La reconversión de un actor
Inspirado en Marcel Marceau, del mimo pasó al teatro, donde diversifica sus roles
Horacio Marassi no tiene blog personal que dé cuenta de su trayectoria en cine y en teatro; no tiene guardadas en los bolsillos las típicas frases y poses de ciertos actores ni está acostumbrado a las entrevistas. Si varias veces se acercó a la redacción de LA NACION fue para traer gacetillas de los espectáculos en los que trabajó.
Pero a fuerza de trabajo y talento, actualmente tiene tres espectáculos en mente. Veamos: los miércoles actúa en Conga , pieza de Luis Cano; los jueves, en Cuántos muertos hacen una matanza , obra de Horacio Banega, y el resto de la semana ensaya Vuelve la rabia , un trabajo de Walter Jakob y Juan Pablo Gómez, del cual será protagonista.
Horacio debutó como actor en la Compañía Argentina de Mimo de Angel Elizondo en el trágico año de 1976. Hasta ese momento, era fanático del cine de autor. Es más: tuvo ganas de estudiar cine, pero como no había terminado el secundario (pues dejó en el último año del industrial) no pudo darse el gusto. Una noche vio por televisión a Marcel Marceau. "Me atrajo tanto, que me puse a estudiar mimo. Después me pareció que todo lo que hacía era lo mismo...", reconoce.
En aquel momento tenía 23 años, ya había estudiado fotografía y trabajaba en electricidad ("incluso ahora lo hago cuando no tengo publicidad o cine"). Cuando entró a lo de Elizondo sintió que aquello era una locura, una locura que lo fascinó y que le duró muchísimos años. Aquellos fueron los mejores años del mimo. Por el grupo de Elizondo transitó una infinidad de actores que siguieron tomando vuelo en la década del ochenta, con el Parakultural como nave insignia.
"Era un grupo de mucho trabajo, aunque un poco cerrado. Producíamos espectáculos importantes y fuertes para la época", recuerda. Ejemplos sobran. En Apocalipsis según los otros eran 25 actores en escena. Los diarios estuvo varias temporadas en cartel. "En ese momento había una agencia que repartía los vales de promoción -cuenta-. Nosotros decidimos hacerlo por nuestra cuenta. Llegamos a repartir 60 mil vales por semana. Me acuerdo de que nos parábamos en las puertas de las facultades, a las cuales ni se podía entrar porque los servicios te corrían, y estábamos dos o tres horas diciendo exactamente lo mismo. Pero daba sus frutos. En el Margarita Xirgu llegamos a hacer cinco funciones semanales, dos los sábados, a fuerza del vale."
Las cosas cambian. Si en aquel momento hacía cinco funciones en un teatro enorme, ahora va a estar haciendo tres espectáculos por semana en salitas chicas. Y si bien con el paso del tiempo el mimo no pudo reconvertirse (a lo sumo siguió viniendo Marcel Marceu para hacer exactamente lo mismo), él logró refundarse. "Daniel Veronese comenzó trabajando con títeres y luego se fue para el teatro objeto; eso atrajo a otros espectadores. Pero con el mimo no sucedió algo así", dice.
Pero como él encontró ese atajo, desde hace unos años terminó formando parte de trabajos con otras textualidades, con actores jóvenes y con directores preocupados por otras búsquedas formales. Por eso su nombre aparece asociado a Lola Arias, Luis Cano, Emilio García Wehbi, Horacio Banega, Martín de Goycochea o a Jorge Sánchez.
-Más allá del tema de la voz, ¿te costó el paso del mimo al teatro?
-La cosa se fue dando. Mi segundo trabajo fue en El desmadre , de Jorge Sánchez. Ahí, por ejemplo, estaba apichonado... Lo bueno es que disfruto de trabajar; en los ensayos, me divierto.
-¿Cuándo sentiste que habías superado el apichonamiento?
-En La masa neutra , segundo trabajo de Jorge, ya me sentí mejor. Ahora bien, los tres espectáculos en que voy a estar son muy diferentes entre sí y eso es algo que me gusta. Me gusta la variedad del registro.
Debe de ser cierto. Por lo pronto, en Conga , de Cano, con dirección de Lorena Ballestrero, hace del Topo, un policía retirado. En Cuántos muertos hacen una matanza , con dramaturgia y dirección de Horacio Banega, es director de un museo. Su tríptico se completará el domingo 15, cuando estrene en Espacio Callejón Vuelve la rabia , un trabajo de Walter Jakob y Juan Pablo Gómez, en el cual hará de un luchador de catch.
A lo largo de sus 56 años, Horacio Marassi trabajó en más de treinta y pico de obras de teatro. "Una vez hice lo que vos hiciste, eso de buscar en Internet todo lo que me nombra. Fui al locutorio cerca de casa y me fijé. Me llamó mucho la atención verme ahí metido. Es raro, ¿no?".
Y se queda mirando las páginas impresas, quizá sorprendido de él mismo.
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