Infancias. El cineclub Linterna Mágica vuelve a encender sus luces con muchas sorpresas
Ahora en el 25 de Mayo, el ciclo pensado para que los chicos vivan la experiencia de formar un público entre pares comienza este domingo con La quimera del oro, de Charles Chaplin
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Cine que hace reír, cine que hace soltar alguna lágrima, cine que hace soñar… Las nueve películas que conforman la programación anual del cineclub infantil Linterna Mágica vuelve a girar en torno a este carrusel de emociones que se alternan en los films de diversas épocas, orígenes y técnicas de realización.
El ciclo, que va los primeros domingos de cada mes en el Centro Cultural 25 de Mayo, abrirá esta vez con La quimera del oro, de Charles Chaplin, en su reedición de 1942. Pero no se trata de una simple proyección de una buena selección de películas. En el caso del film de Chaplin va musicalizado en vivo por teclado y batería, con un popurrí de temas populares en formato de jazz. La trama de la película resalta, al decir de Ilan Brandenburg, el director de La Linterna Mágica, la “tremenda actualidad“ del cine de Chaplin que en este caso muestra, aún a través de la risa, cómo “las vicisitudes del clima nos afectan hasta la pobreza y la desesperación“, en referencia a la tormenta que aísla al personaje protagónico en un paisaje inhóspito.
Ya desde la adquisición de la entrada los chicos comienzan a entrar al mundo de la película, al recibir un link que les permite acceder a una revista digital con una introducción a la trama, detalles sobre las técnicas de filmación e información del contexto en que se filmó. En el C.C. 25 de Mayo, los chicos se instalan en la platea de la magnífica sala principal, dotada de una gran pantalla de proyección y buena acústica. Los padres, en tanto, los dejan para buscarlos a la salida, o bien se ubican en el pullman si quieren observar la función. Los chicos viven así una experiencia singular de formar un público entre pares.
Una presentadora, la actriz Maia Menajovsky, abre el juego repasando conceptos cinematográficos que se desprenden de la película que se verá en pocos minutos: “En el caso de La quimera del oro hablará de la diferencia entre una película de hace varias décadas y otras más modernas, sobre el uso del blanco y negro y la aparición del color, así como de las particularidades que planteaba para la actuación el cine mudo y el recurso de las placas de intertítulos”, anticipa Brandenburg.
Pero la sapiencia de la presentadora se ve alterada por la irrupción de otro personaje, encarnado por Mariano Bassi, que ignora todo, no leyó la revista digital… hasta que aparece para aclararle de qué va una tercera figura: el mismísimo Chaplin, con su andar típico. La breve escena teatralizada, similar en su estructura a las que abren todas las funciones del cineclub, cede el paso a la proyección.
“Todo lo que hacemos es previo a la película en sí, con la idea de que los conceptos abran el camino a las emociones que son propias de la experiencia artística y muy particularmente del cine. Por eso no hacemos un debate posterior, que puede ser válido en otras instancias, pero que al formalizar conceptos cierra a veces el camino de las emociones“, explica Brandenburg.
El gran cineasta japonés Hayao Miyazaki, el británico Nick Park con sus cortos de Wallace & Gromit y el francés Michel Ocelot son algunos de los otros directores de latitudes muy diversas que aparecerán en los créditos de las funciones sucesivas del cineclub, siempre con similar formato de presentación. Los pequeños espectadores viven así un acercamiento a técnicas de animación tradicional, por stop motion o por computadora, a películas con efectos especiales antiguos y modernos, así como a historias para actores de carne y hueso, tanto en el cine mudo como en el sonoro.
“La diversidad es parte fundamental del cineclub“, define su director. “Es una experiencia bastante contracultural en algún punto, porque no tiene que ver con la inmediatez, sino con generar un proceso con cada película y formar el hábito de ir al cine.“
Unos 150 chicos de entre 6 y 12 años, aunque también algunos cinéfilos más jóvenes y otros que siguen viniendo ya de adolescentes, participan habitualmente de esta experiencia que tras su fundación en Suiza en los años 90, comenzó en la Argentina en 2008, hasta la pandemia en el Konex, ahora en la coqueta sala de Villa Urquiza.
Al salir de la sala hay todavía un detalle que trae el recuerdo de un furor del Mundial de Fútbol: los chicos se llevan un poster del cineclub que funciona a modo de álbum de figuritas con espacios reservados para pegar una imagen de cada una de las nueve películas. Quien asista a todas las fechas tendrá el afiche completo a fin de año. Una manera de hacerlo más accesible es adquirir la membresía del club para toda la temporada.
Linterna Mágica se define como un cineclub infantil por el público más que por el género de las películas. Ni La quimera del oro ni Wallace & Gromit lo son. “Más que la adhesión al género infantil buscamos en las películas que seleccionamos el lenguaje intuitivo y Chaplin es el gran representante de ello, en su forma de relacionarse con el mundo de un modo más intuitivo que racional, con gran coherencia con respecto a lo que ama y a su rechazo de la violencia”, dice Ilan Brandenburg. “En ese sentido lo que puede parecer infantil es universal, Chaplin en este caso representa lo que queremos difundir del ser humano, con la enorme capacidad de identificación que ofrece el cine. Ojalá encontráramos esto en más películas”.
Para agendar
Cineclub infantil Linterna Mágica: primer domingo de cada mes a las 16, en el Centro Cultural 25 de Mayo, Triunvirato 4444. Entradas $ 1.300 por función, membresía anual $ 8.500.
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