La nueva etapa de un espacio emblemático del off porteño
Javier Daulte tomó las riendas de la programación del Espacio Callejón, que renueva su oferta con propuestas de indiscutida calidad y excelencia
No hace tanto, en el verano de 2015, el destino del Espacio Callejón era incierto. Un reclamo judicial a la histórica dueña del lugar, Alicia Leloutre, puso en peligro la continuidad de uno de los teatros más emblemáticos del off porteño, inaugurado allá por junio de 1993. Pero apareció Javier Daulte en el momento justo, compró la propiedad donde funciona la sala y no sólo la mantuvo en funcionamiento, sino que la potenció, diseñando una programación con atractivas ofertas de lunes a lunes. "La idea no es llenar el teatro de programación con cualquier cosa. Sólo programo lo que interesa. El problema es que me interesan muchas cosas", dice el reconocido dramaturgo y director. "Estaría celoso si alguna de estas obras que programo estuvieran en otra sala. Creo que ésa es una señal muy clara. Por suerte, hay mucho interés en estar en el Callejón. En Buenos Aires hay un pequeño seleccionado de salas independientes: El Camarín de las Musas, el Beckett, El Extranjero y nosotros solemos ser primera opción para las creadores. Eso te relaja mucho".
Un poco de historia
Arquitecta y reconocida escenógrafa con enorme experiencia en el ámbito teatral, Alicia Leloutre compró la propiedad donde funciona el Callejón con otros tres socios (dos eran actores ya muy conocidos, Miguel Ángel Solá y Juan Leyrado). Armó su casa en la planta alta del lugar, que en aquel momento era bastante precario (el precio de compra revela que las condiciones no eran óptimas: apenas 12 mil dólares), y luego llevó adelante un trabajo de cinco años de construcción del espacio. Una curiosidad: Fito Páez ensayó ahí el disco más exitoso de su carrera, El amor después del amor (1992). A cambio de usar la sala, ofreció acustizarle el techo y así se hizo. "También ayudaron mucho Gustavo Ferrari y Esther Goris aclara Leloutre. De hecho, inauguramos con una obra de Esther, El otro sacrificio. En esa época, las únicas salas eran Babilonia y la nuestra, que se llamaba El Callejón de los Deseos por una cita a la telenovela escrita por Goris en la que trabajaba Solá, Cartas de amor en cassette. Después vino Alejandro Tantanian con Potpourrí violento y un poquito más adelante llegó el desembarco de El Periférico de Objetos. Ahí la sala estalló. Se llenaban todas las funciones, y entraban 120 personas en cada una porque teníamos un primer piso habilitado que dejamos de usar después de la tragedia de Cromañón". A lo largo de su intensa y productiva existencia, el Callejón tuvo muchos hitos: Emilio García Wehbi fue el director artístico de una etapa muy recordada y fueron programadas en la sala obras muy exitosas como Todos contentos, del grupo El Descueve; El tiempo todo entero, de Romina Paula; y ahora La Wagner, de Pablo Rotemberg, uno de los sucesos de esta temporada (los sábados a las 21, ya quedan pocas funciones, pero vuelve a fin de año).
Una sala renovada
Cuando se hizo cargo de la sala, en marzo de 2015, Daulte armó un equipo de trabajo Federico Buso, Sebastian Francia, Nacho Arias, Leandro Orellano, Claudia Battaglia, Gonzalo de Otaola, Ramiro Bailiarini, renovó todo el sistema eléctrico del la vieja casa de Almagro donde funciona, armó un bar y le agregó un baño al camarín para mayor comodidad de los actores: "Me interesa que haya excelencia en el escenario, y eso requiere condiciones que ayuden. Además del hincapié en el buen trato a la gente que recibimos, claro. Ponemos la cara ante cualquier problema y privilegiamos la cordialidad. Yo le tengo un cariño muy especial a esta sala. La vengo eligiendo desde fines de los 90, cuando estrené Faros de color. Después hice muchas obras muy importantes para mí: La escala humana, Vestuarios, Personitas... Es una sala con un ángel y una magia muy especiales. Mi amistad con Alicia Leloutre me hizo estar cerca de las vicisitudes por las que estaba pasando. Se disolvió la sociedad y había que vender. Aún sabiendo que no era un gran negocio, decidí comprarlo y programar no sólo obras que tengan que ver con lo que hago yo. Les damos espacio a diferentes estéticas, y yo trato a las compañías como me gusta que me traten a mí. Cuando viví en Barcelona, estuve a cargo de una sala y aprendí que como programador tenés que correrte un poco de tus gustos, apreciar otras propuestas. Es un forzamiento muy interesante ése. Como docente hago algo parecido: ayudo a que cada uno logre lo que busca. Claro que si una compañía me permite opinar sobre su trabajo, lo hago, para eso tengo una experiencia acumulada. Por otro lado, después de trabajar durante años en el teatro comercial, comprobé que hay un prejuicio infundado: el que asegura que lo único que importa ahí es la plata. No es así. El buen trato a los artistas en el ámbito del teatro comercial es más habitual de lo que muchos suponen. Y en el nombre de la «lucha por el arte» se justifican muchos descuidos en el off".
La renovada programación
El Espacio Callejón está ubicado en Humahuaca 3759
Lunes, a las 21
El Principio de Arquímedes
De Josep Maria Miró, dirigida por Corina Fiorillo.
Martes, a las 21
La vida probable
De Pablo Caramelo.
Miércoles, a las 21
Yo no duermo la siesta
De Paula Marull.
Jueves, a las 21
Los ojos de Ana
De Luc Tartar, dirigida por Paula Marull.
Viernes, a las 21
Pequeños círculos
De William Prociuk.
Viernes, a las 23
Un hombre con gafas de pasta
De Jordi Casanovas, dirigida por Silvia Gómez Giusto.
Sábados, a las 18
Trópico
De Rubén Sabadini.
Sábados, a las 20.30
Niños del limbo
De Andrea Garrote (desde agosto).
Sábados, a las 21
La Wagner
De Pablo Rottemberg (últimas funciones).
Sábados, a las 23.
Pie de monte
De Thomas Arzt, dirigida por Alberto Ajaka.
Domingos, a las 16
Adela
De Maruja Bustamante (desde agosto)
Domingos, a las 18.30
India
De Silvia Gómez Giusto (desde agosto).
Domingos, a las 21
El día que Osvaldo entró al cielo con un pollo
De Leonardo Mendonça. Dirigida por Mendonça y Sebastián Irigo.
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