El lunes la Asociación Argentina de Actores (AAA) que preside Alejandra Darín cumplirá 100 años. La celebración por el siglo de vida comenzará con la entrega de los Premios Podestá y continuará con el reconocimiento a exdirigentes de la entidad como a las representantes del colectivo Actrices Argentinas. En plan de revisión histórica, las fotos, los reclamos, las pancartas y el estado de situación que dan cuenta de aquellos días previos a la creación de la entidad gremial eran otros en comparación a la situación actual (o, tal vez, no tanto).
Según registros de la época la serie de demandas de hace 100 años iba desde denuncias por abuso sexual a coristas y bailarinas hasta decisiones en las que lo gremial tomaba formas casi poéticas: la asamblea de Actores del 5 de mayo, ante la falta de respuesta frente a una serie de exigencias, declaró una "huelga de brazos y gestos caídos".
A principio del siglo pasado el teatro en Buenos Aires estaba en estado expansivo. En 1906 Pepe Podestá llevaba su sexta temporada de la obra Apolo. Su hermano, Gerónimo, inauguró el Teatro Nacional. Y Pablo Podestá encabezó Argentino. La concurrencia a espectáculos nacionales aumentaba. Se calculaba que alrededor de 200 artistas trabajan en términos estables en la ciudad. En ese contexto surgió la Asociación de Artistas Dramáticos y Líricos Nacionales. Fue a ellos, según se afirma en Un historia de luchas, investigación de Teodoro Klein, a quienes se les ocurrió pedirles a los empresarios un día de descanso en tiempos de ensayo. El pedido fue denegado.
A fines de 1918, como consecuencia de la Primer Guerra Mundial, las compañías europeas habían dejado de venir a Buenos Aires y esa masa de público fue a parar a las obras nacionales. "Sin embargo, para la inmensa mayoría de los intérpretes, toda esa prosperidad sólo significaba mayor explotación de su trabajo por los mismos magros salarios de una década atrás", afirma la investigación.
Los actores ensayaban hasta las cinco de la tarde, a las seis tenían la función vermouth y, a la noche, la nocturna. Así, de lunes a domingo, algo impensable en la cartelera actual. De semejante movimiento ellos recibían muy poco de lo recaudado en boletería. La foto panorámica se completaba con contratos incumplidos, abandono del elenco en donde sea si la gira nacional no funcionaba y hasta abusos sexuales a bailarinas, coristas y cantantes.
"La característica del oficio actoral no ayudaba. Estaban divididos en jerarquías, sujetos a la inestabilidad de las temporadas, dispersos por las giras y dependientes del humor de los empresarios de las compañías y de las salas", explica el actor Luis Ziembrowski en el documental El sindicato, de Daniel Valenzuela, que luego de hacer un recorrido por los 100 años de vida de la Asociación Argentina de Actores culmina con palabras de Carlos Carella, dirigente icónico de la entidad.
En ese contexto de país, en agosto de 1918 se produjo la primera reunión entre delegados de las distintas compañías, sentando las bases de lo que luego sería Actores, con la Sociedad de Empresarios, entidad que se había conformado en julio del año anterior para atender los reclamos de intérpretes, autores, maquinistas, apuntadores y músicos. El panorama era crítico (y lo fue más todavía en octubre, cuando apareció la fiebre amarilla y se cerraron lugares públicos).
En marzo de 1919 una comisión provisoria convocó a una asamblea constitutiva que se realizó el 18, en el teatro Argentino. En la madrugada del 19 de marzo se aprobaron los estatutos y se eligió al primer consejo directivo de la Sociedad Argentina de Actores (la que, en 1924, pasó a llamarse Asociación Argentina de Actores). En la comisión confluían intérpretes de distintos lenguajes teatrales, desde el circo a los grupos filodramáticos. Eso sí: el acta fundacional consigna la asistencia de 118 actores sin que exista mención de las actrices porque no podían votar (lo pudieron hacer un año después).
Una de las primeras medidas adoptadas fue el reclamo de sueldos mínimos, pedir una retribución por las funciones vermouth, día de descanso para los ensayos y otros temas no menores. La Sociedad de Empresarios tuvo veinticuatro horas para dar una respuesta. Como mecanismo de presión, el sábado 3 se hizo una manifestación por el centro porteño. En el libro Los productores/historia de empresarios teatrales argentinos de todos los tiempos, editado por Aadet, la entidad que nuclea a los empresarios teatrales cuenta que la disputa originó un desfile por las calles que describe así: "más de un millar de actores y actrices populares, movilizados con pancartas, desfilando, clamando por «la dignidad de la clase artística» y coreando La Marsellesa".
Al día siguiente, el diario LA NACION dio cuenta de esa manifestación, en la que también sonaron varias zarzuelas. "Ha presenciado Buenos Aires un espectáculo tan curioso y único como el que darían las cigarras si de repente plegaran sus líricos élitros [alas anteriores] y se convirtieran en hormigas. La calle, hasta ahora, estaba reservada para las manifestaciones con que gremios deseosos de una reivindicación o abrumados por un impuesto, pedían mejoras. Pero jamás los poetas, los pintores, los escultores ni los actores llevaron a la plaza pública, a no ser en los desgarrones de sus trajes o en la angustia de su voz; la pena de su vida", comenzaba la crónica titulada "Los artistas en huelga".
La medida no obtuvo respuesta por parte de los empresarios teatrales. Fue entonces cuando en una asamblea del 5 de mayo, según se consigna en el libro de Aadet, declararon una "huelga de brazos y gestos caídos" que se sintió fuertemente en Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca. La actividad escénica porteña esa noche no levantó el telón. Así fue durante varias semanas. La medida de fuerza se fue desgastando, empezaron las fracturas internas y hasta hubo cortocircuitos con la Sociedad de Autores. Ya se hablaba de "proletariado teatral" y de la "burguesía teatral".
Entre avances y retrocesos, al año de la creación de la actual Asociación Argentina de Actores se firmó el primer convenio colectivo que amparaba la profesión. El mismo no resolvió ni el problema de las largas jornadas de trabajo ni dio de baja a cláusulas de tiempos coloniales por las cuales el actor debía aportar "traje de calle, frac completo, guantes, zapatos de color y negro" y las actrices se veían obligadas a tener "traje de calle blanco, blusa negra, zapatos blancos, negros y de color....".
Por primera vez, el primero de mayo de 1921 el mundo teatral se adhirió a la conmemoración obrera. Esa noche tampoco se levantó el telón y hubo festejos en nombre de la "dignidad de la clase artística", como sostenía el cartel de aquella primera manifestación en la que La Marsellesa se mezclaba con coplas y gritos reclamando trabajo antes de decretar la "huelga de brazos y gestos caídos".
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