Los Chicos feos de Gabriel Gavila, un buen antídoto contra el aburrimiento
No es un espectáculo para visibilizar la intimidad gay ni tampoco un show de exhibicionistas. Aunque los afiches muestren a un grupo de varones con torsos atractivos y poquísima ropa, nada es lo que parece. La intención de Gabriel Gavila, el creador de Chicos lindos, Chicos malos y Chicos feos, es justamente que el público muerda el anzuelo y se sorprenda.
"Empecé esta trilogía, para decirlo en términos hollywoodenses, en 2014 con Chicos lindos y la última es Chicos feos vol. 2 (show), con doce actores en escena que vienen de distintas especialidades: desde el teatro infantil, la comedia musical, el stand up y la improvisación hasta el cine porno", dice Gavila, el autor y director de la saga, y también el protagonista de una de ellas, Chicos feos vol. 1 (íntimo). "Es la historia de mi vida. Todo el material lo supervisó Maruja Bustamante, que había hecho el biodrama Maruja enamorada, y había mucho, lo mío y los testimonios de los otros actores. Entonces, ella propuso dividirla en dos partes: el uno, íntimo, y el dos, el show, que es el que acabo de estrenar", dice. No solo Buenos Aires tiene sus Chicos: en Colombia, se hizo Lindos con elenco local, supervisado por Gavila. En poco tiempo, estará en México y Uruguay: "Se retrasa porque tengo que viajar yo y armarlo. Es un espectáculo performático, donde los actores no hacen un personaje, sino que son ellos mismos contando algo muy personal. Las entrevistas las hago yo y a partir de ese material surge la dramaturgia".
Si bien son muchas las obras que desnudan el universo femenino (entre ellas, no se puede obviar la trilogía Mujeres en 3D, de Mariela Asencio, que empezó en 2007), son muy pocas las que se metieron con las masculinidades.
Para Gavila, la necesidad surgió después de cruzar la barrera de los treinta, cuando sintió que ya no era "un pendejo", sino un hombre que debía hacerse cargo de sus decisiones. "Pero nunca pensé que iba a despertar tantas identificaciones", dice. Por supuesto que al exponer performáticamente su experiencia, puso el énfasis en el amor gay, pero no era ese su único propósito.
"No es una obra para público LGTB, no es teatro queer, es para cualquiera, hay historias reales de todo color porque el foco está en ese varón icónico, en la imagen griega del Hércules, de Adonis. Poner en escena a muchos chicos musculosos atrajo espectadores gays, claramente, pero se trata de una catarsis del universo masculino que a priori parecía poco interesante y profundo -a diferencia el femenino-, pero había mucho para decir mirando a los ojos al público", dice.
Desnudar el alma y el cuerpo, cuestionar qué es hoy la transgresión, el lugar de la belleza y la fealdad, en un zapping de distintos cuadros que combinan géneros, ritmos musicales, coreografías, humor y lágrimas. A Gavila lo aterra que la gente se aburra, como le pasa a él muy rápidamente, y elige una "estética fragmentada y posmoderna" donde la presencia de algunos cuerpos musculosos es una deliberada elección marquetinera: "Sabía que desde afuera podía parecer otra cosa. Me gusta que se vayan con esa sorpresa, me lo dicen y agradecen".
Para seguir con lo hollywoodense, además de la trilogía (en realidad, tetralogía), Gavila va por lo que llama un spin off sobre el universo femenino: prepara el espectáculo Féminas con diez actrices y el mismo procedimiento de laboratorio que realizó para Chicos. No es lo único. El otro trío que ensaya es el de Salud, dinero y amor, que estrenará en agosto (en Espacio Polonia) con la primera parte, Los enfermos, interpretada por tres actores incluido el autor y director: "Soy hijo de médicos, me crie en hospitales y guardias, y tengo muchas microhistorias. Una es la que le pasó a mi mamá, que abandonó la pediatría y se pasó a la endocrinología cuando tuvo que contarle a una mujer que su hijo había muerto en la operación".
Además de estos proyectos, Gavila integra la compañía Improvisa2, con Mariana Bustinza y Tomás Cutler, que festeja sus 15 años con shows en el Chacarerean. El grupo ya es un clásico en la temporada marplatense, donde ganó y fue nominado a varios premios Estrella de Mar (con las obras Dillinger y Ritmos latinos, por ejemplo, también creaciones de la compañía). Director de una escuela de improvisación, Gavila es cada vez más convocado por empresas para realizar workshops para los empleados.
"Me dijeron que se parece al coaching, pero no tengo idea de eso. Pero la improvisación a ellos les sirve para resolver situaciones", dice el docente, actor, autor y director, que continúa preguntándose cómo mantener la frescura performática en la repetición teatral. "Es el gran problema. Y la respuesta está en mantener viva y atenta la conexión con el público. Nunca es igual".
Chicos feos, vol. II (show)
de Gabriel Gavila
La Sodería, Vidal 2549.
Viernes, a las 23. $ 300.
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