Los 90 años del Astros: las mil transformaciones del templo del teatro de revistas y del rock nacional
Con el estreno de Las irresponsables, la sala de la calle Corrientes que fue cine, teatro de revista, playa de estacionamiento y lugar de grandes recitales de rock vuelve a levantar el telón
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A lo largo de sus 90 años, la sala ubicada en Corrientes al 600 ha tenido infinidad de vidas, reconversiones, transformaciones y mutaciones insospechadas. Esta noche, con el estreno de Las irresponsables, que protagonizan las talentosas Gloria Carrá, Julieta Díaz y Paola Krum dirigidas por Javier Daulte, el teatro Astros abre otra etapa, vuelve a reinventarse. En otros tiempos, allí se estrenó la película de Carlos Gardel producida por Hollywood. Luego de ese período, supo ser uno de los epicentros de la revista porteña. Sobrevivió a un atentado en tiempos de la dictadura y a un incendio que lo transformó en una impersonal playa de estacionamiento. Este viernes, el Astros vuelve a formar parte de la constelación de salas del centro porteño.
En estas nueve décadas, Susana Giménez debutó allí como vedette y los Redondos de Ricota tuvo todo arreglado para presentar en su escenario su primer álbum, pero un éxito de Valeria Lynch los dejó fuera de cartel. Raphael inauguró una de sus tantas etapas del Astros con un espectáculo transmitido en vivo para televisión, Sandro festejó sus 25 años en escena y Soda Stereo y Virus realizaron shows que pasaron a la historia del rock nacional. Ese mismo escenario vio a Tita Merello protagonizar un espectáculo junto a figuras indiscutibles de la escena nacional que fue un fracaso. El Astros tuvo tantas etapas en su programación como en su arquitectura, lo que la convierte en una rara avis de la avenida Corrientes. Tan exótico es su entramado que merece ser contado.
Las primeras páginas de este espacio remiten a 1932. En ese lote de 15 metros de frente se inauguró el cine Astor. Allí se estrenó, en abril de 1936, Cazadores de estrellas, la apuesta del estudio Paramount para lanzar a Carlos Gardel al mercado internacional. En el film, Gardel canta el clásico de Le Pera “Mi Buenos Aires querido” y “El día que me quieras” en escenas que habían sido filmadas en Nueva York. La construcción de sala cinematográfica coincidió con las aperturas del Broadway, el Monumental, el Ambassador, el Ópera, el Gran Rex y el Normandie. Todas ellas se inauguraron esa misma década. El libro Cines de Buenos Aires, de los arquitectos Marta García Falcó y Patricia Méndez, explica que para es entonces, paralelamente al crecimiento de la población, que aumentó la capacidad de la sala promedio de entre 500 y 1000 butacas a 2000 y hasta 3500, como el Gran Rex, vecino del Astor. Mucho antes de que las grandes salas de cine de Lavalle cerraran, el Astor sufrió su primera mutación.
El debut de Susana Giménez
En 1972, lo adquirió el empresario de medios y productor Héctor Ricardo García y decidió convertirlo en teatro. De Astor, muchos cines de la época en otras ciudades se llamaban de ese modo, pasó a llamarse Astros. El beneficio de esta transformación, según un rumor, era fundamentalmente económico, ya que al gran cartel original solamente había que alterarle el orden de las letras y agregar una “s”. Desde otra perspectiva más artística, el exitoso y polémico empresario de medios de comunicación (diario Crónica, Radio Colonia y de Canal 11, entre otros) ya era dueño del teatro Estrellas. Entre las dos salas armaba su firmamento, según señala el libro Los productores editado por Aadet, la entidad que nuclea a los gestores y dueños de la sala del teatro comercial. En tiempo récord, García incorporó al edificio del Astros innovaciones tecnológicas para la puesta en escena de comedias musicales.
Para la apertura contrató al cantante español Raphael. Las cámaras del entonces Canal 11 fueron a recibirlo a Ezeiza para no perderse detalle. “Un teatro nuevo es una casa más en donde poder cantar, una casa más en donde poder exteriorizar mis sentimientos. Así es como en Buenos Aires tengo una casa más”, reconoció en aquella oportunidad el joven (en aquel momento lo era) de la canción romántica. Acto seguido, descubrió una placa que deja constancia de que el 11 de abril de 1973, con la actuación de esta figura icónica de la canción, se abría el Astros con un show transmitido en vivo para la televisión (lo cual, era sencillamente toda una novedad).
Durante esa década, el teatro fue uno de las salas típicas de la revista porteña disputándole público a El Nacional y al Maipo, los otros grandes templos del género. Gerardo y Hugo Sofovich fueron los directores de la primera revista de esta nueva etapa del Astros. El espectáculo se llamó En vivo y al desnudo, con Tita Merello como estrella invitada y un elenco compuesto, entre otros, por Susana Brunetti, Alfredo Barbieri, Mariquita Gallegos, Vicente Rubino, Don Pelele, Olinda Bozán, Mario Sánchez, Ámbar La Fox, Tristán y Fidel Pintos. Contra todo lo esperado, fue un fracaso.
