Producida por China Zorrilla y protagonizada por Gianni Lunadei y Mirta Busnelli, Arlequino era un fracaso de público; a punto de levantarse, fueron los actores de las otras obras los que revirtieron la historia; el papel clave de Les Luthiers
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Desde hace décadas, la ciudad de Mar del Plata cumple el rito de convertirse en la capital del teatro de verano. La gente de todo el país que llega a sus playas completa el espacio vacacional con esa costumbre adquirida a lo largo de los años de ir a las salas teatrales. El fuerte de la programación marplatense se nutre de comedias de puertas, actores de fuerte llegada televisiva, stand-ups, la presencia de los galancitos, unipersonales, humoristas y, en otros tiempos, importantes producciones de corte (neo) revisteril. Pero, como siempre, hay excepciones: éxitos que no responden a esa norma no escrita o espectáculos que tienen nombres para ser fichas ganadoras y que terminan fracasando olímpicamente.
En 1975 se entregaron por primera vez los premios Estrella de Mar, el galardón que destaca las mejores producciones del año. Entre el jurado estaban figuras televisivas y asociadas al verano como Juan Alberto Mateyko, Sergio Velasco Ferrero, José de Ser y Víctor Sueiro. El listado de los ganadores de aquella temporada tiene lo suyo. El bailarín y coreógrafo español Antonio Gades recibió el premio por mejor espectáculo de ballet por Bodas de sangre, obra que venía de hacer gira por Estados Unidos y Latinoamérica. Les Luthiers ganó como mejor espectáculo musical (volvieron a ganar otro premio Estrella de Mar en 1982). El productor Enrique Carreras recibió una mención por haber construido un teatro. Y entre la nómina de ganadores hay dos montajes que acapararon varios premios y que, en perspectiva, tienen algo del orden del hito, de haber dejado una marca.
En Mar del Plata se presentó Yerma, el clásico texto de García Lorca con puesta del tucumano Víctor García, una de las figuras de las vanguardias de la escena mundial. La obra la protagonizaba Nuria Espert, la gran dama de la escena española. Yerma ganó como mejor escenografía y Espert como mejor actriz. La puesta de Yerma estaba compuesta por un único elemento escenográfico: una lona elástica que caía en plano inclinado hacia la platea. Antes de su temporada en Mar del Plata, se había presentando en Buenos Aires. Los sábados quedaban unas 500 personas fuera del Astral.
La puesta de Víctor García había llegado al teatro Neptuno de Mar del Plata luego de que este renovador de la escena se tuteara con las figuras más destacadas de la escena europea. En 1971, Sir Laurence Olivier lo había invitado a dirigir una obra en la sala que él estaba dirigiendo en Londres. Venía de montar un texto de Fernando Arrabal protagonizado por Anthony Hopkins. El maestro Peter Brook había afirmado que Víctor García era “un director de un fino talento capaz de romper las barreras del idioma y la forma convencional”. Para Samuel Beckett, García fue el que “renovó el debilitado teatro francés”. Entre tantos premios y honores por parte de los exponentes de la vanguardia escénica más prestigiosa, sumó un Estrella de Mar.
En el listado de los premios de aquella lejana temporada hubo otra obra que acaparó dos premios: Arlequino, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni. Obtuvo el galardón como mejor obra de la temporada (compartiéndolo con Una Luna para el bastardo, en donde actuaba Aldo Barbero) y Gianni Lunadi, el estupendo intérprete que acabó con su vida en 1998, obtuvo su Estrella de Mar como mejor actor en esta obra clásica de la Commedia dell’arte. El montaje, que ya había pasado por Buenos Aires, lo dirigió Villanueva Cosse y lo produjo China Zorrilla. En el elenco figuraban el mismo Villanueva Cosse, Pepe Novoa, Ulises Dumont, Mirta Busnelli, Alicia Zanca, Mariquita Valenzuela, Alicia Aller, Néstor Hugo Rivas, Carlos del Burgo y el uruguayo Roberto Jones. Aquella noche, la puesta de Arlequino tuvo su noche de gloria. Pero, detalle, venía de ser uno de los grandes fracasos de la temporada.
En el 2000, el Consejo Deliberante de la ciudad de Mar del Plata honró a China Zorrilla. En ese marco, la actriz, directora y productora uruguaya recordó aquella experiencia tan frustrante como expansiva. La gran contadora de historias comentaba en aquella oportunidad que, en vez de largarse a producir una obra con dos personajes y con ropa del día “que no me complicara la vida ni el bolsillo”, optó por Arlequino, que la había visto en Montevideo dirigida por Villanueva Cosse. “Villa, quiero hacer en Buenos Aires Arlequino y quiero que tú lo dirijas”, le dijo ella. “Eso es muy caro”, le contestó él. Y aunque no tenía dinero, China consiguió los billetes necesarios.
La estrenaron en el desaparecido teatro Odeón de Buenos Aires. Tuvo excelentes críticas, pero no iba mucho público. Contra todo sentido común, le proponen llevarla a la costa. “Estoy hablando de la Mar del Plata de hace más de 25 años, con dos funciones por día, con todos los espectáculos llenos. Conseguir una entrada para Mar del Plata un sábado a la noche era tan difícil como para un martes o lunes de mañana”, comentó en aquella charla.
