Julius: Luis Gianneo rescata lo artesanal del teatro
El unipersonal de Rubén Pagura está inspirado en un personaje real que fue ejecutado por los nazis en 1943
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★★★★ Autor: Rubén Pagura, basada en el libro Reportaje al pie de la horca, de Julius Fucík. Actuación y dirección: Luis Gianneo. Elementos escenográficos: Vera Rinaldi. Sala: Belisario, Corrientes 1624. Funciones: domingos, a las 19. Duración: 70 minutos. Entradas: www.alternativateatral.com.ar
Ejecutado por los nazis en 1943, Julius Fucík (Praga, 1903) fue un periodista y crítico teatral checo, que perteneció al partido comunista de su país. Su autor Rubén Pagura (que la estrenó en el Celcit, en 2013), se inspiró en el libro Reportaje al pie de la horca, publicado en 1945 y escrito por Fucík, en la cárcel de Pankrác, en la que fue víctima de torturas y vejámenes.
Cada hoja de ese libro fue redactada en trozos de papel, que a Fucík, según se relata en la pieza, le eran entregados por “el padrecito”, un sacerdote que lo protegía y quién logró sacar esas páginas hacia el exterior. En su unipersonal Luis Gianneo (El marginal 4, Casado con hijos, Más respeto que soy tu madre), se apodera de ese material y construye un palpitante y emocionante friso escénico, en el que rescata la narración oral y el teatro de sombras. Dúctil, espontáneo, con una inusitada capacidad para pasar de una anécdota o situación a otra, Gianneo emociona y mantiene expectante al público con su interpretación.
Al relato quizás le hubiera hecho falta una mayor dosis de suspenso. No obstante el personaje “introduce” al espectador en esa lúgubre cárcel de Praga, en la que en sus paredes grises y llenas de manchas Julius va imaginando lo que hará cuando recupere su libertad, o lo vivido en el pasado junto a sus compañeros de lucha, mientras intenta comunicarse mediante señas con su mujer, presa cómo en él en otro pabellón. Hay una suave tonalidad a “realismo mágico” que le provee al relato de una acertada gama de sentimientos. Gianneo, que se formó con Augusto Fernandes y Carlos Gandolfo, entre otros maestros, exhibe una técnica depurada en su manejo corporal y en el timbre de su voz. Eso le permite transmitir, hacer visible su sufrimiento, sus leves instantes de alegría, que lo mantienen en pie en su celda, hasta su trágico final.
Es un espectáculo que rescata lo artesanal del teatro. Una silla, una tela blanca y un espacio vacío que se llena con la palabra, el gesto y los movimientos de un personaje, que transportan al que observa a una época que se mantiene vigente, pero se preferiría olvidar.
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