La otra escena: Tantanian y Couceyro, sociedad imbatible
Vuelven con El rastro, en la terraza del Malba
Nació en los jardines de la Biblioteca Nacional. De ahí, pasó a una típica sala alternativa, y de esa sala se expandió a otras del interior del país. Luego, de tierras provinciales viajó al exterior (Madrid, para más datos) y del exterior volvió a Buenos Aires para refugiarse en el patio de una vieja y paqueta casona cultural. Como sucede con algunos trabajos de la escena alternativa que terminan imponiéndose por fuerza propia, ahora vuelve. En verdad, volverá en febrero para apropiarse de una terraza de glamorosas visuales. El trabajo del que se hace referencia se llama El rastro, una versión teatral sobre la novela de la escritora mexicana Margo Glantz dirigida por Alejandro Tantanian y la actuación de Analía Couceyro. El lugar, esta vez, la terraza del Malba.
La asociación entre Tantanian y Couceyro viene de lejos. Juntos ya han hecho maravillas. Él es un artista mutifacético que sabe apoderarse de materiales dramáticos y hacerlos habitar espacios poéticos propios. Ella, desde sus lejanas experiencias con Ricardo Bartis, es una trabajadora de los matices, una manipuladora de ese tipo de intensidades que dejan huella en el espectador. En El rastro hay que sumar al músico Rafael Delgado (quien ya había trabajado con la dupla en Almas ardientes).
La asociación entre el teatro (o las experiencias escénicas, para ser más preciso y genérico) y el Malba también viene de lejos. De hecho, hace ya varios años se montó en uno de sus baños una obra de teatro. Hubo otra vez, en épocas más recientes, en la que buen parte del edificio estuvo copado por experiencias en vivo a cargo, básicamente, de bailarines y actores. Alternativamente, el edificio suele ser caja de resonancia de reflexiones, charlas o simposios en los que desde una institución museística se tiende puente con el hecho performático. Sucede en otros espacios similares de la ciudad. Sucederá, desde el primer martes de febrero, todos los martes, a las 19:30, en esa terraza con vista al Palacio Alcorta construido por el italiano Mario Palanti. Palanti es el mismo que construyó el Palacio Barolo. Era un fanático de Dante Aligheri y todo, en este contexto, parece deliberadamente teatral al borde de la sobreactuación.
"El corazón tiene impulsos que la razón desconoce", dice y repite varias veces Analía Couceyro durante este "melodrama crepuscular" en el cual el bolero, ciertas piezas de Bach y el tango se articulan con las intensidades de Nora García. Como telón de fondo: la ciudad, su paisaje, su crepúsculo. Todo, sencillamente, tentador.