Julieta Zylberberg: la maternidad a los 40, la familia ensamblada y cómo es la fuerte obra con la que interpela al público
En Prima facie encarna a una abogada que defiende a acusados de delitos de violencia sexual; en una charla distendida, la actriz cuenta la intimidad de su hogar y cómo organiza su presente con un nuevo hijo y un trabajo de gran compromiso artístico
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Son las 15 horas, momento de la siesta. Florián en brazos de su mamá se duerme y ahora sí, ella puede hablar. Deja de ser mamá por un rato para ser Julieta Zylberberg, la actriz que debutó a los 12 años en Magazine For Fai, participó de éxitos como Farsantes, El rey del Once, Puán y Relatos Salvajes y que cada lunes y martes en las tablas del Multiteatro le da vida a Romina, una dura abogada penalista que defiende a acusados de delitos de violencia sexual hasta que un día la vida la pone del otro lado del estrado y debe replantearse sus pensamientos y creencias sobre la Justicia. En diálogo con LA NACIÓN, su reciente maternidad es la protagonista: tener un bebé después de los 40, el “quilom... hermoso” de la familia ensamblada y cómo fue volver al ruedo.
“Seguro hoy no sería actriz si hubiera sido una niña actriz”, dice convencida cuando recuerda sus inicios en la televisión cuando le tuvo que rogar a sus papás para que la dejaran participar del programa de Mex Urtizberea y aclara que se grababa los sábados: “No me hubieran dejado trabajar de lunes a viernes, y yo a mis hijos tampoco los dejaría”. Con casi tres cuartos de su vida en el medio, habla de sus hijos, a la vez que sabe resguardar su privacidad y estar lejos de los escándalos.
Mamá de un bebé de siete meses (Florián, fruto de su relación con el director y guionista Agustín Toscano) y de Luis Ernesto, de 10, a quien tuvo junto con Esteban Lamothe, a veces duerme poco por las noches, pero aún así logra ponerle el físico “y el alma” -aclara en un pasaje de la entrevista-, a su unipersonal con dirección de Andrea Garrote, Prima facie. Sola en el escenario sin demasiados elementos más que su propio cuerpo, logra sumergir al espectador en lo que llama “un acto político”: “En este momento del país siento que no puedo no hacer esta obra”.
—Prima facie habla primero desde una perspectiva y luego desde otra, de las víctimas de delitos sexuales; es una obra fuerte.
—Está bien lo que pasa, como obra artística es mega sorprendente y me encanta que el lugar de la víctima este ocupado por alguien que no es pura, casta y sufrida. Está bueno como la obra ni la juzga ni la mira de costado. Ella además tiene su historia de puja en un mundo de hombres; esa maniobra que se hace en la cabeza al decir ‘no defiendo violadores’ y las normas que tiene el engranaje judicial, de que tiene que haber una defensa. Pero la gran pregunta es qué pasa en estos casos, cuando está ese vacío judicial en el diseño.
—¿Qué pensaste cuando te llegó el texto?
—No sabía nada, me mandó el texto Sebastián Blutrach (productor junto con Valentina Berger y Tomás Rottemberg), yo había parido hacía un mes, estaba con la cabeza nublada, lo leí y me dio vueltas y me rompió el corazón. El texto me atravesó y ahora siento que no puedo no hacerla, en este momento del país es un acto político.
—¿Se podría haber hecho esta obra hace 20 años por ejemplo?
—Me pasa que se me desdibujan las décadas, pero si pienso en mis 18 años, porque me acuerdo de las obras que hacía en ese momento, era bien distinto todo. Creo que se podría haber hecho, cualquier movimiento social es progresivo. Ojalá se hubiera hecho antes y ojalá que encuentre su lugar.
—¿Hablaste con alguna víctima de violencia sexual para armar el personaje?
—No hablé. Pero hablamos entre todas todo el tiempo [se refiere a las mujeres] y la obra dice “Una de cada tres es víctima”. Es así. No hay mujeres que no se hayan comido una situación incómoda, casi todas las mujeres pasaron por alguna. Lo tenemos cerca, me contaron casos así de gente cercana, hay también muchos casos intrafamiliares.
—Sin llegar al caso de lo que le ocurre al personaje, pero hoy también nos damos cuenta de cosas que no están bien, que antes se naturalizaba, en la calle misma, ¿lo sentís?
—Sí, pasaban cosas que una no se sentía abusada, pero sí , como si algo te eyectara, sin tener claridad del todo de que eso era incorrecto.
—¿Te pasó de vivir algún episodio incómodo?
—Complicado no, pero viví situaciones desagradables, todas en algún momento lo vivimos. Hoy la idiosincrasia patriarcal se va despejando de a poco y hay modalidades que quedan corridas.
—Sos mamá de varones, ¿cómo se los educa en estos aspectos?
—Sí, a nuestros varones nuevos y a todos. Nosotras fuimos criadas bajo reglas patriarcales y machistas y por eso asumíamos ciertas cosas más de geisha, porque fuimos criadas así. La educación ahora debe ser para unos en un sentido y para otros en otro. A mi hijo (Luis Ernesto, de 10) le digo todo el tiempo lo que veo en el fútbol, por ejemplo, que es bien machista. ¿Qué es esta pasión malentendida en la que durante el fervor está permitido decir y gritar de todo? Alguna vez fui a la cancha y está todo permitido.
—En ciertos aspectos, ¿las nuevas generaciones están más avanzadas?
—Sí, pero a su vez es una generación peligrosa signada por la tecnología.
