La naranja mecánica: una apuesta teatral de alto impacto
Hay muchas historias, disputas y polémicas en torno a La naranja mecánica. De lo que nadie duda es del poder de sugestión que aún conserva esa historia imaginada por el inglés Anthony Burgess, publicada como novela en 1962 y llevada al cine por Stanley Kubrick en 1971.
En la notable película del director estadounidense hay una combinación virtuosa de elementos muy disímiles -la violencia explícita, el arte pop, las drogas de diseño, las aspiraciones de control estatal, el abuso de las terapias conductistas, la indumentaria de la época eduardiana, la música de Beethoven- que la vuelven impactante, única e irrepetible. Y también anticipatoria: la obsesión punitiva de las autoridades que persiguen al trastornado protagonista de La naranja mecánica -cuya cara más famosa es la de Malcolm McDowell, de gran trabajo en el film- y la afición de ese extravagante personaje y sus secuaces por el sufrimiento ajeno, fruto visible de una obvia incomodidad con la sociedad en la que debe sobrevivir, se reprodujeron exponencialmente con el desarrollo del capitalismo y sus inequidades, así como la explosión digital empezó a volver reales y verificables las fantasías paranoides de 2001: Odisea en el espacio, la película con la que apenas tres años Kubrick había sorprendido al mundo.
La fábula moral creada por Burgess tenía un epílogo en el que Alex De Large (Mc Dowell) se redimía: los efectos del método Ludovico, la cruel terapia de aversión a la que es sometido cuando es encerrado por sus crímenes, no surtía el efecto esperado, pero finalmente el joven se transformaba en un ciudadano maduro e integrado a su entorno que decidía dejar definitivamente de lado sus alocados comportamientos. El capítulo en el que sucedía esa conversión fue suprimido por los editores de la novela y tampoco aparece en el film de Kubrick, cuyo final es abierto y por lo tanto más estimulante que la clausura de sentido que pretendía el escritor de Manchester.
"Burgess no quedó muy conforme con la película, más allá del espaldarazo comercial que le dio a su novela. Yo prefiero no abrir un juicio valorativo sobre ese último capítulo, pero sí voy a decir que al presentar todo lo que ocurre antes en la historia como una especie de pecado de juventud de Alex, le quita su sentido más importante. Ese final reparador y bondadoso no es el mejor para mi gusto. El final de la película es sin dudas más inquietante", opina Manuel González Gil, director de la versión teatral de La naranja mecánica con música de Martín Bianchedi que se estrenará el 18 de enero en El Método Kairós (El Salvador 4530).
Producida por Javier Faroni, la obra importa una modalidad de trabajo que se viene implementando con asiduidad en Europa: el estreno en una sala del circuito alternativo como testeo previo para un futuro desembarco en las salas comerciales. Si funciona bien, esta obra que protagoniza Franco Masini (en el exigente rol de Alex), secundado por Toto Kirzner, Lionel Arostegui, Enrique Dumont, Francisco González Gil, Stella Maris Faggiano, Tomy Wicz y Fran Ruiz Barlett (uno de los fundadores de la sala El Método Kairós), seguramente saltará a la calle Corrientes.
"Sería genial que ocurra, pero la verdad es que poner una obra de estas características en la calle Corrientes está cada vez mas difícil", asegura González Gil, profesional de larga trayectoria. "Parecería que no se admite ninguna problemática interesante si no se trata de una comedia. Este año vi Lo que nos une, una obra magnífica con Gabriela Toscano y Germán Palacios en El Nacional, y al poco tiempo me enteré que la levantaron por falta de público. Fue en ese contexto complicado que se me ocurrió proponerle a Faroni la idea de probar con este recurso que están usando mucho en Londres de estrenar en el off", cuenta el director.
Los protagonistas
Para Franco Masini el examen será doble: porque a la expectativa por el rendimiento general del proyecto se suma la responsabilidad de asumir un papel icónico. Conocido por sus participaciones en la telenovela de Pol-ka Esperanza mía y de la serie Peter Punk de Disney HD, Masini tendrá a los 24 años la oportunidad de lucirse con la construcción de lo que él define como "un monstruito". Primero vio la película y luego leyó la versión de la obra de González Gil, que según él está muy relacionada con la de Kubrick: "Esta obra que estamos haciendo tiene todo que ver con la peli", apunta. "Alex es un personaje esencialmente muy violento pero con un arco de desarrollo enorme y muchísimos matices. Para mí es un gran desafío y también un gran riesgo porque me pone en otro lugar. Toda la etapa de ensayos me fue nutriendo mucho, me dio la posibilidad de crecer en la actuación. Yo creo que nos puede ir bien porque esta obra nunca se hizo en Argentina. Eso le da un atractivo extra", señala.