Pero Héctor Ricardo García se repuso y estrenó al poco tiempo La revista de oro en donde debutó como vedette Susana Giménez. Compartía el escenario con Nélida Roca, la “Venus de la avenida Corrientes”, y con Jorge Porcel, entre tantos otros, bajo las órdenes de los hermanos Sofovich. “Yo no quería ser vedette, pero me ofrecieron mucha plata y tuve que hacerlo”, reconoció muchos años después la diva de los teléfonos. En 362 funciones a lo largo de 162 días, el espectáculo fue visto por 285.000 espectadores. Para García, fue la revancha.
Claro que no todo fueron aplausos, glamour y grandes escaleras por donde bajaban cuerpos esculpidos de mujeres impactantes en conchero y plumas. En la madrugada del 30 de diciembre de 1977, tiempos de dictadura militar, explotó una bomba luego de la función de ¡Qué año fenomenal se viene con el Mundial!, en donde actuaban Porcel, Blanquita Ampara y Juan Carlos Calabró. La obra, según recuerda el libro de Aadet, contenía referencias satíricas hacia los militares.
García repuso la obra en el Complejo Estrellas, su otra sala, en la que en 1975 la Triple A había puesto una bomba mientras se presentaba un espectáculo de Nacha Guevara. Signo de la época, en agosto de 1978 otro atentando destruyó el Complejo Estrellas mientras se reconstruía el Astros. Ya con el Astros otra vez en funcionamiento, se presentaron espectáculos encabezados por Alberto Olmedo, Carmen Barbieri, Moria Casán o Ethel Rojo y Juan Carlos Calabró, entre otras grandes personalidades del espectáculo.
Del conchero al rock nacional
Claro que en la historia de reconversiones del Astros no todo fueron lentejuelas, territorio de la picaresca o de las comedias livianas. El rock nacional también encontró su lugar en esa sala con esa gran fachada con detalles arquitectónicos bien de la época. En 1984, Soda Stereo, grupo revelación del momento, cerró el año con un show centrado en su álbum debut, el que mismo que había anunciado en el local de Pumper Nic ubicado a pocas cuadras de la sala. La puesta grandilocuente ideada por Alfredo Lois, con televisores prestados por amigos y familiares, impactó tanto al público como a la prensa . Soda volvió a la sala de la avenida Corrientes al año siguiente.
En abril de 1985, Virus, la banda liderada por Federico Moura, quien había trabajado en el disco de Soda, presentó allí su cuarto LP llamado Relax (volverían al Astros cinco años después). En ese contexto de esta nueva etapa del Astros sucedió un hecho llamativo: en julio, el mismo Patricio Rey anunció que los Redonditos de Ricota se iban a presentar en el Astros (es más, en el audio disponible en YouTube se lo confunde con el Astral) para dar a conocer a su público Gulp!, la primera placa de la banda. Estaba todo listo para sus funciones de agosto. Tanto que Rocambole, el artista visual encargado de la imagen de los Redondos, ya había diseñado el afiche. Pero Valeria Lynch estaba arrasando con su show Para cantarle a la vida (llegó a hacer 53 funciones con entradas agotadas). Fue tanta la repercusión que agregó fechas justo en las fechas previstas para la fiesta ricotera. De buenas a primeras, la banda liderada por Patricio Rey se quedó sin sala. Gulp! terminó presentándose en Cemento, el emprendimiento de Omar Chabán que acababa de abrir sus puertas.
Pero a no confundir: el Astros no había mutado del todo hacia el rock. De hecho, en ese período, Sandro festejó sus 25 años en su escenario y en ese permanente juego de transformaciones en los 90 se estrenó allí una obra cuyo título llamó la atención: La marihuana de mamá es la mejor. No se trataba de una picaresca: Era un texto del dramaturgo y actor italiano Dario Fo, protagonizado por Ignacio Quirós, Mónica Gaán y Gogó Andreu, entre otros. Años después, el mismo escenario fue ocupado por Horacio Guarany.
De las cenizas a una nueva reconstrucción
En medio de esta historia de reconversiones permanentes, el Astros sufrió un incendio. Se lo demolió y durante años funcionó ahí una playa de estacionamiento hasta que pasó a convertirse en un impersonal edificio de oficinas de 14 pisos. Su frente, a nivel de la vereda, pasó a compartirse con la entrada a una playa de estacionamiento subterránea y al edificio y al teatro ubicado, desde ese momento, escaleras abajo. El teatro en cuestión no se perdió gracias a la ley 14.800, promulgada en 1959, que estableció que allí donde hubiese funcionado un teatro, en caso de demolición, los nuevos propietarios deberían construir otra sala de proporciones similares (aspecto que no siempre se ha cumplido).
En este nuevo siglo, el entorno de cines y teatros de la zona se modificó radicalmente. La muestra más brutal de eso es el aspecto de Lavalle, la calle que supo estar poblada de cines de las cuales quedan unos pocos en funcionamiento, como aquellos afectados por estos días a la realización del Bafici. En otros tiempos en la misma manzana del Astros se erguían los teatros Odeón, el Fundart, el Casino y el Olimpia: ninguno queda en pie. Actualmente, solamente siguen en funcionamiento en el bajo Corrientes el Multitabarís Comafi, el Ópera, el Gran Rex, el Maipo y El Nacional.
