Lola Arias y la experiencia de hacer teatro de vanguardia con quienes salieron de la cárcel: “Da esperanza en un mundo que la necesita”
La creadora de Campo minado estrena en el Teatro Alvear Los días afuera, un musical-documental protagonizado por mujeres y hombres que narran las instancias posteriores a su salida de prisión
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Miércoles de la semana pasada, 14 horas. Hall del primer piso del Teatro Presidente Alvear, con sus grandes ventanales que dan a la Avenida Corrientes. En el enorme espacio hay una gran tablón sostenido por unos caballetes, que ofician de gran mesa. Alrededor se van ubicando los actores y actrices, productores, asistentes, un carrito de un bebé de meses y la misma Lola Arias, talentosa directora de teatro, de cine, gestora, poeta, dramaturga y podrían seguir las clasificaciones para una creadora que siempre pone en jaque a lo establecido. Están a días de estrenar la película Reas y la obra de teatro documental/musical Los días afuera. Ambas forman parte de una especie de díptico que se inició en 2019 con un taller que dieron Lola Arias y la coreógrafa Leticia Mazur en la cárcel de mujeres de Ezeiza. Todo esos mundos, historias, relatos de vida, ficciones e imaginarios están a punto de ser compartidos por otros, al que la convención llama público. Pero para eso falta. Ahora mismo, los trabajadores de esta construcción tan ficcional como real están en plena rutina de ultimar detalles.
A diferencia del trabajo anterior de Lola Arias, Campo minado, en el que en escena seis excombatientes de bandos opuestos rockeaban las heridas de la Guerra en Malvinas; en este caso se repite el número seis pero esta vez los protagonistas son mujeres cisgenero y personas trans, que pasaron años en la cárcel y que, desde hace poco tiempo, están en libertad. El variopinto elenco lo conforman Yoseli Arias, Paulita Asturayme, Carla Canteros, Estefanía “Estefy” Hardcastle, Noelia Pérez e Ignacio “Nacho” Rodríguez. En Reas, Yoseli, cuenta que estuvo detenida cuatro años y seis meses. “¿Causa?”, le pregunta en el film. “Tráfico de drogas”, contesta ella. ¿Qué te gustaría ser?”, le repreguntan. “Millonaria”, responde la madre de Eithan, de unos pocos de meses de vida.
Al llegar a esa especie de gran comedor se van contando las novedades desde que se despidieron, anoche. La jornada de hoy terminará pasada las 22. Ahora, antes del ensayo, abren los distintos envases que trajo la producción. ¿Menú del día? Sopa paraguaya y ensalada acompañada de agua y gaseosa.
La mayoría de ellos nunca habían visto una obra de teatro. Por lo pronto, así lo reconocen Estefy Hardcastle y Nacho Rodríguez. El mundo antes eran los recitales o las canchas, mientras que el pasado de este varón trans solo recuerda algo ligado a la actuación cuando participó de un lejano acto escolar. Para otras de ellas, el mundo era el boxeo. Desde este viernes 17 de mayo, cuando se estrene Los días afuera, se cruzarán las historias de vida de estas seis personas desde el momento en que salieron de la cárcel. ¿Cómo empezar a escribir el futuro cuando el pasado te persigue?, se pregunta la misma obra, en la que la música y las coreografías prometen jugar un rol vital.
De gira y antes del Ibsen
Como si fuera poco, luego la temporada en la sala del Complejo Teatral, a este grupo le espera una increíble hoja de ruta, muy distinta a este aquí y ahora. Partirán un año a Europa por una gira que abarca unos 20 teatros y festivales internacionales que son los que financian esta maquinaria desbocada desde el punto de vista de producción. Entre glamorosos festivales y teatros, este mismo grupo que ahora almuerza sopa paraguaya seguramente se ubicará alrededor de una mesa palaciega precedida por el Rey Harald V y la Reina Sonia, los monarcas noruegos. Es que en Oslo, Lola Arias recibirá el Premio Ibsen, el mismo que ganaron un selecto grupo de directores fundamentales de la escena occidental (de Peter Brook al Premio Nobel de Literatura Jon Fosse). Es la segunda vez que se entrega el Ibsen a una mujer, y la primera para una artista latinoamericana. Todo parece un cuento de princesas empoderadas y un rey imaginado por Disney para un proyecto nacido en la cárcel de mujeres de Ezeiza antes de la pandemia, antes de ese tiempo de encierro dentro del encierro.
