Julieta Venegas, sobre su debut teatral: "Ando un poco peleada con eso de las categorizaciones"
Hay una Julieta Venegas que supo ser la princesa del pop mexicana. La que ganó seis Grammys, la que vendió más de doce millones de discos, la niña mimada de la industria discográfica. En la canción "Lento", de hace 9 años, anticipaba: "Si quieres un poco de mí / me deberías esperar / y caminar a paso lento / muy lento".
Instalada desde hace dos años en Buenos Aires, la cantante ahora es la actriz de La enamorada, texto de Santiago Loza que se estrena el jueves en El Picadero. En verdad, no se la presenta como "actriz". El afiche, quizás por timidez o como una simple sutileza, habla de ella como "intérprete" de este proyecto que comenzó a gestarse a partir de una de sus pasiones: la lectura.
"Soy muy fan de Santi [Loza], es tremendo lo que hace –cuenta ella en su encuentro con LA NACION–. Leí su libro Obra dispersa y así fue como llegué a él. Sus textos me emocionaron. Por estas cosas de las redes, sin saber con qué impulso lo hice, le escribí. Y le conté que 'La enamorada', ese relato que parece tan banal y tan profundo en el que esa mujer está todo el tiempo hablándole al que tiene en frente, me había fascinando".
En ese intercambio, el talentoso escritor, dramaturgo y cineasta le contó que existía la posibilidad de llevar a escena a ese texto. Ahí mismo, al parecer, circuló la idea de que ella fuera quien interpretara a esa mujer frágil e intensa que toma la palabra. "Respeto mucho a la actuación, me parece un oficio precioso; pero yo no soy actriz, no es mi impulso", cuenta ella que dijo aquella vez.
–Había imaginado que el vínculo con Loza venía de Sagrado bosque de monstruos, que dirigió Alejandro Tantanian en el Teatro Cervantes, porque cantaste en algunas funciones de esa puesta.
–Ahí nos volvimos a encontrar con Santi. Pero ya antes habíamos empezado a ensayar La enamorada en medio de un proceso súper lento, muy de laboratorio. Luego apareció la obra de Ale [Tantanian] en la que yo iba a cantar una canción que, en verdad, no me parecía que sumara mucho para el momento de la obra. Ahí fue cuando Ale nos propuso a Santi, a Nicolás Varchausky [quien se encargó de la música del montaje] y a mí que reescribiéramos esa canción. Y fue mágico porque en un segundo la dimos vuelta.
Ahí, cuenta esta mujer con magia, que luego de dar forma a ese nuevo tema ella le dijo a Loza: "¿Por que no escribimos canciones para La enamorada?". Y, obvio, lo hicieron. Son siete canciones. "Por indicación suya me junté con Romina Chepe, la productora, y todo me pareció tan hermoso, el proyecto en sí mismo como el hacerlo en cooperativa. Ahí me di cuenta que lo que buscaba eran personas y proyectos que me vuelvan a dar ganas", dice.
–¿Que don parece ser eso de apostar a la fluidez, a los encuentros?
–Pues sí [se ríe]. Todo este proyecto ha sido como eso: una fluidez constante. Todo se fue construyendo de a poco, y en una de las charlas se sumó Guillermo Cacace.
Cacace es, entre otras tantas cosas, el director de Mi hijo solo camina un poco más lento y El mar de noche, otro texto de Loza. Ese primer encuentro lo recuerda Loza de este modo: "Hacía frío y estuvimos en un bar con olor a chocolate. Guillermo dijo de probar el texto junto a Julieta, ir buscando sin una meta fija, sin fechas que apremien, divagar."
En esto de las sincronías ella estaba buscando qué hacer en un plan tan personal como artístico sin metas fijas, de un andar deliberadamente desordenado. "Había terminado mi última gira hace como dos años y me dije: 'debe haber otra cosa que yo pueda hacer con esto de cantar y componer que sea no volver a sacar un disco, volver a salir de gira'".
El teatro y la geografía
Cuando La enamorada fue desplegando sus formas ella se atrevió a pasar por un casting. Pero no, eso nunca sucedió. Julieta Venegas es la que interpreta a esta mujer cuyo deseo es "tenerlos a todos juntos reunidos para la ocasión", como confiesa apenas comienza ese entrañable acto de entrega regido por la necesidad de intimar, de mirarse a los ojos.
"Imagínate, es todo muy extraño", confiesa ella luego de un ensayo en el bar de El Picadero. "Es que yo solamente había actuado una vez cuando un amigo, el director Francisco Franco, me empujó a hacerlo. Pero es fue en México, en el ‘96, antes de mi primer disco. Y fue lindo porque hizo el personaje a mi medida: una chica que acababa de llegar desde Tijuana al DF, que hablaba un poco en inglés y en español mientras contaba cosas de mi papá. Fue muy divertido. Desde que llegué a Buenos Aires volví a conectar con el teatro desde otro lugar".
–Fijate entonces: en el momento que te mudaste de Tijuana a México participaste de tu primera obra de teatro. Muchos años después, cuando te mudaste de México a Buenos Aires, la segunda. Es como si los cambios de geografías te devolvieran a un mismo escenario...
–Vuelve el teatro, tienes razón. Alguien más me lo dijo, creo que fue Guille. Y reconozco que me encanta, es como una búsqueda de algo creativo por fuera del lugar con el cual estoy un poco peleada y es conectarme con la libertad que me ha dado esta ciudad, la libertad de hacer cosas respondiendo a una necesidad creativa. Confieso que ando un poco peleada con eso de las categorizaciones...
