La historia de Esperando la carroza, la obra de teatro que ganó popularidad gracias a su “fracaso” en cine y ahora llega a calle Corrientes
La obra original se estrenó en Uruguay en 1962, con las peores críticas; en la Argentina ocurrió algo similar, tanto en teatro como en el cine; pese a todo, el público amó la trama y la convirtió en un fenómeno que ahora llega a calle Corrientes
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El próximo fin de semana debuta Esperando la carroza en el porteño Teatro Broadway. No serán pocos los espectadores que imaginarán, a priori, una adaptación del film dirigido por Alejandro Doria, que estrenó el 6 de mayo de 1985. Sin embargo, la historia, rubricada por la pluma de Jacobo Langsner, nació originalmente como pieza teatral en 1962 y su derrotero -con varios elencos en su haber- no estuvo exento de críticas impiadosas, fracasos de boletería estruendosos y decenas de anécdotas. Esperando la carroza no nació para pasar inadvertida, aún cuando todo hacía pensar en lo contrario.
Ahora, el experimentado director Ciro Zorzoli es el responsable de conducir los destinos de la nueva puesta en escena, que contará con los protagónicos de Campi, Paola Barrientos, Pablo Rago, Ana Katz, Sebastián Presta, Valeria Lois y Mariano Torre.
A casi 40 años de proyectarse por primera vez, la famosa película -hoy un material de culto- resuena en el inconsciente colectivo gracias a frases memorables como “tres empanadas”, “una pobreza digna”, “¡Qué país!”, “Ahí lo tenés al pelotudo” o “yo hago puchero, ella hace puchero, yo hago ravioles, ella hace ravioles”, entre tantas otras que conforman un relato hilarante, de un humor mordaz que tensiona la identidad rioplatense y que esconde una enorme tragedia. El film, si bien se sostiene en lo escrito por Langsner, también le imprimió un rictus propio a la idea.
¿Hace falta recordar el argumento? Todo comienza con una “accidente” doméstico y la decisión de la matriarca de la familia Musicardi de ausentarse momentáneamente para aliviar el día de uno de sus hijos y su nuera, con quienes convive en un ambiente de pobreza. La falta de información sobre el paradero de Mamá Cora, tal el nombre de la “abuela”, desata una batahola familiar donde hijos, nueras y yernos exhiben las peores miserias y una catarata de reproches, hipocresías y esos “trapitos al sol” que alguna vez iban a germinar a la vista de todos.
El éxito que nació del fracaso
Jacobo Langsner fue un prolífico dramaturgo nacido en 1927 en Rumania, pero que vivió desde niño en Uruguay, su otra patria. Se inició en el teatro independiente de Montevideo, trabajando con los entonces ignotos Concepción “China” Zorrilla y Juan Manuel Tenuta, entre otras jóvenes “promesas”. Los transitados Locos de contento y Una margarita llamada Mercedes son algunos de los materiales que conforman su nutrida producción.
El 12 de octubre de 1962, el autor dio a conocer, en el marco de la Comedia Nacional Uruguaya, Esperando la carroza, sin imaginar que la adversidad del debut le depararía, años después, múltiples satisfacciones. Aquella temporada, que se dio en la sala Verdi contó con la dirección de Sergio Otermin y se representó solo durante 27 noches.
Luego de aquella primera función de la obra -que significó el debut de Langsner en la Comedia Nacional de su país- la crítica especializada fue implacable con el material que suscribe a la lógica del grotesco, tomando un ideario ya planteado por Armando Discépolo, impulsor del grotesco criollo rioplatense en la primera mitad del siglo pasado.
En el diario El Día de Montevideo, la crítica fue impiadosa. “Increíble vulgaridad”, “disparate irrespetuoso”, “el autor abomina de las familias cristianas uruguayas” fueron algunas de las frases de aquel artículo. Sin embargo un académico, Mario Trajtenberg, fue más allá con su mirada y consideró a la pieza como “una farsa robusta y divertida como hace mucho no se ve”.
Luego de aquella fallida temporada, donde la incomprensión minó el destino del material, debieron transcurrir varios años hasta que, en 1974, se volviese a montar una versión escénica. La nueva apuesta se dio en el Teatro Circular de Montevideo con la dirección de Jorge Curi.
Los tiempos habían cambiado, cierta evolución social hizo que la denuncia mordaz de la obra fuera digerida convirtiéndose en un éxito que estuvo siete años en cartel. Una revancha.
