La historia de un dios que decide ser hombre
Vuelve un montaje de Peter Brook al Festival Internacional de Buenos Aires. Cuatro años atrás fue el turno de "El hombre que...", de Oliver Sacks. Hoy, en el Teatro San Martín, será el turno de "La muerte de Krishna", la última parte de "El Mahabharata", espectáculo emblemático en la producción del genial director que fue estrenado hace 15 años.
"El Mahabharata" constituye toda una tradición literaria y mitológica. Se trata de una obra monumental que combina la prosa y el verso, con un total aproximado de 251 mil versos distribuidos en 10 cantos. En palabras del mismo Brook publicadas en su libro "Provocaciones", ""El Mahabharata" contiene las más profundas expresiones del pensamiento hindú, y sin embargo, a lo largo de más de dos mil años, ha ido penetrando tan íntimamente en la vida cotidiana de la India que para muchos millones de personas sus personajes estarán vivos eternamente, como si fueran verdaderos integrantes de su propia familia, con quienes comparten disputas y todo tipo de cuestiones".
Lo que veremos aquí (o, para ser más exactos, lo que verán los espectadores que con tiempo ya adquirieron sus entradas, porque ya están agotadas) es el fin de la historia de "El Mahabharata". ""La muerte de Krishna" cuenta la destrucción de todo el pueblo y de los guerreros de Krishna, en realidad lo que relata es el fin de ese tiempo. La cultura hindú se desarrolla en capas y el tiempo también. En ese momento de la historia estamos en la época más negra y sombría de "El Mahabharata" y el verdadero protagonista es el tiempo que destruye todo. Asistimos a la muerte de los guerreros y del mismo Krishna. De todos modos, no es una historia triste porque el libro plantea que cuando alguien termina su trabajo es el momento de irse. Cuando uno sabe que ya hizo lo que tenía que hacer, cuando uno llegó a un acuerdo consigo mismo, hay que retirarse."
-¿Llegó a ese punto con la obra?
-No, para nada.
Quien habla, y lo hizo anteayer durante un selecto encuentro con la prensa local, es Maurice Bénichou, uno de los actores predilectos de Brook. Bénichou interpreta en la pieza que veremos hasta el sábado al mismo Krishna, un dios convertido en ser humano. La repercusión que tuvo su trabajo le habría permitido convertirse en una especie de semidiós, característica que tantos actores explotan hasta límites insospechados. De todos modos, claramente a él las posturas no le van.
"Podría inventar que gracias a este trabajo me volví más místico y simular que no como carne, que no consumo alcohol y mirar al otro con cara de solemne; pero la verdad es que seguí siendo el mismo actor. Podría decir que desde que comencé a trabajar con este texto estoy totalmente inmerso en esta temática, pero, a la vez, ya salí de ella y puedo coexistir con los dos aspectos al mismo tiempo. Hace quince años, cuando estrenamos la obra, tuve tanto éxito con el personaje de Krishna que podría haber abierto una escuela de respiración y me hubiera hecho millonario", se sincera.
Bénichou es actor y reivindica eso. Aunque, según expresa, "El Mahabharata" fue una experiencia de vida y no solamente una experiencia actoral. "El haber viajado varias veces a la India fue una travesía vital. No podría haber actuado de Krishna sin haber conocido la India, porque Krishna era para mí un personaje absolutamente misterioso, un personaje que carecía de carne. Y debo decir que hasta el día de hoy me sigue pareciendo misterioso", apunta con tono pausado, cinco horas después de haber llegado a Buenos Aires.
Krishna desciende a la Tierra y se encarna en un hombre para poder comunicarse con los seres humanos. Hasta tiene las mismas cualidades y medios que el resto de los humanos. Sharmila Roy, actriz de la India que completa el elenco de "La muerte de Krishna", lo explica con suma sencillez: "Es un dios que decide ser hombre. Un dios que decide volverse vulnerable, mortal. Y es en torno de esa contradicción que se puede tratar una serie de temas, como el miedo a la muerte, el miedo al cambio, a la separación".
Entre Occidente y Oriente
Según Peter Brook, "El Mahabharata" "hace añicos todos los viejos y tradicionales conceptos de Occidente, que se basan en un cristianismo degradado y alejado de lo esencial, donde Dios y el demonio exhiben formas muy primitivas. Recupera algo inconmensurable, poderoso y radiante: la idea de que existe un conflicto incesante en cada individuo, en cada grupo humano, en cada expresión del universo; el conflicto entre la posibilidad (...) y la negación de esa posibilidad".
Quizá porque toca temas universales, este prestigioso actor francés se entusiasma con la idea de seguir presentando esta pieza en lugares, como nuestro país, que vienen de transitar una situación caótica. "Porque esta obra -explica- trata del caos, trata de lo que sucede cuando entran en guerra el nivel superior y el inferior. Hace pocos días vi un documental sobre la muerte de Salvador Allende y es muy conmovedor, para los que alguna vez fuimos comunistas, ver cómo se asesinó a alguien elegido por el pueblo. Por eso deberíamos presentar esta obra en Santiago de Chile, para que Pinochet entienda algo. Es importante en este mundo regido por el dinero demostrar que hay otras cosas importantes."
Maurice Bénichou se inició tocando música en cabarets parisienses. "Lo hacía para levantarme chicas", dice con una cierta ironía que nunca pierde. En su extensa carrera como actor, trabajó en once puestas de Peter Brook y con directores de la talla de Jorge Lavelli y Patrice Chéreau, entre otros. En cine puso su rostro en varios films, pero el único estrenado aquí fue "Amélie". "El cine tiene la ventaja de que te permite ganar más dinero y, por lo tanto, puedes quedarte más tiempo durmiendo", apunta. Pero más allá de su variada carrera, es un hombre de teatro. Un hombre que desde hace años posee un particular vínculo con Peter Brook.
Sobre su maestro, apunta: "Tenemos una relación tan íntima que me cuesta explicar por qué me gusta su trabajo. Lo que sí me queda en claro es que me impresiona por sus sentimientos, por su inteligencia, porque me siento bien con él y porque toca temas con una profundidad enorme. Por eso, cada cuatro años, vuelvo a trabajar con Brook hasta que, en algún momento, el tiempo nos separe".
El tiempo, otra vez, como en esa última parte de "El Mahabharata", en la cual Krishna siente que ha terminado su trabajo y debe retirarse.