La fiebre de sábado por la noche de Casados con hijos: cómo se vive la obra en la última función, al borde de la medianoche
Ayer, en las tres funciones de este verdadero fenómeno de público, más de 8 mil personas presenciaron esta vieja/nueva historia que parece no tener fin
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En los planes originales de la versión teatral de Casados con hijos, la tercera función de los sábados debería estar por comenzar ahora, que son las 22.15 del mencionado día. Pero recién en estos momentos está saliendo el público de la segunda función. El fenómeno de esta ya vieja sitcom llevada al gran escenario del Gran Rex desborda lo que ya se intuía por la preventa de entradas. Ahora, este fenómeno teatral despliega sus formas con cifras de público de esas que se dan muy de vez en cuando en el circuito comercial. De hecho, Gustavo Yankelevich, productor de todo esto, recuerda que la última vez que una obra teatral de su factoría hizo tres funciones fue en los 90 y en el 2000. Casualmente, o no, todos títulos basados en éxitos televisivos: Bandana, Floricienta, Chiquititas y Casi ángeles. La mayoría de esos títulos hacían la última función a la tarde. No es el caso de esta comedia que protagonizan Florencia Peña y Guillermo Francella. De hecho, la producción estuvo avisando a los espectadores que habían adquirido las entradas que la tercera función comenzaría a las 23.
Mientras salen los de la segunda función, ya están haciendo cola los de la siguiente. La avenida Corrientes en modo estallido. La fila de gente para entrar pasa por la puerta del Multitabarís, pega la vuelta y supera a la altura del teatro Maipo. O sea, más de una cuadra. En esta zona ubicada a unos metros del Obelisco se vive una versión bien argenta de una fiebre de sábado por la noche. Entre el gentío hay varios puestos ambulantes que venden diversas cuestiones. Por ejemplo, una especie de coronas con luces que bien podría ser que usara Moni Argento para una fiesta. También llaveros, vasos y anteojos y una verdadera rareza: un calendario de 2023 con los Argento, los vecinos y la famosa perra para acompañar el paso de este año.
El modo euforia domina la entrada al teatro privado más grande la ciudad con su imponente arquitectura modernista y su platea, pullman y súper pullman. En los papeles, pueden entrar 3250 personas al Gran Rex. Originalmente, cuando el 5 de este mes se inició la postergada temporada de Casados con hijos, no iba a salir a la venta el súper pullman por temas de visuales. Pero, con el correr de los días, la demanda hizo que se pusieran a la venta las primeras filas de ese sector. Por lo cual, según datos de la producción, hoy, sábado, entre las tres funciones están pasando por este verdadero templo del espectáculo más de 8.000 personas (dicho en modo argento, una bestialidad que rompe con lo que sucede hace años en los teatros comerciales de Buenos Aires).
Para entrar a la sala hay varias colas de un expectante y ordenado público que pagó desde 7.000 a 12.000 pesos (sin contar el costo de envío). El promedio del costo de los tickets es de 8.374 pesos, el doble de la mayoría de la mayoría de las obras del circuito comercial de la zona. Los problemas económicos parecen no afectar a este fenómeno del cual también salen ganadores las playas de estacionamientos cercanas y la infinidad de bares y restaurantes de esta zona de la ciudad que deben estar profundamente agradecidos a este éxito que nació en la pantalla chica hace 17 años.
Ya adentro del Gran Rex, una pareja de la fila 7 -las entradas más caras, o platea platino, como le llaman- le cuenta a otro entusiasmado espectador chileno ubicado al lado, que decidió no perderse esto en su paso por la ciudad, que ellos habían sacado las entradas antes de la postergación por la pandemia, apenas se anunció su estreno para este año. Acá están cueste lo que cueste la entrada. El plan no se negocia.
