La fascinación individual por los márgenes que posee la existencia
Patricio Abadi es un joven creador que trabaja la delgada línea que separa la realidad de la ficción; esta semana estrenará Flashes
En los últimos años el actor, autor y director Patricio Abadi ha logrado consolidar una muy interesante carrera dentro del mundo teatral porteño. Sus piezas exponen problemáticas muy opuestas y le gusta jugar con cuestiones que abordan algunos mundos biográficos como el de la pintora mexicana Frida Kahlo (Frida Kahlo-luces y sombras) o Herbert Vianna, cantante del grupo musical Os Paralamas do Sucesso en Bonus track. En otras experiencias asoman ciertos mundos familiares en conflicto como en El estadio de arena o propone una sucesión de monólogos en los que seres desilusionados expondrán sus padecimientos como en Yo no pienso en matambre ni le temo al vacío.
El próximo 3 de enero Abadi estrenará una nueva producción en El Camarín de las Musas. Se trata de Flashes, una experiencia que dirige y protagoniza junto a Caro Babich. La pieza, cuya escritura el autor culminó en el marco de una residencia en la isla griega Egina (muy próxima a Atenas) en el marco del encuentro Dramaturgias del Egeo, se presentó a modo de work in progress en varios festivales internacionales.
Calificada como un "falso biodrama" la historia muestra la relación de dos medio hermanos que se encuentran en Buenos Aires cuando muere el padre de ambos. Ellos son actores. Él desarrolla su carrera en Argentina y la muchacha en España donde ha logrado un reconocimiento importante en la televisión de ese país.
"El proyecto se materializó al cabo de unos años de trabajo y de investigación con Caro -cuenta Abadi-. Yo tengo mi serie de biografías ficcionadas y todo el tiempo me salen historias fronterizas, que son limítrofes entre cosas que me han sucedido (El estadio de arena) matizadas con ficción. Califico a esta obra como "falso biodrama" porque no creo que exista el biodrama como tampoco una verdadera autobiografía. Hacemos recortes acerca de lo que se elige contar. Hay un recorte y una selección. Flashes tiene mucho de eso, de lo personal mío y de Carolina pero a la vez está intercalado con un mundo ficticio".
Cuando estos seres se encuentran comienza a aparecer lo sanguíneo, lo vincular postergado y hasta lo erótico porque los cuerpos de estos hermanos no están habituados a la cotidianeidad. Tampoco entre ellos se cristaliza un vínculo sexual. Está latente, subyace entre ellos cierta atracción. La pérdida del padre los ha tornado más frágiles, ha erosionado sus identidades.
"Cuando se pierden los padres se vuelve difusa la línea de tiempo hacia atrás y entonces en esa suerte de limbo asoman las confusiones y los erotismos comienzan a ser también un poco menos convencionales -explica el creador-. Y eso hace espejo con esta contemporaneidad en la que se están abriendo muchísimas nuevas formas de vinculaciones de familia, de amores, de poliamor. Entonces la relación de estos medio hermanos también nos hace preguntas acerca del campo ético, la moral y un poco mete el dedo en la llaga en esto de hasta qué punto la atracción está en disputa con esa hermandad. Porque esa fraternidad que en realidad no tuvo frecuencia o evolución en el tiempo debería ser un freno para ese encuentro más erótico".
-Es difícil encasillar tu escritura, escapa a cualquier calificación temática y hasta estilística ¿A qué se debe?
-Escribo y me meto con los temas que me siguen interpelando o que no puedo resolver o donde siento que hay lesiones que piden ser habladas. Siento cierta fascinación por los márgenes de la existencia. No quisiera hacerme el poeta maldito porque ya es demodé pero no me inspira mucho cuando la trama de la vida se pone muy estable. Me resulta plácido para vivir, pero para escribir y para crear, lo disruptivo, las grietas de la existencia, los huecos, los lugares que duelen o los que hacen reír me resultan más atractivos. Hice obras muy disímiles, desde comedias hasta dramas y dramas históricos. Las obras que más me gustan son aquellas en las que en el espacio de una hora el espectador descubre que la palabra tiene un tratamiento estético que no es el mismo que hay en la cotidianeidad. Eso es por el amor que tengo por las palabras pero al mismo tiempo no hay nada a lo que escapo más cuando monto una obra que a la solemnidad. Me parece que lo único que hace es alejar la profundidad de los temas porque muchas veces en el teatro se piensa que para ser profundo hay que ser solemne. No es así. La solemnidad te avisa que algo es importante entonces lo más probable es que no lo sea.
-Tus textos han comenzado a tener una proyección interesante. Tu producción se ha dinamizado. Encontraste un campo de divulgación además fuera de tu sala Onírico.
-El año pasado estuve como artista residente en la Comedia de la Provincia de Buenos Aires y monté tres espectáculos en La Plata: Bonus track, una biografía basada en Herbert Vianna; Frida Kahlo, luces y sombras, en una versión musical con una actriz e hicimos la producción integral de Ya no pienso en matambre ni le temo al vacío. Estoy en un momento de bastante actividad y con muchos deseos. El actual es un lindo momento de acción y siempre deseo que se vuelvan más longevos los materiales que creo, como Frida o Antihéroe off. Mientras mis textos me sigan hablando, expresando, están a mano para reponerlos. Y sigo escribiendo. A veces va más rápido la imaginación que la posibilidad real que tengo de hacerlo. Lejos de ponerme más terrenal, con el paso de los años me siento cada vez más a gusto en el plano de la imaginación, de la construcción ficcional. De hecho cada vez más veo la ficción en la realidad.
Flashes
El Camarín de las Musas,Mario Bravo 960
Viernes, a las 20.30
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