En pleno trajín antes del estreno de Los días afuera, Arias, la arquitecta de esta obra, se toma un respiro para hablar con LA NACION. “En perspectiva, en medio de la locura del doble estreno y llegando al final del camino, puedo ver lo demencial de este proyecto iniciado hace cinco años, cuando fui a dar un taller de cine y teatro a la cárcel de Ezeiza. Diría que estoy feliz y también un poco agotada, pero siento que en este contexto es un proyecto poderoso, que da esperanza en un mundo que lo necesita”, apunta esta creadora de obras pensadas tanto para grandes escenarios como para ser transitadas en solitario por los cuartos de un hotel (Mucamas). La misma que luego de haber trabajado con intérpretes reconocidos de la escena local lo hizo con un bebé de meses, con excombatientes, con refugiados o con trabajadores sexuales.
La prehistoria de este díptico fue cuando ella presentó en la cárcel de Ezeiza la película Teatro de guerra, aquella que protagonizaron los tres soldados argentinos y los tres que pelearon para la fuerza británica. Aquello fue el lado B de Campo minado. Cuando llegó al lugar, se percató que la cárcel de mujeres estaba dividida en personas cis y trans. “Como la cárcel se rige por un sistema binario, la gente suele pensar en la de hombres o en la de mujeres, pero no suele reflexionar lo que sucede con las otras identidades de género. Cuando entrás a la cárcel te das cuenta de que las de mujeres son las que terminan absorbiendo esas otras identidades, que estarían en peligro en una cárcel de hombres”, afirma. De hecho, Ignacio “Nacho” Rodríguez, un chico trans, estuvo detenido muchas veces; pero siempre en la de mujeres.
Esperanza
A tantos años de aquel primer mojón, a Lola Arias le reconforta que personas que vivieron en un contexto de encierro, que no tienen oportunidades laborales por sus antecedentes, puedan tener un trabajo en blanco en un teatro público. “Me da esperanza que un grupo de artistas que ya está en una situación vulnerable tienda alianzas con otras personas que están en una situación mucho más vulnerable. Eso habla de solidaridad, de lazos sociales fuertes”, confiesa esta creadora de propuestas perturbadoras, que siempre están acompañadas por un tipo de producción muy por fuera de cualquier norma de la tradición teatral. De hecho, la gente de su producción debe hacerse cargo de trámites, de conseguir permisos, de explicar cómo se usa la tarjeta SUBE o alquilar un departamento cercano al teatro para que una de las madres con su bebé puedan cumplir con la rutina de ir a los ensayos y a las funciones.
“La cárcel es un ámbito de violencia, pero también de amor, de solidaridad, de establecer relaciones para toda la vida. El proyecto se enfoca en eso”
En la ruta de todo esto hubo ciertas brújulas que marcaron el camino. Por ejemplo, tanto en la película como en la obra de teatro, la creadora radicada en Berlín decidió apartarse de la estética carcelaria de tantas ficciones televisivas o películas. Nada de “realismo carcelario”, plantó bandera el equipo creativo. “Nada de La convención de pensar a la cárcel como un ámbito de violencia, oscuridad y tortura. La cárcel es un ámbito de violencia, pero también de amor, de solidaridad, de establecer relaciones para toda la vida. El proyecto se enfoca en eso”, señala mientras alrededor se van preparando para un ensayo.
Reas, que se estrenó mundialmente en la Berlinale, se filmó en la excárcel de Caseros, el edificio de Parque Patricios que, desde hace un tiempo, se transformó en un set para propuestas audiovisuales como locación de algunas obras performáticas. Cuando el equipo creativo entró al lugar se topó con todas las huellas históricas del lugar y todas las otras señales que dejaron las filmaciones que se realizaron allí (de Tumberos a El marginal). Recorriendo el espacio, varias veces Lola Arias se preguntó si tal mural o tal grafiti eran marcas de algo del orden de lo real carcelario o de la realidad ficcionalizada. En medio de esa convivencia de capas, la película plantea algunas escenas de decidido tono pop latino, como si fuera una cita a la producción del fotógrafo Marcos López. “La película se posiciona en un lugar pop desde la imagen que también se apoya en la cumbia, el reguetón, la bachata o el rock; que son las músicas con las que elles se identifican. Buscábamos belleza, un extraño glamour en medio de ese ámbito gris, oscuro”. Bajo esa lógica, algunos primeros planos parecen haberse filmado en uno de esos hoteles ostentosos de la Riviera Maya mexicana. Claro que, al ampliarse el plano, la fricción entre lo real y la ficción que siempre está presente en sus trabajo van adquiriendo otras capas.
