El prestigioso ilusionista presenta AZOTH en el Teatro Maipo antes de regresar a Los Ángeles, ciudad donde reside, e iniciar la nueva temporada de cruceros que lo llevará a recorrer el mundo
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“Soy un comunicador. Lo que hago es el vehículo, es la herramienta”. Norberto Jansenson es mago e ilusionista. Uno de los profesionales más destacados dentro de su metier, quien convirtió a su apellido en una marca y les ha dado impronta propia a los modos con los que dice y ejecuta. Pero, más allá de su arte, su hacer también se destaca por lo interdisciplinario ya que escribe -consecuencia de su pasión por la lectura- y es coach. “Todos somos magos y magas, pero nos han convencido que no tenemos poderes y por eso mucha gente no ejerce”, deja sentadas las bases, sus bases, de entrada.
Vive en Los Ángeles. “Amo su clima, tengo muchos amigos queridos allí y, además, es la ciudad que cuenta con el Magic Castle, el club privado donde hay shows de magia impresionantes, ahí está la familia adquirida con los años”.
Fuera de escena, pareciera imprimirle a la charla algo de todo ese enigma que desarrolla en su labor. No se trata de un hombre laberíntico, pero sí de alguien que se expresa con las palabras adecuadas -de muy buen decir- y un tono que hace de la conversación un momento de muy buena hondura reflexiva. “René Lavand decía que en la urdimbre de lo que va por dentro está la verdadera magia”.
Mencionará reiteradamente a aquel prócer que fue un guía no solo en el oficio, sino en su propia vida. Apela a él para definir todo un universo que le es propio y que volverá a desandar en escena el próximo domingo 10 de noviembre en el Teatro Maipo, cuando ofrezca una nueva función de AZOTH, un espectáculo al que define como una “experiencia” y a través del cual los espectadores tienen una participación esencial dado el carácter inmersivo del show. Un espectáculo alquímico, tal como deja entrever su título.
-Tu manera de narrar en escena cada secuencia tiene mucho de filosófico.
-Soy una persona muy curiosa en la reflexión, me he pasado la vida tratando de comprender mejor.
Norberto Jansenson nació en Buenos Aires en 1971 y podría decirse que es un “distinto”. Ya no solo por su forma de encarar el universo del ilusionismo, ese arte de lo aparente, sino porque le imprime a su vida una profundidad poco usual para transitarla. Lo uno va de la mano con lo otro. “Me interesa ir más allá de la superficialidad donde hoy se está viviendo”.
-Todo un desafío.
-Lo que primero vemos pareciera ser que es todo lo que vemos, pero eso es solo una puerta de entrada, una posibilidad para ingresar a otro mundo.
-En un tejido de redes sociales y virtualidad exacerbada, ¿cómo se inserta un espectáculo como el tuyo?
-La experiencia física de contacto con la realidad es lo mágico; por eso digo que, en el viaje que es el show, vamos a descubrir que, en el mundo, casi todo se ha convertido en ilusión y que la magia es la única realidad.
-Paradójicamente.
-La experiencia física de oler una flor hoy es un milagro, en medio del cemento y de la tecnología.
-¿Por qué definís como “inmersivo” al show que actualmente presentás?
-Porque rompemos con lo que se llama la Cuarta Pared. Hoy es impensado que un espectador sea pasivo, cuando, desde un dispositivo puede generar todo tipo de sensaciones. Me interesa llevar eso al extremo y que, el propio espectador, haga la magia con sus propias manos, toma decisiones.
-Tu rol, en este caso, ¿cómo se definiría?
-Soy un guía, un puente, un integrador. El público ya tiene una gimnasia y una inteligencia emocional donde este tipo de propuestas no solo no escandaliza a nadie, sino que es lo que se está esperando, se trata de una cocreación.
En un determinado tramo de AZOTH, Jansenson se desafía a sí mismo para saber, ante una determinada consigna, cuál de dos espectadores le dice la verdad o le miente. “Adivino de verdad, confío, y solo utilizo el método como un mecanismo de seguridad”.
-¿A qué apelás?
-Al lo hecho en torno a lo psicológico y a prestar mucha atención al trabajo que hago en torno a la observación de los otros, algo habitual en mí.
-¿Es una herramienta que utilizás en la vida cotidiana?
-Sí, va más allá de mí.
-¿Cómo es eso?
-Cuando le pregunto a una persona cómo se encuentra, al mirarla sé de antemano la respuesta.
Poderes
-¿Cómo nació tu vocación?
-Nací con ella, como todos los seres humanos, venimos al mundo siendo magos, pero, en algún momento, nos educan y nos convencen de que no tenemos poderes, que la magia no existe y que hay que dedicarse a algo que sea práctico y que nos permita posicionarnos en el mundo competitivo de manera contundente.
-Lo cual implica una resignación.
-Abandonamos sueños y aptitudes.
