Las cargas, un genial laboratorio de juegos teatrales
Las distintas posibilidades que habitan el cuerpo del actor
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★★★★ Dramaturgia y dirección: Christian García. Intérpretes: Pablo Chao, Lucas Crespi, Laura Nevole. Vestuario: Lara Sol Gaudini. Escenografía: Darío Coronda Kartu. Iluminación: Ricardo Sica. Sala: Casa Teatro Estudio, Guardia Vieja 4257. Funciones: Viernes, a las 21. Duración: 45 minutos.
Mientras que otras artes soportan mejor el viajar de un soporte a otro, el teatro todavía tiene esa característica de ser un arte pesado. Su existencia está en los cuerpos que lo portan y en el contacto que se establece entre ellos y el público. Esta carga propia de lo teatral se entiende clarita cuando se va a ver Las cargas, donde el aquí y ahora que establece la capacidad de sus actores consigue hacer de una obra con ribetes absurdistas, con escenas sueltas que a veces se rozan, un hecho teatral en plena regla.
El espacio consta solo de dos banquitos y varias cajas de cartón. Esta limitación escenográfica es ideal para mostrar los recursos actorales. Y ahí es donde el trío brilla. Los tres trazan una diagonal, Pablo Chao en uno de sus extremos, Laura Nevole en el otro, de espaldas, y, en el medio, Lucas Crespi. El primero empieza a moverse, un baile mínimo, un impulso que crece y va tomando a los otros dos. La coreografía, explicada, no es gran cosa pero, en presencia, el público es inmediatamente tomado por esa convención que parece estar formada de casi nada. Se ve en esto un trabajo de laboratorio, donde la dirección de Christian García ha tomado y dirigido propuestas nacidas de los cuerpos poéticos de los actores.
Empiezan a sucederse, una tras otra escenas, en las que el título se vuelve efusivo: todos los personajes cargan con el que tienen al lado. En ese juego de mutuas tensiones hay mucho de humor, por momentos se repite una palabra, un espacio, que pasó como un relámpago en una anterior, a veces un personaje parece retornar. Como en un libre juego de asociación, el juego del flujo de la conciencia está fijado en el fluir de los actores que pueden cambiar de personaje, de situación, siempre con un trabajo sobre lo mínimo y siempre divertidos.
En Las cargas vemos las distintas posibilidades que habitan en el cuerpo del actor. Y hoy, que el cuerpo es algo tan en conflicto, hay algo sanador en el volver a encontrarse con cuerpos que saben transformar el sinsentido en algo trascendente y revelador.
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