Chile
Mientras en Santiago se cierran salas alternativas, el Estado construye una gran sala a un costo de inversión de 64 millones de dólares y cuya programación dependerá de los acuerdos con productores privados
SANTIAGO.- El GAM, Centro Gabriela Mistral, es el gran faro y la fábrica de las artes escénicas de Chile. Está ubicado en pleno centro de Santiago y desde su fundación, en 2010, le cambió la cara al barrio, el ciudadano lo hizo suyo y se transformó en la caja de resonancia de la actividad escénica. Allí estrenaron obras propias los argentinos Pablo Rotemberg, Lola Arias y Santiago Loza; y se presentan las de los grandes creadores del mundo. Por sus patios internos circulan las distintas comunidades de danza urbana junto a músicos y artistas de street art que forman parte de ese millón de personas que, el año pasado, pasaron por sus salas, los espacios de exhibición, los talleres o el bar del GAM.
Está ubicado en un predio de enorme carga simbólica. Allí, el gobierno socialista de Salvador Allende construyó el Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral. La dictadura de Pinochet lo transformó en un centro de operaciones de un plan macabro. En 2006, ya en tiempos democráticos, un incendio destruyó el edificio histórico. El primer gobierno de Michelle Bachelet decidió construir el actual centro para devolvérselo a la ciudadanía.
Hasta el año pasado, el director de programación y audiencias fue el prestigioso crítico Javier Ibacache. Cuenta a este cronista: "El GAM responde a la idea de tener un gran centro de artes escénicas en Santiago hecho por el Estado. En perspectiva, el único proyecto anterior data de 1857, cuando se construyó el Teatro Municipal. Su aparición marcó un hito que hay que poner en contexto, ya que legitimó un modelo de gestión en el cual el Estado construye la infraestructura y la dirección se la da a una corporación privada sin fines de lucro, aunque el Estado tiene presencia en ese directorio".
Ibacache considera que en estos años el GAM se convirtió en un articulador del entramado escénico de Santiago. También implicó la recuperación del barrio de Lastarria, donde está ubicado. "Analizando los audiencias que pasaron por ahí me atrevo a decir que recuperó un público adulto que había dejado de ir al teatro. Otra línea fue trabajar con los chicos de la escuela media [secundaria]", analiza.
El GAM tiene un mecanismo de financiamiento con marcadas diferencias con relación a espacios similares de la Argentina. Actualmente, maneja un presupuesto de 4.500.000 dólares anuales. El 65 por ciento es dinero público; el resto depende de la taquilla y otras acciones comerciales que emprenda. Cuenta con 80 empleados permanentes; el resto son tercerizados. Con la vuelta al Palacio de la Moneda de Bachelet, la actual mandataria se comprometió a terminar la ampliación del GAM antes de concluir su mandato.
Javier Ibacache dejó el centro a mediados del año pasado. Antes ya había renunciado la directora ejecutiva de la institución. "Sentí que ese modelo de directorio, en el que el poder político está y no está, hizo crisis. La ampliación que se viene en el GAM ameritaba otro equipo y, por otra parte, considero que el modelo de gestión tiene que salir del paradigma de la fundación", apunta sentado a una de las mesas de Espacio Diana, un viejo convento y parque de diversiones con infinidad de recovecos en el que se mezclan lo retro, lo patrimonial, el ocio, el arte pop y lo cultural en una atmósfera de mágica sincronía.
De expansiones y reducciones
Felipe Mella Morales es el actual director ejecutivo del GAM. Recibe a LA NACION en un impecable despacho que da a uno de los tantos patios internos de este centro de fuerte impronta arquitectónica. Luego de un largo concurso internacional al que se presentaron más de 300 postulantes, quedó en el cargo.
"El modelo de inyección de recursos privados a partir de la desgravación impositiva es la fórmula que se viene aplicando a la cultura desde principios de este período democrático. Que este lugar no sea íntegramente público habla de Chile. El GAM se pensó como el gran centro cultural de las artes escénicas a nivel nacional, la nave madre alimentadora de otros centros a construir. Pero vinieron cambios políticos, un terremoto y ese formato cambió. Ahora se está tratando de recuperar ese proyecto. Soy partidario de pensarlo como el gran centro que lleva sus producciones a otras regiones del país. Para eso, claro, se necesita mayor financiamiento", apunta.
Del año pasado al actual, el presupuesto de Cultura a nivel nacional disminuyó. Y mientras el gobierno asegura que la nueva sala del GAM será inaugurada por la actual presidenta antes de las elecciones de fin de año, en el último mes se cerraron dos salas emblemáticas del teatro alternativo de Santiago. Con la obra finalizada, pasará de los 22.000 metros cuadrados actuales a más de 37.000. Tendrá una capacidad de 1880 butacas en un formato a la italiana con tres niveles cuya platea baja se puede levantar para transformarla en un espacio multifuncional para unas 2700 personas. También contará con un escenario de grandes dimensiones que, como es móvil, permitirá hacer dos montajes distintos en un mismo día. El costo de inversión ronda los 64 millones de dólares.
"En cierta forma, la nueva sala viene a resolver el déficit de espacios para los grandes espectáculos internacionales", asegura Felipe Mella Morales, de amplia trayectoria en la administración pública. Claro que, y lo sabe, el gestionar una sala de estas características con este tipo de financiamiento define una línea de programación que debe estar pendiente de la taquilla. "Eso es cierto y es algo que afecta todas las áreas del GAM -explica-. Tenemos alianzas con grandes productores internacionales de música, que es lo que atrae más publico, y arrendaremos el espacio para que venga, por ejemplo, Elton John, para tocar junto a la Sinfónica Nacional. Este tipo de espectáculos es el que da mas dinero. ¿Cómo nos diferenciaremos de los espacios privados? Hasta ahora el GAM ha sido un lugar de innovación y vanguardia."
-¿No es contradictorio que un Estado invierta en infraestructura para un negocio de privados?
-Sabemos de los cambios políticos y de cómo pudo pasar, ya me pasó, que bajaran el presupuesto a la mitad. Chile es un país lleno de desastres naturales que cuando hacen falta recursos, se los saca al deporte, a la cultura... Sabemos que pasa eso. Tenemos que barajar alternativas. Presentaremos grandes espectáculos y destinaremos lo ganado para poder producir obras propias.
Unos días atrás, producto de los tremendos incendios forestales en la región, el cielo de Santiago se veía plomizo. Sin embargo, el GAM se las ingenia para relucir. Claro que, como reza el dicho, no todo lo que reluce es oro (o cobre, teniendo en cuenta el color de la fachada del impactante edificio y teniendo en cuenta que ese mineral aporta cerca de un cuarto de los ingresos fiscales del país).
El GAM es la sede natural de Santiago a Mil, el mayor festival escénico de Chile y uno de los más grandes de América latina. En proporciones inversas al centro cultural, su financiamiento depende mayoritariamente del aporte de empresas privadas. Su patrocinador principal es una poderosa minera llamada Minera Escondida. La misma empresa que en estos días acaba de despedir a 90 empleados, el 2,4 por ciento de su personal, como medida de ajuste ante el derrumbe en los precios del cobre.
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