La vuelta de los 4 fantásticos: Esteban Lamothe, Pilar Gamboa, Susana Pampín y Esteban Bigliardi reunieron a “los primos”
Dirigidos por Romina Paula, a 14 años del estreno de El tiempo todo entero estos talentosos creadores que tienen algo de familia funcional volvieron a juntarse en un escenario en Sombras, por supuesto
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Toda historia tiene su prehistoria (como sus derivas). La de la obra El tiempo todo entero, aquella verdadera gema de la escena alternativa, tuvo todos esos condimentos. Ese montaje estrenado en 2009 se convirtió en uno de esos trabajos alumbradores que, como sucede con algunas obras de la escena alternativa, con el tiempo cosechó merecidos premios y reconocimiento en otras plazas del mundo. Aquello fue una versión personal de El zoo de cristal, de Tennessee Williams. En escena estaban Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi, Susana Pampín y Esteban Lamothe; la dirección y dramaturgia era de Romina Paula. El grupo se llamó Los Primos. En ese potente y perturbador montaje se mezclaban situaciones de El zoo de cristal junto con el universo de Frida Kahlo y esa poética tan propia de Romina Paula en la que siempre, de manera insospechada, está el humor en lugares que parecen imposibles. Terminaba con la canción “No hay nada más difícil que vivir sin ti”, en la voz de Marcos Antonio Solís, y cantada en modo catártico por ellos.
Todo aquello de aquel lejano tiempo fue anterior al estreno de El estudiante, la emblemática película de Santiago Mitre (el mismo director de Argentina, 1985) en la que trabajaron Lamothe y Romina Paula. Fue antes de que Esteban Lamothe se convirtiera en una figura clave en varias series de televisión o del teatro comercial. A raíz de la visibilidad que tuvo ese trabajo con el otro Esteban, Bigliardi, Lamothe protagonizó el film Villegas. Allí “los Esteban” hacían, justamente, de dos primos que se iban hasta a la ciudad de Villegas para el entierro de un abuelo. El tiempo todo entero también fue anterior a que Pilar Gamboa protagonizara películas dirigidas por creadores tan disímiles como Adrián Suar, Mariano Llinás o Lucía Seles. Actualmente, ella –como integrante del grupo Piel de Lava (esa otra especie de gran familia escénica actual)– está presentado la obra Parlamento. El presente de Susana Pampín, la cuarta integrante de Los Primos, también tiene varias hojas de ruta que corren en paralelo: acaba de llegar de Viena y de Atenas, ciudades en las que estrenó la última obra de Mariano Pensotti, llamada, justamente, La obra; y sigue haciendo funciones de Tarascones, otra obra de culto.
De volver al punto de partida del grupo Los Primos, temporada 2009, tal vez por los caminos recorridos por cada uno de ellos a partir de aquello, como por las bifurcaciones en sus trayectorias, la vuelta a un escenario de esta familia creativa parecía algo ya imposible. Sin embargo, por suerte para los espectadores, vuelven a sorprender, a emocionar, a conmover. Silbando bajito, y casi bajo la forma de un trabajo en proceso, acaban de estrenar Sombras, por supuesto, propuesta en la que tomaron como punto de partida la producción cinematográfica de Fassbinder y el deseo de volver a compartir un escenario.
Como no podía de ser de otro modo, lo hacen de la mano de Romina Paula, la talentosa actriz, directora, dramaturga, guionista y novelista de mundos cautivantes. Lo que sucede en Arthaus es, nuevamente, fiesta, celebración, condensación de capas permanentes, el humor habitando lugares insospechados y actuación en estado puro. Como era de imaginar, a la primera función del lunes concurrieron muchos de sus groupies, quienes hoy forman parte de las grandes ligas del cine y del teatro y que iniciaron sus pasos, como ellos mismos, en el territorio del indie porteño. “Esa primera función fue un momento tan abismal como íntimo”, confesaba días después Esteban Lamothe en conversación con LA NACION. “Teníamos ganas de hacer algo juntos, fue el impulso de reencontrarse. Fue como algo mágico”, suma Gamboa.
