Llega la versión empoderada de una antigua obra de Cervantes
Mañana sube a escena El coloquio de las perras, un proyecto que nació en España, recorrió varias ciudades y se podrá ver en Buenos Aires sólo por tres funciones en el teatro de Mataderos
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Publicadas en Madrid en 1613, las Novelas ejemplares de Cervantes resultaron unos materiales de gran interés para el público en su momento y luego se han conservado como escritos clásicos que han derivado en numerosos análisis literarios y, hasta algunas veces, se concretaron versiones dramáticas de algunos de ellos. En 2013, en el Teatro Nacional Cervantes, se montaron espectáculos, a propuesta del Centro Cultural España en Buenos Aires quien encomendó a distintos dramaturgos locales teatralizar algunos de los textos que conforman las Novelas ejemplares. Las experiencias se mostraron bajo la modalidad de semimontados.
El libro original está integrado por 12 pequeñas novelas de carácter didáctico y moral. Una de ellas, El coloquio de los perros promovió el interés de la actriz argentina residente en España, Georgina Rey quien le propuso al actor y director Hernán Gené (vive en Madrid hace 25 años) realizar una versión contemporánea de la narración. En ella dos perros, Cipión y Berganza, dialogan sobre sus vidas con una fluidez llamativa. Y allí aparecen circunstancias que involucran a sus dueños y asoman una serie de reflexiones acerca de cómo viven o cómo se los trata.
La dupla Rey-Gené decidió desestructurar el material original. Hacer una reescritura contemporánea en la que ciertas ideas de Cervantes se funden con la historia actual y así ya no son dos perros los que dialogan, sino tres mujeres, tres perras empoderadas que, lanzadas al escenario a jugar, dieron vida a un trabajo que se denomina El coloquio de las perras y que tuvo su estreno en 2021 en el Corral Cervantes de Aranjuez de Madrid.
El espectáculo cuenta con dramaturgia de Joaquín Hinojosa y está interpretado por Amaranta Munana, Esther Acevedo y Georgina Rey y se presentará en tres funciones, a partir del 18 de marzo, en el Cine Teatro El Plata. El equipo de actrices hace tres semanas que está en la Argentina (antes inauguraron la temporada internacional del teatro El Galpón de Montevideo) y presentaron la obra en Córdoba, Rosario, Santa Rosa, La Pampa y Posadas, Misiones.
“El proyecto se le ocurrió a Georgina –cuenta Hernán Gené–. A mí no me interesaba nada hacer Cervantes, ni El coloquio de los perros, ni meterme en el Siglo de Oro. Traté de zafar diciendo que no, pero en algún momento estaba cercado. Estábamos en pandemia, nadie tenía trabajo. Nos pusimos a hacerla. No fue fácil. El texto original es insoportable. Una novela picaresca dialogada, sin más gracia. Un perro le cuenta al otro su vida de perro y el otro filosofa a partir de la experiencia con los valores propios del Siglo de Oro: el honor, la lealtad, este tipo de cosas y me tuve que poner a estudiar la novela. Leía dos páginas y la dejaba, me ponía de mal humor. Realmente me costó mucho”.
Hasta que logró encontrar un punto de partida en el que se abrió un mundo inesperado y que fue armándose con el aporte de cada una de las intérpretes. Así las cosas El coloquio de las perras es un programa femenino de radio, nocturno, al que llaman mujeres para hablar de sus problemas y en él entrevistan a una perra que cuenta algunas cuestiones que fueron tomadas de la novela.
Georgina Rey comenta que leyó la novela por sugerencia de Juan Mayorga con quien estaba haciendo un master de creación teatral. Comenzó a hablar con amigos españoles y todos la habían leído en la escuela. A ella le resultaba una novela de ciencia ficción y desde su mentalidad de productora pensó que estaría buena hacerla porque se podía montar en espacios al aire libre, por cuestiones de la pandemia, y luego la llevarían a una sala.
“Le empecé a preguntar a amigos españoles –explica– y enseguida linkeaban con algo, con cosas de humor, de género. Enseguida les resonaba y la verdad es que el traspaso al género, hablar de perra, resignificó todo. Pasaron muchas cosas entre las tres actrices, sobre todo con Esther que comenzamos haciendo el trabajo y todo realmente cobró otra dimensión, otro peso, porque no es lo mismo el perro al que no lo dejaban entrar al colegio acompañando a los hijos del amo que a las ‘perras’ que, por entonces, no las dejan estudiar. Todo cobraba otra dimensión y nos traía al contemporáneo y ahí, al menos para nosotras desde el trabajo actoral, fue cobrando un grosor”.