En 2002, el empresario teatral Daniel Comba, socio de Jorge Guinzburg en la gestión de una sala de Carlos Paz, emprendió el desafió de gestionar a un nuevo Astros con una sala para 500 espectadores ubicada en el subsuelo del edificio. El sueño se concretó en junio de 2011. Para esta nueva reapertura la madrina fue Mirtha Legrand, quien llegó con coqueto tapado blanco y un trajecito negro. “El Astros ya está en marcha, y estamos muy contentos porque cumplimos un sueño que buscábamos hacía tiempo”, contó Comba a LA NACION para aquel momento de festejos.
Este nuevo Astros aportó un rasgo sumamente particular. Por una cuestión de espacio, se ubicó el puesto de venta de entradas en un terreno de la Iglesia Metodista, vecina al teatro. Desde ese momento, en esa construcción inaugurada en 1842 de estilo neogótico y ventanales con vitreaux importados de Inglaterra se adquieren las entradas para ver lo que sucede en el escenario de al lado.
La reinaguración de la sala fue con Excitante, espectáculo encabezado por Miguel Ángel Cherutti y Nito Artaza. “Yo nunca trabajé en el Astros, que es para mí el más importante de la historia de la revista”, dijo Cherutti. Como sucedió con la anterior reapertura a cargo de Raphael, en esa oportunidad la productora Andrea Stivel fue la encargada de destapar el cartel que lleva el nombre y la imagen de Guinzburg, su esposo fallecido en 2008.
Fiel a su historia, en 2013, la cartelera del Astros apostaba a un título como El hombre elefante, dirigido por Daniel Suárez Marzal pero también a La noche de las pistolas frías, con Emilio Disi, quien venía de presentar en la misma sala ¡Qué gauchita mi mucama! con Iliana Calabró y Florencia de la V. En 2021 falleció el productor Daniel Comba, una de las tantas víctimas del Covid. Sus restos pasaron por la puerta del Astros en donde se reunieron artistas y productores para despedirlo.
De la revista y la picaresca al teatro de autor
Desde hace algo más de dos años, el Astros permanecía cerrado. De hecho, hasta los primeros días de esta semana en la gran marquesina todavía anunciaba una comedia de Woody Allen titulada Si la cosa funciona (título un tanto sugestivo, si se se recuerda que, luego, la sala cerró).
En enero de este año, Andrea Stivel asumió como directora artística del Astros. Con el estreno de Las irresponsables quiere darle un perfil curatorial a la sala, lejos del humor y la revista. “Quisimos que el cambio en la programación fuera acompañado por la imagen”, apunta Stivel. La encargada de limpiar al edificio de los tonos rojos y dorados fue la coreógrafa y diseñadora Ana Sanz, exintegrante de Bottom Tap. “Nosotros queremos construir una nueva identidad para el Astros. La programación, como la remodelación, apunta a lo que nos interesa mostrar. Por eso estamos agradecidos a la confianza que depositaron tanto Javier Daulte como Gloria Carrá, Julieta Díaz y Paola Krum, porque todo esto es una verdadera apuesta. Cuando vinieron a ver el teatro en la primera reunión nada de esto estaba así”, cuenta la encargada de la dirección artística de la sala mientras, en el escenario, la escenógrafa Alicia Leloutre y el iluminador Matías Sendón ajustan detalles de la puesta y personal de limpieza trabaja en el amplio hall puesto a nuevo.
Así es como esta historia de 90 años de un cine que devino en un teatro que tuvo tantas etapas y transformaciones arquitectónicas, se prepara para una nueva reapertura. Ni Gloria Carrá ni Paola Krum recuerdan haber ido alguna vez al Astros. Julieta Díaz sí estuvo ahí viendo trabajos de amigos. De todos modos, serán ellas, con una comedia dramática sumamente empática, las que abran este nuevo período de una sala teatral que busca su lugar en el mundo entre una casa de electrodomésticos y una histórica iglesia neogótica en donde funciona la boletería.
Todo esto sucede a media cuadra de donde estaba el Teatro Odeón, esa magnífica construcción ubicada en la esquina del Astros que supo también super ser un cine y, luego, una sala teatral impactante por la que pasaron los grandes nombres de la escena (desde Margarita Xirgu, Lola Membrives y Vittorio Gassman hasta Carlos Gardel, Ástor Piazzolla y Luis Alberto Spinetta). En 1991, el Odeón fue brutalmente destruido. Como el Astros, también tuvo varios nombres y supo ser una playa de estacionamiento. Actualmente, en el amplio terreno de Corrientes y Esmeralda donde se erigía se construyó una torre vidriada con dos salas de teatro que llevan el nombre de Odeón. Todavía espera en silencio su noche de reapertura como la que el Astros, la sala de la mil mutaciones que este viernes va por su nuevo tiempo de revancha.
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