Si en Campo minado Arias abordaba el universo de varones de bandos opuestos dispuestos a matar en el contexto de la Guerra de las Malvinas, ahora reparó en seres no regidos por la normativa heterosexual. Pero entre aquel trabajo que se presentó en infinidad de salas del mundo y el actual hubo uno que se llamó Lengua madre, que no llegó a nuestro país y en el que convivían distintas problemáticas que confrontaban con la idea establecida de maternidad, de familia.
En cierto sentido, tanto Reas como Los días afuera son como una continuidad de ese trabajo. “Este proyecto es mucho más controversial que, incluso, el de Malvinas. Sé que a mucha gente esta obra le va a molestar, la va perturbar porque no quiere oír estas historias”, se sincera, en un discurso muy por fuera de estrategias de marketing o de intentar capitalizar a la infinidad de espectadores que colmaron el Teatro San Martín cada vez que se mostró aquel recordado trabajo.
Como en otro mundo
En la obra de teatro, Estefy tiene una escena en la que confiesa que su paso por la cárcel es como haber estado años congelada. Que, ahora, el ruido de los coches la aturden, que se sube al subte y no sabe dónde tiene que poner la tarjeta, que todo se hace con un celular cuando ella no tuvo uno en sus manos durante muchos años o que va dejar a su hijo a la escuela preguntándose si las otras madres sabrán de dónde viene. “Si a nosotros nos cuesta lidiar con los nuevos desafíos que nos propone la sociedad, a los que quedaron afuera las destruye. Las personas con las que estoy trabajando no saben cómo volver a la sociedad en el que vivimos. A eso hay que sumarle los antecedentes penales que hacen que esos casos terminen siendo discriminados ante cualquier oportunidad laboral”, apunta esta reconocida creadora cuyas obras suelen presentarse en los escenarios más prestigiosos del norte.
De hecho, Nacho, detenido por estafa, se anotó para formar parte de una aplicación como conductor de un auto en una plataforma. Luego de un tiempo de prueba, cuando la empresa se enteró de sus antecedentes, lo echaron. “¿Cómo volver a ser parte de la sociedad si todo lo que hace la misma sociedad es estigmatizarte?”, se pregunta Lola, justo cuando se suma Nacho Rodríguez, quien estudia abogacía en La Plata. Si bien aquel trabajo no prosperó, ahora estudia en la facultad y es actor de un espectáculo que recorrerá Avignon, Barcelona, Hamburgo, Zurich, Viena, Oslo y siguen los nombres. “Yo nunca me subí a un avión, imaginate como estoy”, reconoce, entre el entusiasmo y el temor que le genera estar por primera vez frente a un grabador. Mientras el resto del elenco y la gente de producción continúa en lo suyo, se suma a la charla su amiga Estefanía “Estefy” Hardcastle.
Por más que no quiera, Hardcastle está nerviosa con el estreno. “Es stress, es mucho, es un montón; no la creo. Pero me hace bien, se ve que hay cosas adentro...”, admite, mientras regala una sonrisa para aflojar sus propias tensiones. “Estamos re ansiosos, la cabeza no para; mucha ansiedad”, suma su amigo. Nunca habían imaginado eso de ser actores.
Cuando se les pregunta qué desean que pase con Los días afuera, Estefanía apura una respuesta: “Que seamos felices haciendo esto. Que esto nos haga bien, que nos haga conocer otra vida. Tenemos mucho para dar, ya lo van a ver”. En sintonía con sus palaras, Arias finaliza: “La reinserción social es mentira si no hay una sociedad que te abrace, te acompañe, que te dé una oportunidad. Hay que oír estas historias y pensar cómo queremos vivir”.
Para agendar: Los días afuera. Funciones: de miércoles a domingos, a las 20 horas. Teatro Presidente Alvear (Av. Corrientes 1659). Entradas: desde 4700 pesos. Reas. Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551). Funciones: sábados a las 18 y a las 20; domingos, a las 18. Entradas: 2000 pesos.
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