Hotel Neurotik, un musical distinto con un elenco de alto vuelo
La obra que se estrena hoy tiene a Omar Calicchio y Federico Barón como protagonistas
"¿Viste como es el musical? Uno pone todo", dice Omar Calicchio ya recuperado de un profundo desgarro en el bíceps causado por sostener más de la cuenta el cuerpo de Federico Barón en un ensayo. A punto de estrenar, se tuvo que posponer un mes. Ahora sí: desde el martes 14, en la sala B del Cultural San Martín, Hotel Neurotik, un musical de cámara para dos actores y un músico (el piano de Juan Pablo Schapira), escrita por el mismo autor de El cabaret de los hombres perdidos, el francés Christian Siméon, obra de la que Calicchio fue parte y motor en 2012.
"La palabra 'distinto' se usa demasiado, pero la verdad es que se trató de un musical distinto. Siméon tiene un sello muy particular y por eso volvimos con esta otra obra, también plagada de subgéneros como el vodevil, music hall, comedieta y drama surrealista", dice el actor que protagoniza a Lady Margaret, una dama intensa que al llegar a un hotel se obsesiona por el camarero (Barón), flechada a primera vista. "Hice mucho transformismo en el under, pero acá estoy componiendo a una señora, no es una drag queen. Por eso estoy medido en el maquillaje y el vestuario. De todos modos (se ríe), es una mujer muy especial, lleva el pelo rosa", dice mostrando su cabeza debajo de la gorra, rapada para no tener problemas con la peluca. "Me gusta estar mucho antes en el camarín, dos horas es lo ideal, para cumplir el ritual de hacerme un té, vocalizar, maquillarme, son mimos", enumera el actor dirigido esta vez por su "hermano de la vida" Gonzalo Castagnino (premiado por Asesinato para dos), que en rol de productor lo acompañó en obras anteriores como El cabaret de los hombres perdidos, el unipersonal Calicchio.om.ar y Mi perro López.
Adora el maquillaje teatral. Dice que el primero que le dio una clase fue Víctor Alejo, actor que hoy vive en México, compañero en varias creaciones de Pepe Cibrián, el director con quien trabajó desde antes de la mítica Drácula de 1991: "Parezco un disco rayado con esta frase, pero la colimba del musical la hice con Pepe durante doce años. Aprendíamos a hacer de todo y de esa práctica el actor se forma. No solo el transformismo. También el monstruo de El joven Frankenstein (Ricky Pashkus), para lo que hice un curso especial. Sí, me encanta, aunque con esta papada gasto mucho".
Acerca del sobrepeso, reconoce que le cuesta bajar, pero que debería. Aunque también admite que siempre trabajó por gordo: "No había gordos que bailaran. Aníbal Pachano me ponía porque llamaba la atención", dice, riéndose, sobre su etapa en el grupo Botton Tap.
No tiene problema en ofrecer su trabajo a productores ni presentarse en audiciones. Así lo hizo para Priscilla, la reina del desierto y El violinista en el tejado. "Me llaman, pero no tanto. Le digo que no a aquello que no puedo cumplir, cuando estoy muy ajustado, porque no me gusta cuando hay que estar esperando. Ojo, lo entiendo, hay que tener demasiados trabajos para sobrevivir. Tampoco me interesa lo farandulero y mediático, soy muy vergonzoso para el 'Bailando'", dice el actor, al que nunca convocaron desde la producción de Marcelo Tinelli y que, por otro lado, está ensayando La gran farándula, un espectáculo de Gastón Marioni para estrenar en junio en el Teatro 25 de Mayo.
No le genera ninguna dificultad actuar junto a famosos como Raúl Lavié y Guillermo Francella. Al contrario, es un lujo. Tampoco dirigirlos, rol que comenzó a ejercer en No hay 2 sin 3, con Georgina Barbarossa y Germán Kraus, y en Ellas mandan, con Tomás Fonzi y Matías Alé. La televisión, donde pasó varios años en producciones de Cris Morena como Chiquititas, no lo tiene demasiado en cuenta, pero mucho no le importa: "Nunca busqué la fama. No sé si tengo talento, eso que lo diga la gente. Lo que sé es que soy un buen profesional y estoy feliz con las obras que hago en este momento de mi vida, con las cooperativas que armamos para hacer lo que queremos sin saber muy bien cuál será el futuro en este país". Como Hotel Neurotik, una historia de amor -"ponele", acota-, oscura y loca, a precios muy accesibles.
Hotel Neurotik
de Christian Siméon, dirección de Gonzalo Castagnino
- En el Cultural San Martín, sala B, Sarmiento 1551
- Martes, a las 20.30
- Entradas, 300 pesos
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