La llamada: Dios y Whitney Houston, entre religiosas
Dramaturgia: Javier Ambrossi y Javier Calvo / Elenco: Vivian El Jaber, Cande Molfese, Malena Narvay, Ana Gutiérrez y Carlos Casella / Coreografía: Juan Martín Delgado / Dirección musical: Martín Rodríguez / Dirección: Emiliano Dionisi / Sala: Teatro del Globo / Funciones: jueves y domingo, a las 20.30; viernes y sábado, a las 21 / Duración: 80 minutos / Nuestra opinión: buena
Las escrituras sagradas no lo tenían previsto. Pero que Dios eligiera las canciones de Whitney Houston para comunicarse con una joven que quiere ser cantante es convincente hasta para los ateos. Y es, por cierto, la mejor decisión que tomaron los españoles Javier Ambrossi y Javier Calvo, autores de La llamada, la comedia musical con seis temporadas en Madrid y una película (está en Netflix), todo dirigido por los mismos "Javis", también actores, guionistas y animadores de tevé.
La llamada tiene un comienzo glorioso. En un campamento católico, dos estudiantes duermen. María (Cande Molfese) se despierta extasiada al escuchar y ver en el pasillo de la sala a un señor de pie, estático y de traje elegantísimo que le canta "I Will Always Love You", el tema de la película El guardaespaldas que rompió corazones y récords en 1992. María –nombre emblema para chicas que reciben mensajes celestiales– creerá con mucho tino que es Dios (Carlos Casella) y que intenta decirle algo sobre su vocación. Ella y su amiga Susana (Malena Narvay) quieren cantar reggaetón y electro latino, pero esta irrupción divina cambiará los planes. El apoyo llegará del lado de dos monjas comprensivas y amantes de la música (Ana Gutiérrez y Vivian El Jaber).
La escenografía repite la puesta española: camas cuchetas y una cruz gigante en el medio, monumento redundante que esconde detrás a los cuatro músicos. En boca de Dios quedan los tres temas de Houston; el resto canta composiciones del músico español Alberto Jiménez (bella la balada "Si esto es fe", que canta Molfese); un tema religioso, y "Extraño ser", de Man Ray (que canta Gutiérrez), la única canción nacional incluida al repertorio original.
Las dos protagonistas, Molfese y Narvay, se adaptan bien a esta obra cercana a las comedias juveniles televisivas con canciones y coreografías, toques de humor y un mensaje reconfortante, en este caso, el derecho a elegir el camino propio. En promedio, el resultado es atractivo porque, en cierto sentido, La llamada contrabandea un homenaje a la música de los años 80 y 90 y también a sus artistas: la calidad bufonesca de Vivian El Jaber y las apariciones de Casella, presencia, voz y carisma, son las que levantan el espectáculo de la tierra a las alturas.
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