La hoja de ruta de la actividad teatral desde el momento en el cual ya no se volvieron cerrar las salas
En estos doce meses, el aforo se fue ampliando como fue en aumento la cantidad de funciones, salas habilitadas y cantidad de espectadores hasta llegar a un récord histórico de audiencia
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En el ya lejano marzo de 2020 los teatros dejaron de funcionar. El coronavirus pasó a ser el dueño de la situación. El productor Carlos Rottemberg puso en marquesina gigante en una de sus salas sobre la avenida Corrientes que decía: “Bajemos el telón para cuidarnos. Habrá tiempo para volver al teatro”. Esa foto dio vueltas por el mundo. Esa afirmación fue una declaración de principios. A lo largo de este tiempo, la reactivación del sector ha tenido la lógica de un Juego de la Oca en el cual hubo que retroceder casilleros en varias oportunidades. El primer mojón de reapertura se produjo en noviembre de 2020 cuando volvieron a abrir las salas con un aforo del 30% y un rígido protocolo. Dicho primer fin de semana, solamente hicieron funciones tres espectáculos del eje de la avenida Corrientes. Hace justamente un año, el aforo permitido aumentó al 50% luego de estar 63 días toda la actividad cerrada por una nueva ola de contagios que implicó volver al casillero de partida. Aquel fin de semana de junio de hace 12 meses la cartelera porteña presentó 14 títulos de los tres circuitos (comercial, alternativo y público). Desde ese momento, no hubo ningún decreto que haya señalado que los teatros tuvieran que volver a cerrar.
A partir de esa fecha, el panorama fue sumando signos de recuperación. En agosto, el Gobierno nacional aumentó el aforo al 70 por ciento. En esos tiempos, la obra Una semana nada más ya se daba el lujo de volver a poner el cartel de entradas agotadas. Simultáneamente, en el circuito alternativo, según un relevamiento realizado por Artei, una de las dos entidades que agrupan al sector de salas independientes porteñas; detallaba que casi el 74% de sus 110 salas estaban realizando funciones. Claro que, el 41% solamente programaba dos funciones semanales, algo muy por debajo del tiempo prepandémico. En septiembre, según estadísticas de Aadet, le entidad que preside Rottemberg y que nuclea a las salas comerciales, se superaba el 30% de entradas vendidas del total de butacas disponibles. Claramente, el aforo real, más allá de lo que digan los decretos, en todo momento lo marca el público. Un mes después, se avanzó a un casillero fundamental: poder trabajar con la capacidad máxima. En ese contexto llegó la esperada temporada de verano en Mar del Plata y Carlos Paz que se inició con la llegada de una nueva ola de contagios gracias a un cepa que hubo que aprender su nombre. Gran cantidad de obras tuvieron que suspender funciones por contagios estrechos. La nueva neológica volvió a imponer su hoja de ruta, pero la actividad en su conjunto no se cerró.
El fin de Semana Santa vino una buena. En Mar del Pata, casi 27.000 personas asistieron a las funciones teatrales en lo que se refiere al circuito comercial, el independiente y el oficial marcando un hito histórico que estaba vigente desde 1988. En estos últimos 12 meses, espectáculos como Una semana nada más, Inmaduros (en cartel) y Drácula se convirtieron en verdaderos fenómenos de público. Paralelamente, varias salas comerciales (caso teatro Astros, Regina o el nuevo Politeama) como del circuito alternativo (caso Roseti, Área 623 o Ítaca) reacondicionaron sus espacios o se sumaron a la oferta de salas.
En lo que remite al circuito comercial, Carlos Rottemberg señala que en abril se llegó a empatar la cantidad de espectadores en comparación al mismo mes de 2019. Y en relación con la temporada de vacaciones de invierno que se viene, momento en el cual se produce el pico de público anual, sospecha que puedan producirse buenos registros de audiencia siempre acompañado por el panorama pandémico. “Es una actividad recuperada”, afirma el experimentado productor.
En lo que se refiera a la escena pública, durante los últimos 5 meses del año pasado el Complejo Teatral de Buenos Aires presentó cuatro títulos que lograron en total un promedio de ocupación de salas del 57%. Durante la actual temporada, la cantidad de títulos se elevó a 9 y la ocupación trepó al 82%. Actualmente, hay tres obras que trabajan a sala llena (¿Quién es Clara Wieck?, Julio César y Vassa). Como contrapartida, el Teatro Nacional Cervantes recién desde la semana pasada está funcionando con dos de sus tres salas.
Alejandra Carpineti, gestora del teatro La Carpintería, es quien preside Artei, que nuclea a más de 100 espacios independientes. En diálogo con LA NACION subraya la merma en cantidad de funciones, la baja de estrenos como de producciones, la concentración de obras que buscan presentarse en las salas más renombradas del sector y la apuesta por parte de los elencos de realizar temporadas más cortas. Todos signos preocupantes para este sector vital para la actividad escénica que, claramente, depende de la ayuda estatal para poder sostener su funcionamiento.
Lo concreto es que durante estos 12 meses, con avances, retrocesos y temas pendientes, el público volvió a sentir como propio el rito social y cultural de ir a una sala teatral. “Habrá tiempo para volver al teatro”, decía aquel cartel colgado en un teatro de la avenida Corrientes. El tiempo es hoy.
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