Juegos... ¿Cuál es tu límite?: la crueldad del ser humano
Dirección: Ariel del Mastro. Adaptación, dirección de actores, letras y puesta en escena: Marcelo Caballero. Música, dirección musical y letras: Juan Pablo Shapira. Intérpretes: Agustina Cabo, Nicolás Cúcaro, Tomás Kirzner, Carolina Kopelioff, Alan Madanes, Maia Reficco y Julia Tozzi. Coreografía: Rosario Asencio. Dirección vocal: Katie Viqueira y Juan Pablo Shapira. Asistencia de dirección: Macarena del Mastro. Vestuario: Alejandra Robotti. Escenografía: Vanessa Giraldo. Sonido: Eugenio Mellano Lanfranco. Diseño asociado de iluminación: Gaspar Potocnik y Juan Monserrat. Por Allarena.net. NUESTRA OPINIÓN: Muy buena
En 1976, el año en que Roma Mahieu estrenó su primera obra: Juegos a la hora de la siesta, recibió los premios Molière y Talía. Fue un suceso de público, pero cuando los militares se dieron cuenta de su significado, la prohibieron a principios de 1978 por "su contenido manifiesto de postulados disociantes y la descripción de técnicas propias de la subversión". Cosas de aquellos siete largos años. La obra muestra a un grupo de ocho chicos en una tarde de juegos. Esa idea sirve para reflejar, a través de la violencia infantil, la opresión sádica y salvaje de la sociedad, desde una visión piramidal, y de los mismos individuos, como comunidad. No es una simple mirada sobre el mundo de los niños, sino que ellos son utilizados como un reflejo de los adultos. Es decir, el sadismo de los mayores queda plasmado a través de las distintas aristas de la brutalidad infantil.
Lo que hacen estos chicos es imitar los comportamientos más salvajes y mezquinos de los grandes. Hay un tirano déspota, amado y temido, algunos "diferentes", el que tiene condición de esbirro, y algún inocente peligroso. Ellos compiten por un status y el miedo es el protagonista principal de estos "juegos". La muerte ronda también, pero el temor que la rodea no es más que miedo a la vida. Es una parábola de la crueldad, expuesta en forma cruda
Juegos... es una versión musical de la obra de Mahieu, inteligente mirada de los talentosos Marcelo Caballero y Juan Pablo Shapira que supieron condensar lo necesario como para cederle terreno a la música y lo visual. Porque esta no es una obra presencial, sino un streaming a ocho cámaras. De los mejores que se han hecho sobre una obra de teatro. Ariel del Mastro tiene el mérito, con su mirada abarcativa y exquisita, en un espacio amplio, despojado pero muy bien aprovechado. Es una propuesta inquietante, con coreografías funcionales, dinamismo y una tarea interpretativa que resalta los ribetes más absolutos del teatro de la crueldad. El elenco de jóvenes talentos es compacto y sobresaliente, pero corresponde resaltar los trabajos de Agustina Cabo, Nicolás Cúcaro, Tomás Kirzner y Julia Tozzi. En la actuación se hace la diferencia.
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