La estrenaron en el teatro Diagonal, lejos del dowtown marplatense. Iba muy mal de público. “Había 20 personas que al terminar la función lloraban y gritaban y yo les decía “por qué no les cuentan a los demás para que vengan”. El famoso boca a boca, de qué hablan mañana en la playa. Pero la cosa no mejoraba, yo tenía que pagar todos los sueldos”, recordó. Al punto de la quiebra, juntó al elenco. “No les puedo seguir pagando, nunca dejé de pagar un sueldo pero soy una productora novata, no debí meterme en este baile y Arlequino tiene que bajar de cartel”, les dijo. Y sacó una carta de su galera: les propuso despedirse con una función un lunes dedicada a los actores de teatro que estaban haciendo temporada en Mar del Plata. Aquel lunes, todos los elencos fueron a ver la triste despedida de Arlequino.
Terminada la función, China Zorrilla salió al escenario. “Parece que les gustó el espectáculo, pero esta es la última función porque la gente no viene a vernos. Acaban de ver el último Arlequino en Mar del Plata y, quizás, en Argentina”, dijo frente a la platea. En el hall se encontró con los integrantes de Les Luthiers, Nélida Lobato, Soledad Silveyra, Susana Rinaldi, los galanes de varias comedias del centro, el elenco de Orquesta de Señoritas y siguen los nombres. Todos le hablaban de las virtudes de la obra que estaba haciendo su función de despedida. En medio del revuelo, se topó con la novedad. “No baja de cartel. Todos nosotros la vamos a mantener”, le dijeron. Así fue.
Al día siguiente hubo una reunión en el Hotel Provincial. Fueron todos los elencos de Mar del Plata. Unos decidieron hacerse cargo de tres sueldos, otros pagaban el equipo técnico, la publicidad y así las cosas. Desde ese lunes, todos los elencos de Mar del Plata, al terminar sus respectivas funciones, aconsejaban al público ir a ver la obra de Goldoni. Así fue como la sala empezó a llenarse y, como un gran broche de oro, el espectáculo obtuvo el Estrella de Mar como la mejor obra de la temporada.
Durante aquella charla frente al público en la que hizo referencia a aquel suceso, China Zorrilla recordó un poema francés. “Si todos los hombres del mundo quisieran darse la mano se podría hacer una rueda alrededor del mundo/Si todos los hombres jóvenes quisieran ser marineros se harían de sus barcas un puente sobre las ondas/ así que se podría hacer un puente alrededor del mundo si todas las gentes del mundo se dieran la mano”, lo recordó durante aquella charla. “En mi concepto- reflexionó-, ese poema se parece a este episodio de Arlequino. La solidaridad de la persona por su colega en desgracia, la generosidad con que daban aquellos sueldos o lo que fuera necesario para que la obra no baje de cartel, hace que este sea un capítulo de mi vida muy especial en Mar del Plata”.
A muchos años de aquella experiencia única, suma su recuerdo Mirta Busnelli. “Para mí ese espectáculo fue de una belleza muy grande. Villanueva, con todo el elenco, hizo cosas muy originales en un trabajo de fuerte carga corporal, casi acrobático. Gianni Lunadei, que tenía una figura alta y flaca, siempre andaba como enroscado Su trabajo era magnífico. Y si bien Villanueva era como el niño mimado de Buenos Aires, la obra no funcionó, iba muy mal de público. Recién cuando se hizo aquella función se dio vuelta la tortilla. El apoyo de los Les Luthiers, que ya estaban en su máximo apogeo, fue fundamental. Todas las figuras del momento salieron a bancar al espectáculo, y eso fue muy emocionante”, recuerda la brillante intérprete en diálogo con LA NACION. Fue a partir de su trabajo en esa obra que Antonio Gasalla la convocó para que fuera parte de su primera producción comercial. En su recuerdo, la figura de China Zorrilla ocupa un lugar central. “Lo suyo con Arlequino fue un acto de valentía”, reconoce.
“Es tan lejano en el tiempo todo aquello…”, es lo primero que dice Villanueva Cosse a este cronista cuando se le pide su recuerdo sobre aquel hecho de 1975. Al mismo tiempo que montó el texto de Goldoni en Mar del Plata, junto a China Zorrilla protagonizaron Mi querido mentiroso. Tampoco anduvo bien de público, un fracaso que no hubo forma de salvar. Al poco tiempo, lo llevaron a la sala principal de El Galpón, de Montevideo. Éxito de público. “Arlequino provocó mucho revuelo -señala el director, actor y dramaturgo-. No tanto por la obra, sino por la actitud de los actores en general y, en particular, los Les Luthiers y Soledad Silveyra. Yo recién llegaba de Montevideo y mucho no entendía, pero todo lo sucedido me dejó una sensación contradictoria. Por un lado, el hecho de que los actores mostraran esa solidaridad era como estar viviendo una fantasía deseada, como ser parte de un movimiento muy dulce. Pero, por otro lado, la gente no entendía que en ese teatrito había algo bueno para ver. En la cultura, en el arte en general, suele suceder que ciertos hechos pasen inadvertidos. El poderoso circuito comercial hace que experiencias como Arlequino no se destaquen, no lleguen a hacerse notar. Pero, bueno, es cierto que gracias a los colegas, a los otros artistas, Arlequino tuvo su revancha”.
Y más que eso: la historia de todo lo sucedido alrededor de la obra que se presentaba en un teatrito alejado del centro es una de las páginas más bellas del teatro de verano en Mar del Plata.
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