La génesis de todo este reencuentro la cuenta Estaban Bigliardi: “Hace muchos años, Romina, Pilar, Estaban y yo pasamos por el estudio de Alejandro Catalán, quien fue alguien que siempre incentivó a que los actores tuviéramos iniciativa para generar nuestros propios proyectos escénicos”. En ese orden de cosas, los tres empezaron a juntarse hasta que llamaron a Romina para que los viera, ordenara el caos regido por el juego de las improvisaciones. A los pocos meses, les llevó el texto de Algo de ruido hacen, la primera de las obras de esta banda antes de que se llamaran Los Primos. “El origen de habernos juntado tuvo que ver con algo que, hoy en día, todavía me conmueve mucho: las afinidades que generamos en ese momento de la vida en la que todos estábamos buscando un camino y en el cual te juntás con gente que lee los mismos libros que vos, que ve cierto cine y que escucha determinada música. Y otro punto en común: compartir el sentido del humor, algo clave para empatizar con el otro. Hacíamos funciones de teatro y, en los tiempos libres, siempre seguíamos haciendo cosas juntos”, se explaya este brillante intérprete.
En 2007 estrenaron Algo de ruido hace, en Espacio Callejón. En aquella oportunidad el grupo se llamó de otro modo. La acción transcurría en una casita cerca de Miramar que habitaban los hermanos Colo y Nacho (interpretados por Bigliardi y Lamothe, respectivamente). Sorpresivamente caía una prima, personaje a cargo de Pilar Gamboa, que terminaba destapando recuerdos olvidados de la infancia. Todo el tiempo daba la sensación de que ese micromundo iba a dar un giro violento, pero no. De chicos habían compartido vacaciones, misterios, juegos, charlas durante siestas o fiestas nocturnas; pero eso ya no sucedía. En algún sentido, eso mismo podría haber pasado con los integrante de Los Primos en su vuelta al escenario. Pero no: la fiesta continúa.
Una de las que se acercó a la sala de Almagro para ver ese montaje fue Susana Pampín. Era la primera que se topaba como espectadora con esos tres actores, según recuerda en un post publicado en sus cuenta de Instagram. Quedó, como ella misma reconoce, “prendada”. A la salida, siguió “pensado en esos hermanos con esa prima y en lo presente de esa ausencia de la madre muerta hace un tiempo en el piso de arriba y en las múltiples capas de humor, mundo y sustancia poética, por así decir, que encarnaban. Recuerdo muy claro mi pensamiento: quiero actuar con esta gente, aunque sea haciendo de la madre muerta en el piso de arriba”, escribió, como si fuera un texto de Romina Paula.
Al poco tiempo, Romina Paula la llamó para hacer de la madre (”no muerta, sino vivita y coleando”, como apunta Pampín) en El tiempo todo entero. La obra, como respetando cierta cábala puesta en práctica con la obra anterior, también se presentó los miércoles en Espacio Callejón (pero también en la glamorosa sala parisina del Théâtre du Rond-Point). En 2013, vino un tercera obra llamada Fauna. Esa vez Lamothe no pudo sumarse por otros compromisos y al power trio de actores se sumó Rafael Ferro (“más que un grupo, ellos son una familia; por lo cual, fue como reemplazar a un miembro de esa familia. De todos modos, me la hicieron fácil”, reconoció el talentoso actor días antes de su estreno). Pero, en lo formal, como el grupo Los Primos, el único mojón anterior a la propuesta actual fue aquella obra conmovedora como desconcertante que terminaba con el tema de Marco Antonio Solís.
“Algo de ruido hace y El tiempo todo entero fueron como una gran vidriera para todos nosotros que hizo que gente de cine nos empezara a convocar. A Lamothe lo llamó Santiago Mitre; a Pilar, Mariano Llinás; a mí, Rodrigo Moreno, para la película Un mundo misterioso. No me gusta llamarlo así, pero de alguna manera con esas obras nacieron nuestras carreras, fueron nuestro trampolín para trabajar en cine, en teatro y hacernos más conocidos. Fue un lugar que nos dio una especia de aura -repasa Bigliardi-. Este mismo año estuve en el Festival de Cannes con otra película de Rodrigo Moreno y en septiembre me voy al Festival de San Sebastián con un film de Martín Rejtman. Claramente estos dos proyectos que me están llevando a dos festivales de clase A en el mismo año es porque ambos cineastas me vieron actuar en obras de Romina Paula”.