Hernán Gené les propuso que en cada ensayo ellas llevaran distintos materiales e ideas para poner en práctica y así lograron desacralizar el texto. Y fueron apareciendo la perra Laika, la historia de la papiza Juana, poemas de Alfonsina Storni. “Hernán abrió esa puerta y dijo todo, todo lo que se les ocurra aunque crean que no tiene nada que ver, tráiganlo –cuenta Georgina Rey–. Teníamos un grupo de chat en el grupo del master donde había muchos latinoamericanos y les pregunté: ‘cómo dicen en tu país perra’. El imaginario popular nos aportó cosas inesperadas. Le dimos a la música María Herrero, que es especialista en Siglo de Oro y muy joven, esos materiales. Hernán le dijo: ‘hace con esto una canción’. Una lista de 200 formas de decir perra. Y así apareció una canción que es nuestro hit. Y esa puerta nos permitió entrar en algo lúdico, muy fuerte”.
En su trayectoria como director Hernán Gené muchas veces se animó a quebrar algunos clásicos y aportarles una mirada disruptiva muy interesante. “Lo hice varias veces –explica–. Prefiero no meterme con el Siglo de Oro español porque soy extranjero. Cuando hago Shakespeare no me importa. Pero en España hacer esta especie de desacralización puede resultar ofensivo, no se bien cuales son los límites a pesar de que ya llevo 25 años viviendo aquí. Tenía ese problema pero una vez puesto a trabajar dije: ‘voy a hacer lo que me gusta y vamos a romper esto, sin ofender’. Pero es verdad, los primeros ensayos fueron insoportables. El teatro isabelino resuena dentro de mi mucho más que el Siglo de Oro español y sus valores. Pero sí, a veces, he creado espectáculos no de clásicos pero sí de la nada, soy ‘un dramaturgo collage’. Los actores van trayendo cosas y voy armando y aparecen nuevas resignificaciones de las palabras, de los gestos. Ahora estoy terminando de escribir un libro sobre dirección y también en él reflexiono mucho sobre la cuestión de que hoy en día la tarea del director y del dramaturgo van casi de la mano. Es imposible que te llamen para dirigir y te den una obra y la hagas tal cual está escrita”.
–En una entrevista, a finales de los años 80, explicabas que no te interesaba ningún texto de la dramaturgia argentina. Y que necesitabas escribir tus propias obras porque nada de lo escrito te representaba.
–Lo que falta ahí en la ecuación es que yo no me he convertido en un dramaturgo. A pesar de que tengo obras escritas, originales, no soy como Veronese, Spregelburd o Daulte, que escriben sus obras. Yo manipulo los textos de otros y los convierto en míos. Muy rara vez me he sentado a escribir una obra de teatro pero, efectivamente, ahora que soy grande reconozco la alta valía de Tito Cossa, de papá (Juan Carlos Gené), de Dragún. Los reconozco ahora. En aquel momento no quería que me hablen de ellos, ¡por favor! En aquellos 80 yo era un poco maleducado. Creía que todo lo que no me gustaba era malo. Ahora veo que hay cosas que a mí no me gustan pero son buenas.
–Georgina, ¿cómo ha sido este proceso de trabajar sobre el género y, además, utilizando la palabra “perra” cuya connotación es muy despectiva?
–Aquí y en todos lados. De hecho tenemos una canción que es nuestro hit que dice eso: “soy un putón, putón”. La pregunta siempre es por qué cantan esto. Es como chocante. Yo digo soy un putón y qué pasa. El problema es del otro, no mío. Es un problema en el que nos ponen. Lo cantamos con orgullo y somos perras con orgullo. Somos “señoras perras”. Y no fue un proceso fácil y también fue un proceso doloroso. Amaranta tiene 28 años y Esther mi edad, tiene 49. Con Esther lo que si nos pasó es que nos encontramos con todo este cambio de paradigma, con nuestra educación, con muchas similitudes de donde veníamos, aunque ella es española y yo argentina. Encontrarnos que estamos en pleno proceso de reeducación con millones de contradicciones y de preguntas y de repreguntas y cambiando todo de lugar y hay cosas incluso para las que no tenemos muchas respuestas y tenemos un lío en la cabeza como mujeres trabajadoras, como hijas, como madres, como esposas. Todo lo estamos poniendo entre signos de preguntas, tratando de darnos otras respuestas a las que nosotros traíamos. Esto también nos pareció interesante mostrarlo en escena y fueron ensayos dolorosos tratando de encontrar otras respuestas.
Para agendar
El coloquio de las perras
Cine Teatro El Plata, avenida Juan Bautista Alberdi 5765
Viernes y sábado, a las 20; domingo, a las 19
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