Actuar y maternar
—Sos mamá de Florián, de siete meses, ¿cómo fue volver a las tablas con un bebé?
—Me tomé el tiempo. Y esto me lo hicieron muy a mi medida, ensayé en mi casa, después en una salita muy cerca a la que iba en bici y volvía a las dos horas. Ahora, con las primeras funciones, fue la primera vez que no lo dormí yo.
—¿Lo llevás bien, entonces?
—Sí, estoy un montón, 12 horas por día con él. Mi pareja es guionista y trabaja en casa.
—Diferente a tu puerperio anterior, que decidiste regresar antes a trabajar.
—Volví rápido, pero tenía 11 años menos en ese momento. No me arrepiento porque hice cosas que estaban buenas y me daban placer y tuve la posibilidad de llevarlo a él; tenía un camarín para que me acompañara, cosas que en otras profesiones no se puede.
—¿Ya tenías ganas de volver al ruedo?
—Sentí que lo tenía que hacer. Además el año pasado trabajé poco porque estaba embarazada, y estaba en una obra en la que el personaje no lo requería y esta obra me vuelve loca, es impresionante y me movilizó.
—¿Tenés la fortuna de poder elegir qué proyectos tomar?
—Está imposible elegir y hay que trabajar; hay poco trabajo en nuestra área, tengo propuestas para fin de año pero está todo parado. Tengo la bendición de que me caigan cosas buenísimas. Esta obra me gusta porque está entre un formato comercial y una cosa de cierta intimidad.
—¿Cómo lograron ensamblar la familia? (su pareja, además, es papá de Sol, de 16 años, y Nina, de nueve)
—¡Es un quilombo bárbaro! Él tenía una perrita y yo una perrita, somos una banda y es divino. También amo la familia numerosa; es re linda. El día a día es de rotación, porque Luis se va con su papá, Sol vive en Tucumán y Nina con su mamá. Así que siempre es distinto; los chicos se llevan bien y Florián es el pegamento de todo.
—¿Cómo fue ser mamá después de los 40?
—Estoy bárbara y copadísima con la maternidad en distintas décadas, la disfruté y la estoy disfrutando en dos momentos de la vida diferentes, Lu y Florián vivieron una madre diferente; es lindísimo. Me gusta ser madre a los 40 porque es un momento de menos ansiedad de la vida. Me copa que se lleven un montón de años, nunca fue mi idea tenerlos seguidos y “sacarlos de encima”, como usualmente se dice. Los quiero disfrutar. Y también ver el vínculo de ellos, que disfrutan de tener un bebito.
—Recién parafraseabas a la gente que dice “tenelos seguidos y sacátelos de encima” y con la maternidad aparecen muchos comentarios, ¿te molestan?
—No. La gente habla, vive opinando y cada uno hace su camino según su necesidad. A esta altura no me molesta nada, casi, que me puedan decir, más bien tengo la filosofía concreta de que me resbala. Siempre fui así.
La fama es puro cuento
—¿Y la fama? Sos conocida desde hace mucho, estamos hablando de vos, de tu familia, pero también mantenés cierto hermetismo, ¿cómo lo manejás?
—Uno elige cuándo exponer. Yo lo hago a mi medida, no se sabe mucho de mí. Tengo mi círculo, no voy mucho a ningún lado, lo justo y necesario. En general mi vida social pasa por otro lado. Logré que haya interés por mi trabajo, eso está bárbaro. A mí me pasa que no quiero saber tanto de la vida de los actores; hay un misterio lindo que sostiene la ficción.
—¿Cómo fue esa primera incursión en la tele, con Magazine For Fai?
—Era un trabajo muy lúdico y me encantaba. Estudio teatro desde muy chica y tenía claro eso que me gustaba, se grababa los sábados e iba a al cole a la tarde, así que era divertido. Cuando terminé el colegio empecé a estudiar Psicología, pero dejé al toque.
—Es muy común escuchar que antes, los chicos en televisión grababan de lunes a sábados.
—Mis papás nunca me lo hubieran permitido. Y yo no se lo permitiría a mis hijos. Yo a mis papás les tuve que rogar. Les decía: “Tienen que conocerlo a Mex, que es un amor” y les agradezco que no me dejaran trabajar más, porque me hubiese quemado. Probablemente no sería actriz hoy si hubiese sido una niña actriz. Aun siendo grande y trabajando hace mucho, disfruto mi trabajo; si no, no lo puedo hacer.
—¿Esa nena se imaginaba a la actriz que sos hoy?
—No, no lo pensaba y sigo aplicando la misma técnica: paso a paso, vamos viendo, hoy es esto, mañana es mañana. Estamos tan abducidos por un mundo de ansiedad insoportable... La realidad es que no sabemos qué pasará; acá se da vuelta el país a cada minuto; la vida también es así, tuve un hijo ahora...
—Con tantos años de oficio, ¿te ponés nerviosa antes de salir a escena?
—Sufrís un montón antes. Soy un poco nerviosa y me pasó con Fiebre, el otro monólogo que hice, que antes del estreno pensaba ‘me quiero ir, no lo puedo creer’. Al otro día pensaba lo mismo, y así. Hasta que, de repente, me dije: ‘No estoy operando a nadie. Si me equivoco, no se enteran’. Fue un trabajo arduo. También disfruto, estoy muy contenta.
—Por el mensaje de Prima facie, ¿se te acercó mucha gente a la que la pieza ayudó?
—Sí y eso es el arte: te identifica, te propulsa, lee momentos de la sociedad y moviliza.
Para agendar
Prima facie, en el Multiteatro. Funciones: lunes y martes, a las 20.15
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