-En tu caso, el camino fue diferente. ¿Cuándo convertiste a la magia en una profesión?
-Fui lo suficientemente pillo.
-¿Pillo?
-En primer lugar, fui un excelente alumno, de modo tal que mis padres se quedaran tranquilos y, me permitieran, en mis ratos libres, jugar a la magia.
-Una buena estrategia.
-Por eso, los sábados a la mañana, mi papá me acercaba hasta la academia de magia o, para mis cumpleaños, me llevaba al Bazar Yanqui, que vendía trucos. En realidad, nunca decidí ser un mago profesional, me fueron pasando cosas.
-¿Qué cosas?
-En mis ratos libres, hacía magia para mi familia y mis amigos, hasta que, a mis trece o catorce años, me encontré siendo convocado para hacer magia en los actos de la escuela, en los cumpleaños de los amigos de mis viejos, en los aniversarios de la familia.
-Agenda completa.
-A los quince, alguien ofreció pagarme sin que yo se lo pidiera. Y, cuando terminé la secundaria, dos amigos me pidieron que les enseñara magia. Esos dos amigos estaban relacionados con animadoras de Pumper Nic, que me terminaron conociendo y llevando a hacer mi rutina en la cadena de once locales. Por eso digo que el profesionalismo llegó a mí, me “empujaron a hacer”, no lo busqué.
También estudió marketing y publicidad, disciplinas en las que se luce tanto como con la magia. Para solventar sus gastos de juventud trabajó en una casa de venta de ropa de cuero que era propiedad de su padre. “A mis diecisiete años tuve que apostar por la magia y dejar todo lo demás”.
Decime cuál es tu nombre...
Cuando sus abuelos paternos llegaron al país, provenientes de Rusia, durante la primera mitad del siglo pasado, fueron recibidos en Buenos Aires por personal de migraciones, y, como solía suceder, la dificultosa pronunciación hizo que se inscribiera mal el apellido original y se consignara “Jansenson”, como una “versión libre”.
-Convertiste ese apellido en una marca.
-No es mérito mío, sino de Nicolás Repetto.
-¿Por qué?
-En la época de su programa Sábado bus, Gerardo Rozín, que era su productor, me invitó a hacer magia. Al poco tiempo, me volvieron a llamar y les manifesté que, estaba honrado por la invitación, pero que solo volvería al programa cuando me permitiesen sentarme en la mesa.
-A atrevido no te gana nadie.
-Los productores se escandalizaron, me explicaron que nunca había habido un mago sentado en la mesa.
-¿Qué les respondiste?
-Que tenía cosas interesantes para compartir y que yo era mucho más que un truco de magia. Finalmente, Rozín intercedió para que me sentara en la mesa.
-No respondiste qué tuvo que ver Nicolás Repetto en la elección de tu nombre.
-Nico, en el separador que anunciaba el segmento con mi participación, quitó mi nombre y dejó solo mi apellido, y me dijo “esta es tu marca”.
-Estéticamente, siempre se te ve impecable.
-El envase hace que la gente compre lo que uno vende. En el supermercado, a veces, comprás un producto a partir del envase o un libro para regalar, al desconocer al autor, lo elegís porque te atrae la tapa. Quien no cuida su envase, en algún momento puede perder la competencia, más allá de lo noble o bueno del producto que ofrezca. Es injusto, pero son las reglas. Quien quiera jugar con sus propias reglas, va a perder más que ganar. Por supuesto, detrás del envase, tiene que haber contenido.
-En caso contrario, se trataría de una superficialidad banal.
-En terapia he trabajado mucho para que el envase no sea el todo, sino que se pueda ver el esfuerzo que hay atrás. El envase, a veces, hace sacrificar la humanidad, la ternura y la autocompasión, y suele distanciarte, algo que he padecido.
-¿Por qué lo argumentás?
-Me han tomado por alguien distante, pretencioso o engreído, así que tuve que aprender a usar el envase.
-Ofrecés una imagen enigmática, que no es lo mismo que “engreído”.
-Eso no está mal, pero no tiene que generar distanciamiento.
A la entrevista con LA NACIÓN llega vestido de manera impoluta. Elegante y nada distante. Y muñido de ese anillo que lo acompaña cuando actúa “o en cada momento vinculado a lo profesional, ya que, para la vida cotidiana, me lo saco”. Hábitos.
No se puede hacer más lento...
-Hablemos de René Lavand.
-Si estuviéramos en la década del ochenta, preguntaría si te va a alcanzar el casete, porque tengo tanto para decir sobre él.
-¿Por dónde empezamos?
-Para mí ha sido un faro muy profundo, no sólo hablo desde lo técnico. Cuando tengo que tomar una decisión pienso que hubiera hecho René en esa situación. Fue un amigo, un abuelo postizo y, hasta en cierto modo, una figura paterna alternativa con otros atributos a los de mi propio padre. Fue un espejo pulido, no dejaba pasar nada. Y también pienso en Nora, su mujer, ella siempre estaba presente en el recorrido del afecto.