–En esa mutación de cantante internacional a este otro tipo de búsqueda artística, ¿cómo fue el proceso de haber decidido solamente, y radicalmente, caminar más lento?
–Sí, tiene algo de eso; de cambiar los tiempos. Las cosas cada vez se van acelerando más y pareciera ser que es todo lo que el mundo busca. Reconozco que hace unos años –en medio de la estructura de mi banda, representante, giras–, de repente no sabía dónde estaba mi impulso creativo. Hay que regresar a la esencia. En México llegaba de gira y no tenía ganas de sentarme en el piano de casa a tocar. Si perdía eso ya estaba, tenía que pararlo. Romina [la productora] fue la me dijo que podía hacer una buena dupla con Guille. Entonces fui a ver El mar de noche y Mi hijo sólo camina un poco más lento y me parecieron dos obras muy distintas entre sí pero que tenían algo muy especial. En este andar, Guille se transformó en una especie de Mister Miyagi [se ríe], porque saca algo de actriz en mí, que no tengo... Siempre me dijo que no debía construir un personaje sino que debía dejar que ese personaje hablara en mi. Y entendí que debía permitir que esa mujer se exprese sin grandilocuencias ni nada de esas cuestiones. Esa mujer expresa algo que quiero para mi vida: no quiero grandilocuencias, quiero cosas cercanas.
–¿Qué te pasó cuando ese proceso de laboratorio íntimo tuvo fecha de estreno?
–Me agarró onda un ataque de pánico hasta que me entregué. Me dije: "todo bien con la terapia, todo bien con que Guille es Mister Miyagi; pero en algún momento había que estrenar". Y acá estamos: con el texto, con las 7 canciones, con la delicada estética de Jhoanna Whilhelm y la dirección de Guille. Todos igual de contentos de contar esta historia.
Esta historia es la que todas las mañanas este grupo de cómplices le va dando forma en el escenario del Picadero. En otro capa del andar de Julieta Venegas en estos tiempos porteños fue tendiendo redes con la literatura y con la poesía. De hecho, se presentó en el marco del Filba, el festival de literatura, junto al poeta Mariano Blatt, presentó un mágico recital ("soy tan fan de él") en el CCK, que luego tuvo su versión en Casa Brandon.
En lo estrictamente musical, viene haciendo sus shows en lugares pequeños siguiendo el ritmo de sus propios pasos en esta ciudad. Con los músicos locales, más allá encuentros puntuales, es más esporádico todo. "Es que en algún momento me pelee con la estructura de lo que significa 'ser música'. Todos me decían: 'bueno, tenemos que salir de gira, de algo tenemos que vivir'. Y eso es lo que quería investigar: de qué se puede vivir si tu sabes cantar, tocar…. Hacer shows de pequeño formato, como los que organizo yo misma, es poder ver a la gente. Estoy en un momento en el que necesito de esa inmediatez, necesito reconectarme con la música desde un lugar personal que requiere de la soledad. Tengo mis amigos acá, como Adrián Dárgelos. Con él hablamos mucho de literatura, que es una de mis pasiones, y por eso quise estar en el Filba. Obviamente, la música es lo que me permite darme estos gustos", explica.
–Y cuando ves a aquella Julieta Venegas, ¿qué ves?
–Soy consciente de que he construido algo que me gusta, que vale la pena, que está bueno. Con La enomorada primero pensé que el texto iba acompañado por canciones en versiones acústicas, pero en los ensayos nos dimos cuenta que en escena debía soltar el cuatro [especie de ukelele mas grande]. Entonces tuve que grabar. Adrián [Dárgelos] me prestó su estudio y llegué y no sé… Me emocioné un montón, me puse a llorar [y se tapa la cara con cierto pudor]. Fue como toparme con algo que estaba negado pero que es parte de mí. Cuando dejé todo aquello en ese momento, si tu me preguntabas por Julieta Venegas, te hubiera dicho que ni idea, que ni la conozco [se ríe].
–¿Te sigue pasando que en la calle te comenten de tu parecido con una cantante mexicana?
–¡Sí!
– ¿Inventás un tono porteño para zafar?
–¡No porque no me sale, sería peor! A veces, ante la insistencia, les digo que soy yo. Pero si están confundidas, lo dejo pasar. Y como tengo una hermana gemela, lo aprovecho...
–El texto de La enamorada tiene una reflexión sobre la patria ("La patria te toca aunque no se la comprenda, como la madre, como la muerte"). ¿Cómo ves a México desde la distancia?
–Estoy en un momento súper raro con eso porque ya siento el desarraigo. Llevo más de dos años acá. Ya no estoy tan encima de lo que pasa en mi país y eso me lleva a pensar que estoy eligiendo conscientemente vivir aquí. Esta ciudad me gusta y me gusta lo que genera en mí, en mi hija. En Ciudad de México llegaba de una gira y me quedaba como encerrada en mi casa. Todo me agotaba. Acá vivo la ciudad, me muevo sola, voy al teatro. Y la gente es super curiosa, super apasionada. La intensidad de la gente que me ha ayudado a defenderme. La primera vez que alguien me gritó en la calle me quedé como asustada. Ahora no tengo ningún problema en gritar yo.
–Dentro de tu etapa de "no plan", ¿cómo es tu plan para el resto del año, más allá del teatro?
–Estrenar la obra, estar acá y reconozco que me dieron ganas de grabar. Pero así como te lo digo: como algo vago, en puntos suspensivos…
"La enamorada trata de nombrar y en el intento se arma y se torna leve", escribe Santiago Loza sobre su obra (o sobre esta otra Julieta Venegas, en su caminar a paso lento, muy lento).
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