Del Abasto se mudaron a pleno microcentro porteño, a Arthaus. Ahí es donde esta familia se rearmó y en donde están haciendo funciones. “Nos volvimos a juntar después de casi diez años. Nos pasó de todo a todos, pero cuando actuamos juntos el tiempo se detiene. Es como estar en casa”, suma su impresión Pilar Gamboa en otro comentario que publicó en las redes sociales.
Entre El tiempo todo entero y Sombras, por supuesto, en esos dos trabajos cargados de capas, hay cuestiones que se repiten. En lo narrativo, el tema de la maternidad. Desde otra perspectiva, el uso de esos chalecos, poleras, pullovers con rombos que parecen haber sido comprados en la desaparecida Ángelo Paolo. De aquel final en El tiempo todo entero en el cual los personajes terminaban cantando “No hay nada mas difícil que vivir sin ti” ahora terminan diciendo (hasta cantando, como si fuera un balbuceo) eso de “luz, luz, luz del alma; soy un hombre que espera el alba”, tema de Divididos. En una oportunidad como en la otra, el registro fotográfico es de Sebastián Arpesella (otro integrante de esta familia).
En todos estos años, los caminos de ellos se bifurcaron, pero el afecto y la admiración que se sienten está intacto (se nota al verlos en escena). Ahora Esteban Lamothe anda con el pelo rubio porque viene de filmar una película con Carla Peterson. Se lo dejó porque le gusta y porque, dice al pasar, “daba algo medio Fassbinder” (la obra comienza con una cita de una de sus películas). Si bien durante los últimos años su trabajo fue fundamentalmente en televisión, cine o en el teatro comercial, sintió que era hora de volver al teatro. La idea de reagrupar a Los Primos se la contó a Bigliardi y, al toque, se sumó la “rama femenina” de esta familia tan funcional. “Pensamos que iba a hacer imposible juntarnos por los trabajos de cada uno, pero no: es como un milagro que hayamos podido volver a estar juntos. Yo tengo la visión de que juntos se arma una sola voz, cosas no me sucedió en muchas otras obras. Cada cual sabe en qué parte de la cancha está. Es una forma de trabajo democrática y muy amorosa. Como sucede con las obras de Romina, las vas entendiendo mientras las hacés”, admite el actor, pendiente de ir sumando información a las tres funciones que llevan realizadas.
En febrero empezaron a juntarse a improvisar como hacían en el taller de Catalán. Hubo ensayos en los que solamente hablaron de sus vidas, de los hijos, del reencuentro. Así fue surgiendo el material. “Fue como volver a ver tus primos que viven lejos y con los cuales compartiste miles de cosas. Y, aunque parezca extraño, la intimidad se da al segundo aunque haya pasado el tiempo. Nosotros nos volvimos a reír como antes mientras Romina escribía. A los meses, teníamos la obra que todavía ahora estamos entendiendo. Lo concreto es que estamos de nuevo en el viaje de volver a estar juntos. No sé..., es muy milagroso todo, hay mucha alegría de estar ahí”, apunta Bigliardi.
Qué tipo de recorrido tendrá Sombras, por supuesto luego de las funciones pautadas en el marco del ciclo de Paraíso Club, una plataforma de creación de obras gestionada por talentos creadores escénicos, es una incógnita. “Primero teníamos ganas de pasar a un teatro, pero quizás nos quedemos en Arthaus con funciones muy puntuales que iremos anunciando. No lo haríamos por esnobismo, sino tratando de encontrar los huecos en la agenda de cada uno”, admite el otro Esteban, Lamothe.
De suceder eso de “funciones puntuales” no sería raro imaginar que si programan una función un lunes por la mañana, la sala esté llena. Los cuatro fantásticos siempre algo de ruido hacen. El tiempo, todo enterito, les pertenece (por supuesto).
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