Casi en simultáneo, en 1975 se estrenó, por primera vez, en un escenario de Buenos Aires. Con dirección de Villanueva Cosse, la pieza se montó en el Teatro del Centro y contó con las actuaciones de Juan Manuel Tenuta, Adela Gleijer, Arturo Bonín, Susana Kart y Lucrecia Capello, entre otros nombres. Gleijer y Tenuta son los padres de Andrea Tenuta, quien trabajó en la película, justamente haciendo de hija de los personajes interpretados por Juan Manuel Tenuta y de China Zorrilla.
Cuatro años después de aquella versión escénica, la obra volvió a presentarse, pero en una puesta a cargo de Rubens Correa. Con todo, para el público masivo de la Argentina, el material aún era desconocido.
Incunable
En 1973, el texto llegó a la televisión abierta gracias a una iniciativa de Alejandro Romay, quien dio el visto bueno para que se representase dentro del ciclo Alta comedia. Aquella vez, el elenco estuvo integrado por grandes nombres, entre los que figuraban Alberto Argibay, Dora Baret, Alicia Berdaxagar, Raúl Rossi, Lita Soriano, Pepe Soriano, María de los Ángeles Medrano y la maestra de actores de origen austríaco Hedy Crilla, quien personificó a la anciana. China Zorrilla formó parte del elenco protagónico interpretando a Elvira, el mismo personaje que inmortalizaría en la película.
Lo interesante de esta apuesta es que significó el primer acercamiento al material de parte del director Alejandro Doria. La presentación del programa estuvo a cargo de Silvio Soldán.
En ATC (Argentina Televisora Color), hoy TV Pública, también se pudo ver una versión de la pieza, un incunable que fue dirigido por Antonio Gasalla, quien, al igual que en el film de Doria, interpretó a la anciana Cora. Gabriela Acher, Lidia Catalano, Roberto Carnaghi, Tina Serrano, Salo Pasik y Mónica Villa fueron algunos de sus protagonistas.
Años después, y durante varias temporadas, Gasalla, una de las estrellas protagónicas del film de Alejandro Doria, ya sin el nombre de Mamá Cora, le dio vida al personaje en el programa de Susana Giménez.
Neorrealismo argentino
Indudablemente, la masividad de Esperando la carroza se dio se dio gracias a la película, convertida hoy en un clásico contemporáneo de nuestro cine e interpretada por Antonio Gasalla, China Zorrilla, Juan Manuel Tenuta, Luis Brandoni, Betiana Blum, Mónica Villa, Julio de Grazia, Andrea Tenuta, Enrique Pinti, Lidia Catalano, Cecilia Rossetto y Darío Grandinetti, cumpliendo con los roles principales.
Cuando en 1985 se estrenó el film de Doria, con algunas adaptaciones con respecto al libro original realizadas por Jacobo Langsner y el propio Doria, las críticas adversas fueron tan furibundas como aquellas que había recibido su estreno original en la Comedia Nacional Uruguaya.
Fundamentalmente, los reparos de la crítica especializada hacían foco en los gritos atronadores de los personajes y en cierta lógica emparentada en el Neorrealismo Italiano o en cierto cine posterior vinculado a la estética de Federico Fellini. En tal caso, todo aquello debería haber funcionado como un elogio ya que, claramente, el material podría contener algunos tópicos de estas corrientes cinematográficas. Sin embargo, en aquel tiempo se leyeron y escucharon barbaridades en torno al film.
Con todo, el guion ganó el Premio Argentores y el de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina (Premio Cóndor a la Mejor adaptación).
Un rodaje histórico
La filmación de Esperando la carroza se llevó a cabo en el barrio de Versalles, en el Oeste de la ciudad de Buenos Aires. La casa donde transcurren la mayor parte de las escenas está ubicada en Echenagucía al 1200, donde una placa en su frente recuerda el rodaje y donde cada día suelen acercarse los fanáticos de la película para tomarse imágenes.
Cuando Alejandro Doria pensó en Antonio Gasalla para interpretar a Mamá Cora, se inspiró en un personaje que el cómico ya realizaba en el teatro Maipo, pero su idea no terminaba de conformar a China Zorrilla. “No podés poner a un travesti en una película que habla sobre una familia tradicional de clase media”, le había objetado la actriz. Sin embargo, el cineasta no tomó en cuenta el comentario y acertadamente le ofreció el papel al actor.
