Las múltiples caras de Nico Vázquez
Hará un unipersonal con mucho de cómic y personajes quebrados que entran y salen de una pantalla
MAR DEL PLATA.- Mientras la mayoría de sus compañeros de la televisión vinieron a la costa con comedias ya probadas, Nicolás Vázquez apostó todas sus fichas a Mutando reanimado , un unipersonal que estrenará hoy, en el Corrientes, y que lo tiene tomado por completo, aunque ya sepa que buena parte del año se lo pasará grabando un nuevo programa producido por Cris Morena.
Mutando... no es un chiche nuevo para Nico (así lo llama todo el mundo). La historia de este unipersonal que dirige Marcelo Cosentino tiene su tiempo. Y aunque él lo trate como un estreno, tampoco es tan así, ya que el show va por el sexto año de vida con interrupciones, modificaciones, mutaciones (y, claro está, reanimaciones varias). Lo explica él, que del tema sabe más que ninguno: "En 2000 estaba desocupado y no sabía qué hacer. Estaba enfermo en casa y me lo pasaba haciendo personajes, no paraba. Una vez, con mi mujer, Mercedes Funes, estábamos tomando algo en un bar y me dijo: «¿Por qué no hacés un espectáculo con todos esos personajes?»". Y se mandó. Dice que lo escribieron en cuatro horas, casi como si lo hubieran vomitado. Se llamó Los Vázquez, locura de familia y lo hacía el mismo Nico con los "personajes que salían de mi propio cuerpo", como dice ahora sentado en una de las butacas de la sala (y caminando de acá para allá porque no puede parar a su propio cuerpo ni a sus propios personajes mientras hace el reportaje).
Lo estrenó en un bar olvidable de Flores en las condiciones que podía para la época. La única preocupación del "director artístico de la sala" era si vendía pizza durante la obra o no. "Ni te imaginás todo lo que aprendí de trabajar en esas condiciones", reconoce. Y como la cosa lo divertía y lo definía como comediante, hizo giras por lugares de esos en los que no queda otra que poner el cuerpo y jugárselas. "Luego pasé a The Cavern, en La Plaza. Ahí estuve siete meses a sala llena. En ese momento ya había más producción", cuenta sin repetir y sin soplar porque así son sus ritmos. Aquello fue un éxito pero tampoco se la cree. De última, la vestuarista era su mamá, a quien no le quedaba otra que comprar las cosas en el Once (un clásico de clásicos). En aquel tiempo estaba haciendo Son amores con un personaje que la pegó. Más tarde hizo ¿Quién es el jefe? y la pegó más todavía.
Muchas cosas cambiaron en estos últimos seis años. Por lo pronto, en términos mediáticos, su llegada cambió radicalmente. "De todos modos, lo que no cambió es la esencia, la energía del espectáculo. Ahora el show está más grande, más ordenado, más completo; hasta cuento con un director. Pero es el mismo espectáculo aquel que empezó en Flores", cuenta con cierto orgullo por el tiempo vivido. "No tiene nada que ver con lo que hago en la televisión, acá apelo a un humor más negro, más ácido", acota en una de las salas del Corrientes.
-Seguramente te habrán ofrecido formar parte de alguna obra de las que se están presentando acá. ¿Por qué no aceptaste?
-Ayer Carlos Calvo justo me preguntó lo mismo [se ríe]. Hago esto porque me hace feliz, porque quiero hacer este tipo de comedia, porque quiero jugar con estos personajes, con la cosa esquizofrénica que tiene todo esto.
La veta multifacética de Nicolás Vázquez le permitirá dar vida a varios personajes. Por ejemplo: una mujer que se las trae, una especie de Iván de Pineda que quiere ser presidente y lanza su plataforma en Punta del Este (obvio) o un discapacitado que va a parar a uno de los tantos programas de esa televisión de la que Nico forma parte pero acá decide burlarse. "Y ojo que yo amo a la tele. La tele no te deja pensar y eso es un riesgo que asumo", dice.
En medio de la nota, muestra parte del riguroso trabajo de animación creado por Christian Alonso, describe con chochera de padre las características de la pantalla de la cual entran y salen esas criaturas que están al borde de lo freak , pone la música bien fuerte porque es lo que busca y se entusiasma con el trabajo de arte y escenográfico de Malcom Pozzi. "Estamos muy seguros de lo que estamos haciendo", apunta con los ojos bien abiertos.
"Poné play, Marcelo ¡Pará ahí! ¿Ves acá? Bueno, yo ahora aparezco desde atrás y digo bla, bla, bla, hasta que ", cuenta como si fuera un disco de 78 revoluciones. Entonces, baja corriendo hasta una de las butacas y sigue contando la obra mientras apela a miles de muletillas onomatopéyicas, como si él mismo fuera un personaje de un cómic o fuera Mork sin su Mindy (serie que decididamente ama). "A este personaje lo atropella un Fiat 600. Todo mal. Entonces, bla, bla, bla y ...", vuelve a engancharse.
"¿En serio que te gusta?", pregunta cuando terminada esta especie de show/reportaje e, increíble pero real, ahora se relaja un poco.
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