Lo normal, una pieza dinámica, con buenas actuaciones, pero con un desarrollo narrativo desparejo
Se destacan de esta obra, que se puede ver en el teatro Picadero, el trabajo de Marisol Irigoyen y Maia Etchichury
- 4 minutos de lectura'
Lo Normal. Autores y directores: Malena Ratner y Fran Ruiz Barlett. Intérpretes: Marisol Irigoyen, Maia Etchichury, Raquel Ameri, Diego Castro y José Giménez Zapiola. Vestuario: Carolina Peiretti. Escenografía: Giuliano Benedetti. Iluminación: Samir Carrillo. Música: Adrián Berra. Sala: Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857). Funciones: lunes, a las 20. Duración: 70 minutos. Nuestra opinión: buena.
“Lo normal, lo normal, me tienen la... al plato con lo normal”, esta frase se la dice Flor a Cami, su amiga, a la que esta última denomina su hada madrina en silla de ruedas. Cami y Flor se conocieron en un Centro de día, al que ambas concurren. Cami tiene una discapacidad motriz y le gusta hacer podcasts en los que graba sus pensamientos, sus interrogantes y también da algunos consejos sobre sexo.
Sus padres viven pendientes de ella. Su madre, Mecha, dice que asumió el papel de mala porque siempre está pendiente de su hija y es más temerosa que su padre Fernando. Este es más compinche de Cami. Le hace chistes y se mueve con mayor espontaneidad y es menos temeroso que la madre, respecto de lo que le puede pasar a la chica que tiene 24 años y no pareciera tener amigos.
Lo normal se estrenó el año pasado, en la sala Método Kairós y volvió a reponerse hace pocos días en el teatro Picadero, con algunos cambios en su elenco. De la pieza podría decirse que habla de la discapacidad y de afrontar, de animarse a hacer. De aprender con lo que se tiene, a enfrentar la vida con sus cuotas de agridulces situaciones. Y lo hace a través de dos actrices que consiguen mantener expectante al público y hacerlo sonreír, cuando ambas dialogan en escena.
Flor y Cami son distintas y complementarias. La primera es más espontánea, expansiva, dice las cosas de frente y le aconseja a su amiga a utilizar Tinder para dialogar, o salir con algún chico. Ella tiene novio y está dispuesta a presentarle a Cami, un amigo, para que hablen y tengan sexo si se da la situación, ya que esta última es más pesimista y descree un poco de sus virtudes, o no las quiere ver.
El poder ser, a pesar de la discapacidad, o complementarse con él o las otras, es parte de esta pieza, que utiliza un humor irónico y sarcástico. A la vez que esquiva el melodrama y emplea pequeñas dosis de drama, para abordar las dudas de la madre, frente a intentar “hacer feliz” a su hija. Claro que a veces esto se convierte en actitudes sobreprotectoras que Camila detesta. Pero finalmente entiende que su madre lo hace por su bien.
La pieza tiene una narración dinámica, sus escenas son breves y se utilizan podcasts en los que Cami graba sus dudas e inquietudes más íntimas. Y estos, por instantes, se convierten en lo más sustancioso de la historia y más íntimo también. Aunque el desarrollo narrativo del relato es desparejo, hay situaciones jugadas por los personajes de los padres, en los Raquel Ameri y Diego Castro, intentan otorgarles una mayor verosimilitud a sus textos, sus diálogos, sin lograrlo. No porque sus actuaciones sean incorrectas, ambos tienen una experiencia interpretativa muy probada, sino porque se observa un cierto descuido en los textos que le tocaron en suerte, o en las marcaciones de la dirección.
Lo contrario sucede con las escenas entre Marisol Irigoyen (Cami) y Maia Etchichury (Flor), ambas manifiestan una espontaneidad y complicidad muy convincentes y logran despertar un cierto regocijo en el público al escucharlas. A la vez que en ellas dos se apoya el crescendo dramático del relato. El que parte de una situación de imposibilidad, hasta demostrar cómo Cami va perdiendo rápidamente su timidez y logra transformar aquello de “quiero y no puedo, o creo no poder”, en una actitud de gran empatía con el otro. Y es la escena entre Cami y José Giménez Zapiola -que también interpreta suaves melodías en su guitarra a lo largo del relato- la que logra con sus actitudes y cuidadas marcaciones, arribar a ese profundo afecto, que tanto anhelaba en silencio la muy simpática, e irónica Cami.
Las escenas finales permiten observar las herramientas que puso en práctica Cami para animarse a derribar las barreras de la imposibilidad. El personaje está estupendamente interpretado por Marisol Irigoyen, a la que se vio en la serie Metro Veinte/4 Feet Hight. Maia Etchichury se destaca como la extrovertida Flor, en esta comedia dramática, que hereda una suave reminiscencia de los productos Disney.