La filmación se llevó a cabo en verano con temperaturas agobiantes, aunque el clima que reinaba entre los actores y técnicos era realmente festivo. Entre escena y escena, solían jugar a las cartas o tomar mate, aunque el director nunca perdía de vista sus objetivos. En una oportunidad, le pidió a China Zorrilla ensayar una escena, sin aclararle que estaría filmándola. Se trató nada menos que del pasaje donde el personaje de Elvira se lamenta con la frase “me cag... el loro”, algo nacido azarosamente y que quedó impregnado en el film de manera definitiva. En cambio, otras escenas fueron descartadas por el director.
Betiana Blum y Mónica Villa solían encontrarse antes del amanecer en la parada de la línea de colectivos 106 ubicada en la intersección de Córdoba y Pueyrredón, que las dejaba a pocas cuadras del rodaje. En una oportunidad, un hombre le preguntó por un rollo de papeles que Blum llevaba consigo. “Es el libro de una película que estamos rodando”, respondió la actriz. Cuando el pasajero le consultó sobre el título, no tuvo mejor respuesta que afirmar “si se llama así, será un fracaso”. Un visionario.
Luego del estreno, un tanto adverso y con una media de espectadores por debajo de la esperada, el material lejos de quedar “cajoneado” fue tomando vida propia. De a poco, la gente fue “comprando” la historia, empoderándose de los personajes y acuñando una decena de frases memorables que conforman un argot imprescindible dentro de la cinematografía local.
En 1987, la película fue exhibida en el ciclo Función privada (ATC), que conducían los críticos Carlos Morelli y Rómulo Berruti. Fue tal la medición de rating que tuvieron que repetirla a las pocas semanas. Sin dudas, fue un gran espaldarazo para el material que, a partir de ahí, se convirtió en una pieza legendaria de la cultura popular. Alguna vez, alguien escribió la comedia Por un fracaso, millonarios. Algo de eso sucedió aquí.
Tal es la devoción que generó que hasta logró conformar una legión de seguidores muy bien organizados. El grupo Carroceros es una organización de fanáticos que gira en torno a la película y que dio origen a un documental, con ese mismo mote, dirigido por Denise Urfeig y Mariano Frigerio.
En escena
Más allá de aquellas temporadas de teatro en los años s70, Esperando la carroza contó con otras versiones, algunas de ellas llevadas a cabo por estudiantes de teatro en el circuito independiente.
Durante la temporada de verano 2016/17, se pudo ver en el Auditorium de Mar del Plata la realización del material con un elenco mixturado entre actores de Buenos Aires y de la ciudad balnearia, dirigidos por Leonor Manso. Gonzalo Urtizberea, Viviana Saccone, Ingrid Pelicori y Marcelo Mazzarello fueron de la partida junto a figuras locales como Andrés Zurita, Pula Calleja y Flor Demarchi. El papel de la anciana fue interpretado por Hilda Marcó, una notable actriz, leyenda del teatro marplatense. La música original estuvo a cargo del maestro Luis Reales, recientemente fallecido.
El Teatro de la Ribera, dependiente del Complejo Teatral de Buenos Aires, ofreció su versión en el año 2000 con dirección de José María Paolantonio y un elenco integrado por Victoria Carreras, Ana María Casó, María José Gabin y Manuel Vicente, entre otros intérpretes.
Pocos saben que hubo versiones en la televisión de Portugal (Querida mãe) y en el cine brasileño (A guerra dos Rocha). En nuestro país, un paso en falso fue la realización de la película Esperando la carroza 2, un material menor estrenado en 2009.
El próximo 12 de abril, Esperando la carroza volverá a subir a escena, como sucedió aquella noche del 12 de octubre de 1962 en la Comedia Nacional Uruguaya. El director Ciro Zorzoli tiene en sus manos la responsabilidad de ser fiel a un texto brillante y mordaz y hacer despegar a su puesta del instalado inconsciente colectivo en torno al film de Alejandro Doria. Los fanáticos de parabienes, Mamá Cora, Elvira, Sergio, Antonio, Nora, Susana y Jorge volverán a hacer de las suyas.
Para agendar: Esperando la carroza en el Teatro Broadway (Av. Corrientes 1155), desde el viernes 12 de abril
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