-¿Fue tu maestro?
-No, en un sentido estricto. Él me decía, estudiá mis técnicas, pero solo las vas a poder utilizar si te cortás un brazo.
El comentario del recordado genio de la ilusión a través de los naipes tiene que ver con su propio físico, ya que la ausencia de una de sus extremidades no fue impedimento para que realizara los trucos más complejos con una sola mano. Un arte propio. Único e inolvidable, Lavand remataba sus performances con la frase “no se puede hacer más lento”.
“En él no fui a buscar los secretos de lo técnico, en primer lugar, porque no me faltaba una mano y, por otro lado, porque lo técnico ya lo conocía”, se ufana Jansenson.
-¿Qué escudriñabas en René Lavand?
-Todo lo demás.
Jansenson escribió cinco libros, uno de ellos es La mano mágica, en torno a la vida y obra de René Lavand. “Tomé su vida para hablar también sobre otras cuestiones en torno a la magia de la vida”.
-¿Algún consejo que te haya legado y que te acompaña hasta hoy?
-Él decía, “es importante lo que se hace, pero más importante es lo que se dice; es importante lo que se dice, pero más importante es cómo se está cuando no se dice ni se hace, la magia está en el estar”. Lo sostiene también Daniel Baremboin cuando afirma que la música no está en las notas, sino en los silencios que hay entre esas notas. Los aborígenes australianos piensan, en torno a los dibujos realizados en las piedras, que si se apoyan las manos en las grietas que hay en esas rocas, se ingresa al mundo de lo espiritual. Donde se interrumpe el hacer y el decir, está la magia, la música y la poesía, el acceso a otro mundo. Ahí está el mundo de René (Lavand) y creo que lo aprendí bien, ahí está mi secreto, en la pausa dramática, en el silencio, para hacer hincapié, para que el público pueda abrevar en lo que uno está compartiendo.
En torno a la comunicación, Jansenson realiza su tarea como coach, otra de sus formaciones -desde hace veinticinco años-, y es en esa área del conocimiento donde también profundiza en el valor de los silencios.
Por discreción y código ético profesional no da nombres de los empresarios y personalidades del espectáculo que recurren a sus servicios. Acaso algún político también se cruce por ahí. El arte de hablar es su segundo libro y tuvo su génesis en Buscando la magia perdida, una charla TED que ofreció con muy buena repercusión en la audiencia y donde contó con el asesoramiento del tecnólogo Santiago Bilinkis. “Habíamos hecho juntos el jardín de infantes y nos volvimos a encontrar para esa charla”. Lector desde sus ocho años, encuentra en Jorge Luis Borges a uno de los inspiradores de su buen decir. El texto La suma, del notable autor argentino, enmarca uno de sus trucos.
Jansenson se prepara para la presentación del próximo domingo en el Maipo, pero también para una turné que lo llevará a recorrer el mundo ofreciendo su show a bordo de los principales cruceros del mundo: “De acá a fines de 2025 tengo treinta cruceros contratados”.
-Imposible formar una familia con esa agenda nómade.
-No me atrevo a renunciar a tener pareja o hijos. No creo que sea incompatible con mi carrera, pero he renunciado a muchas parejas porque no estaba convencido. A pesar que me enamoré muchas veces, no me he encontrado con alguien a quien pudiera mirar a los ojos y sintiese que es la persona con la que pudiera emprender uno de los proyectos más importantes de mi vida.
Una de esas parejas ha sido Paula Robles, exmujer de Marcelo Tinelli, con quien el ilusionista salió durante menos de un año.
Es humano
-Alguna vez, ¿te ha salido mal un truco?
-Muchas veces…
-¿Qué se hace en ese caso?
-Se te aflojan todas las tuercas del cuerpo, sentís que tu carrera se termina, que no servís para nada y hasta que te lo van a reprochar de por vida.
-Esas son sensaciones exageradas. ¿Qué le dijiste a los espectadores y cómo saliste del paso?
-Blanqueé la situación y les expliqué que no hacía magia en serio, sino que se trata de trucos basados en técnicas y que, como mago, soy hábil para esconder, pero que algo falló y que, si no tienen problema, guardo ese truco y sigo con el siguiente. Hay que dejar el ego y saberse vulnerable. Como decía René (Lavand), el público perdona un error, lo que no perdona es la falta de entrega, respeto y trabajo.
Antes de la despedida, el cronista comete un “error” y lo define como “obsesivo”, algo que lo incomoda: “Me defino como ´meticuloso´”. Lo es. Y también, a su pesar, algo obsesivo. Como decía aquel programa de ilusiones, “aunque usted no lo crea”.
Para agendar
AZOTH. Sala: Teatro Maipo (Esmeralda 443). Función: domingo 10 de noviembre a las 20
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