Si bien ha tomado como referencia al celebrado trabajo de McDowell, Masini sostiene que no quiere atarse tanto a la referencia. Después de ser parte del elenco de la serie de Telefe Amar después de amar (protagonizada por Mariano Martínez, Isabel Macedo, Eleonora Wexler y Federico Amador) y de la inminente Campanas en la noche, Masini sabe que esta prueba es importante. "Estoy muy contento de trabajar casi al mismo tiempo en proyectos como La naranja mecánica y Campanas en la noche, un policial con un gran elenco -Esteban Lamothe, Calu Rivero, Federico Amador, Eugenia Tobal- que arranca el 14 de enero. Yo venía de hacer telenovelas o una película para toda la familia como Solo el amor. Estos trabajos que me tocaron ahora son de otro tipo, los vivo como una posibilidad de progresar como actor", dice el joven actor.
Fran Ruiz Barlett encarna al acartonado capellán de la prisión en la encierran a Alex, un personaje que, explica él, "permite vislumbrar cómo la violencia también está ejercida en la religión, en la política y en la ciencia". Ruiz Barlett subraya una paradoja: "El fanatismo de ese religioso lo lleva a aceptar métodos violentos para combatir la violencia". Y agrega que su interés por el trabajo en la obra fue potenciado por el fuerte significado simbólico de la película: "Mi madre me contó que tuvo que ir a verla a Uruguay porque acá no se pudo estrenar por las escenas de violación. La historia conserva sus resonancias en la actualidad: la violencia está hoy en todas partes, y parecería que estar en una cárcel más que subsanar esa violencia, la alimenta".
Para ampliar el ejercicio de filosofar sobre la violencia se sumó al equipo de la obra Darío Sztajnszrajber, con la intención manifiesta de alcanzar un objetivo que González Gil sintetiza en una frase: "Capturar la poética propia de ese asunto". El director dice que "lo medular en La naranja mecánica es el resultado de esa lobotomía a la que someten al protagonista porque la idea es ampliarla primero a toda la población carcelaria y después a toda la sociedad". Ese proyecto perverso es el que conecta a la obra con el presente, visiblemente ominoso en la perspectiva del director: "Socialmente estamos sufriendo hoy los efectos de mecanismos muy acabados de este tipo de control. Me interesa hablar de eso y de las opciones que tenemos para revertirlo. Hoy no tenemos mucha capacidad de elegir. O esa capacidad está muy acotada, así como los gobiernos parecen tener cada vez más acotada la posibilidad de decidir el destino de sus propios países. Ese futuro que pensó La naranja mecánica lo estamos viviendo hoy".
Un artista multifacético: Fran Ruiz Barlett
En noviembre de 2016, Francisco Ruiz Barlett pensó que un sueño había terminado: un derrumbe en una obra en construcción pegada a la sala de El Método Kairós destruyó el techo del teatro y arruinó luces, computadoras y una consola de sonido. Uno pésima noticia, en medio de un gran momento profesional: Ruiz Barlett era por esos días parte del elenco de El otro lado de la cama, uno de los mayores éxitos de la temporada veraniega en Mar del Plata, donde se lucía gracias a sus habilidades musicales (hace rato que toca guitarra, piano, violín y batería).
Después de mucho trabajo, El Método Kairós empezó a funcionar de nuevo. Sus responsables -además de Ruiz Barlett, Santiago Meiriño, Matías Puricelli y Gaston Segalini- supieron transformar la crisis en oportunidad: el infortunio hizo más conocido al lugar y propició la ayuda de artistas y espectadores que valoran sus actividades relacionadas con la formación y su programación. "Y ahora es una alegría enorme hacer La naranja mecánica en este espacio", remarca Francisco. "Me pone muy contento volver a trabajar con Manuel González Gil, a quien admiro y quiero como a un padre, y a la vez siento que es una apuesta fuerte para este teatro, que fue reconstruido con mucho amor y ya lleva cinco años de recorrido después de aquel incidente".
También autor de la novela 7 segundos, Ruiz Barlett, de 34 años, acaba de terminar la música para Una semana nada más, obra con Nico Vázquez, Flor Vigna y Benjamín Rojas que se estrenará el 9 de enero en el Teatro El Nacional y prepara ahora un nuevo disco solista. "Ese mismo día se va a estrenar en El Picadero Así de simple, una obra hermosa de Nacho Bresso y Sofía González Gil para la que también hice la música", informa. El de Así de simple es un caso a tener en cuenta: después de tres buenas temporadas en El Método Kairós, la obra fue programada en Mar del Plata y ahora llega a un teatro que está en pleno circuito comercial, el mismo destino que desean todos los que hacen La naranja mecánica.
La naranja mecánica
El Método Kairós Teatro
Dirección, El Salvador 4530
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