Jardín imposible. Se estrenó un elogiado musical, inspirado en Cromañón
Es una obra de Lucía Echeverría, joven autora y directora, que imaginó una historia de amor en el marco de la tragedia ocurrida en 2004
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Como pasa con todos los sucesos que se graban en la historia, la tragedia de Cromañón marcó a fuego la cultura argentina. Los que fueron contemporáneos de aquella noche triste siguieron su juventud temprana incorporando recaudos estructurales que antes no contemplaban, empezaron a chequear salidas de emergencia, y hasta fueron testigos de la desaparición de distintos espacios y proyectos artísticos que no lograron pasar el tamiz de la sana regularidad. Pero Cromañón y sus mártires también son semillas que germinan en las generaciones venideras, y un fiel reflejo de eso se observa en Jardín imposible, una obra teatral creada y dirigida por Lucía Echeverría, quien actualmente tiene 22 años.
“Más allá de la pandemia, no atravesé ninguna tragedia colectiva, ni tengo conexión con sobrevivientes o víctimas. Me resulta importante conocer y revisitar la historia cultural argentina, como ciudadana y más como artista, y Cromañón siempre me va a poner los pelos de punta –confesó la joven y agregó–. Escribí el texto dentro del Laboratorio de Teatro Musical de la Dirección General de Enseñanza Artística de la ciudad de Buenos Aires, un espacio con los tutores Emiliano Dionisi, Fernando Albinarrate y Barby Ovstrovsky, a quienes respeto mucho no solo por sus carreras personales increíbles, sino también por su manera de llevar el proyecto a su máximo potencial. La confianza de ellos me ayudó mucho, sabiendo que del otro lado había un oído profesional y predispuesto”.
La obra puede verse los jueves, a las 21, en El Método Kairós. “Al escribirla, recuerdo fervientemente cómo apareció el personaje de Javier. Iba a ser una obra sobre una pareja, pero carecía de sentido sin esa voz del futuro, sin esa voz del después. Las sensaciones que me ocupaban, variaban entre la impotencia total, la tristeza de lo que pasó, y a la par, la curiosidad y el respeto por el proceso de fortaleza y reconstrucción de esas familias, que son identificables en este personaje”, acotó.
Javier es un artista establecido joven, a quien están entrevistando por su nueva producción musical. En la entrevista, por una pregunta infortunada, Javier se dispone a abrir su pasado y contar qué cosas lo convirtieron en el artista que es hoy. Entre flashbacks y vueltas al espacio de entrevista, el relato le abre paso a Mariana y a Iñaki. La hermana, y el novio de la hermana. Javier también narra su infancia, su problemática familia, los problemas económicos de la época y sus situaciones cotidianas. Con el paso trascendente, claro, por Cromañón. Jardín imposible es, principalmente, una historia sobre el amor, contada desde distintos lugares donde este sentimiento tiende a verterse.
“Una vez pasada la etapa de creación, nos propusieron la posibilidad de armar un workshop en el Centro Cultural Recoleta. En ese momento eligieron algunas obras del Laboratorio que consideraron más fuertes para pasar a esa instancia, y me eligieron. Ahí se presentó un nuevo desafío, me propuse dirigirla y se sumó al proyecto Gonzalo Rodríguez como productor. Él me pasó el contacto de algunas personas que sentía correcta para los papeles. Tomamos audiciones y, rápidamente, se sumaron los chicos. Era cantado que tenían que ser ellos. La predisposición con el material estuvo desde el día uno y estoy muy agradecida porque confiaron mucho en mi trabajo. Se entregaron a la exploración, que fue un proceso extenso y muy profundizado. Luego me confesaron que se habían enamorado del material y por eso vinieron tan confiados a los encuentros”, rememora la joven directora teatral.
El elenco está compuesto por Paloma Domínguez como Mariana, Gonzalo García G como Iñaki, y Agustín Ferrari como Javier. Los tres están en escena constantemente, y, además de actuar, cantan y bailan las piezas musicales creadas puntualmente para el proyecto, también por Lucía.
¿Quién limpia la ciudad de los trozos que quedaron? El jardín devastado, un sollozo murmurado... “Las canciones nacieron con la obra. Aunque a veces, no las busco. Estoy componiendo alguna o jugando con algún instrumento, y me doy cuenta de que puede usarse para lo que estoy escribiendo. Las coreografías son de Carolina Carniglia, una compañera talentosa que conocí en el IAM. La producción musical, mezcla y mix de las pistas, es de Federico Migliano, un amigo que generosamente después de conocer el proyecto se sumó a colaborar –contó Echeverría y finalizó–. Cromañón es un ejemplo solido de esas ‘pequeñas’ corrupciones cotidianas que dan paso a tragedias por problemas que no controlamos. Y además, es también un ejemplo de resiliencia y cooperación, pensando en ese después. La historia me inspira e inspiró en el momento de escribir la obra por su carácter humano”.
Jardín imposible es un musical sobre una herida todavía no cicatrizada de ese verano de 2004. Los jóvenes artistas que le dan vida a la obra tienen mucho más para decir de lo que pudieron articular, y tienen mucho más para cantar, de lo que los dejaron sonar. Conocen de abandono, de refugios y de maneras. conocen sobre todo de lo que queda. Cantan sobre una huella imborrable en Javier. Es una historia de amor, que nos muestra cómo crear refugios resilientes a partir de la tragedia.
Para agendar
Jardín imposible
Jueves, a las 21, en El Método Kairós, El Salvador 4530.
Entradas en la boletería del teatro, o por Alternativa Teatral.
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