A las 23.11 el público se pone impaciente y empieza a aplaudir. A los 4 minutos, una locución en off da la bienvenida. El teatro es una caldera de entusiasmo, de gente ansiosa, de espectadores ávidos de ver y escuchar cada latiguillo de los personajes que conocen de memoria. Lo reconocía la misma Florencia Peña en el reportaje previo al estreno. “Como las bandas de rock cuando se reencuentran después de algunos años, van a estar los grandes hitazos de Casados con hijos. Acá no se trata de presentar algo nuevo, venimos al Gran Rex a cantar los hits”, dijo a LA NACION. Y el producto cumple con esa premisa que el público, a juzgar por la reacción, agradece.
Comenzada la función, la primera que aparece es Luisana Lopilato en medio de los aplausos del gentío. Lo mismo va sucediendo cuando ingresan Darío Lopilato, Marcelo De Bellis y Jorgelina Aruzzi, la nueva pareja de Dardo (De Bellis) quien, en la versión televisiva, hacía dupla con María Elena (que interpretaba Érica Rivas y que, luego de varias polémicas, no está en la actual). Claro que en modo de un supuesto aplausómetro, cuando a los minutos ingresa al escenario Moni (Peña) y, al rato, Pepe Argento (Francella), el teatro estalla. En la trasnoche de este sábado, hasta el público lo recibe con un cántico de cancha. Del paralelismo con el fútbol y el fervor mundialista se hace cargo el mismo montaje. Si hasta Moni termina cantando y bailando el hit argento de Qatar para placer de la platea (y del pullman, y de los que están en las primeras diez filas del lejano, lejanísimo súper pullman).
Hay que reconocer que, por lo menos en un sector de la platea platino, el sonido es de baja calidad. No importa, nadie dice nada. En la gran escenografía hay una cocina de decidido tono vintage (como la propuesta en sí misma) que casi ni se usa. Tampoco importa. O que a lo largo de la trama, el personaje de Jorgelina Aruzzi ocupa el rol de la mujer feminista, la empoderada, la que trata a Pepe decididamente de machirulo. Sin embargo, cuando casi al final de la trama Dardo le frena el carro, el público aplaude sus dichos con ganas. Entre la versión televisiva y la actual, la misma obra hace menciones al paso del tiempo y a la realidad de los actores en estos 17 años. Hay referencia al video íntimo de Peña filtrado en las redes, sobre la pareja famosa de Luisana Lopilato o la edad ya avanza de los hijos de los Argento que de adolescentes ya no tienen nada. En todos lo casos, el público festeja cada ocurrencia como festeja los reales o pautados de improvisación (es teatro, de todo se puede desconfiar) a cargo de Peña y Francella. A juzgar por la reacción de la gente, la fórmula está aceitada.
Cerca de la una de la mañana, Casados con hijos llega a su fin. Como cumpliendo un estricto y mágico guion, la gente se pone de pie para aplaudirlos. O, a juzgar por la evidencia, quizás se para, por fin, para poder usar su celular y quedarse con un testimonio de una esperada noche de festejo, de reencuentro en medio de un fenómeno que, claramente, excede a las lógicas de entretenimiento en vivo.
Terminada la función, la gente vuelve a hacerse fotos adentro de la sala, en el hall, en la fachada con las imágenes de los actores personificados. Las sonrisas abundan. La avenida Corrientes frente al gran teatro Ópera está colapsada. Ya hay gran cantidad de gente que espera ansiosa ver a los actores salir de la playa subterránea del Gran Rex. Sin embargo, en medio de esa otra etapa de la euforia, algo huele decididamente mal en Buenos Aires: es el humo del incendio en la Reserva Ecológica que le da a la zona un efecto sumamente extraño, fantasmal, de cierta peligrosidad en medio del festejo.
En este marco del paisaje urbano los fieles de la trasnoche de Casados con hijos caminan por la avenida Corrientes en busca de alguna pizzería o de un colectivo que tarde en llegar (de los taxis hay que olvidarse). Culmina así la fiebre de sábado por la noche, la misa de los argentos y seguidores, el rito de la familia televisiva predilecta de los últimos veinte años. La leyenda continúa.
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