Historias de jóvenes inmigrantes en los comienzos del siglo XX
"Trilogía de las polacas", de Patricia Suárez. "Historias tártaras", con Graciela Clusó, Chendo Ortiguera y Pablo Sakihara. Dirección: Clara Pando. "La señora Golde", con Alejandra Molinari, Jorge Sánchez Mon, Georgina Rey y Flavia Sinsky. Dirección: Elvira Onetto. "La Varsovia", con Erica Spósito y Stella Maris Brandolín. Dirección: Laura Yusem. Diseño de iluminación: Gabriel Caputo. Música: Patricia Martínez. Duración: 170 minutos, con dos intervalos. En Patio de Actores, Lerma 568; 4772-9732. Sábados, a las 19.
Nuestra opinión: bueno.
"Trilogía de las polacas" fue presentada como una propuesta destinada a registrar una tendencia de las primeras décadas del siglo último, donde las corrientes inmigratorias llegaban al país en busca de una tierra promisoria y abierta para cumplir con los anhelos de prosperidad. Entre esos esperanzados, llegaban jóvenes polacas, engañadas con promesas que nunca llegarían a cumplirse, para terminar incorporadas en el mundo de la prostitución.
Efectivamente, la autora toma este tema, pero tratado desde sus orígenes, es decir, en la Polonia natal donde se gestaba el tráfico humano, reflejando el entorno social que rodeaba a las jovencitas polacas y las motivaciones para la emigración.
Este planteo se ve expuesto claramente en las dos últimas piezas de esta trilogía. En cambio la primera, "Historias tártaras", toca el tema muy tangencialmente, enfocando la situación en otra realidad política y social.
El conflicto, propiamente dicho, se presenta a partir de la segunda, "La señora Golde", donde se percibe el mecanismo empleado para la seducción de las mujeres. En un país asolado por la pobreza y el hambre, la posibilidad de un matrimonio auspicioso para una joven era una salida muy conveniente para algunas familias indigentes, sobre todo cuando intervenía una intermediaria conocida, que concertaba los falsos casamientos, y un compatriota, muy generoso, que simulaba venir en busca de una esposa. Esta era la argamasa preparada para el engaño.
Finalmente, la tercera obra, "La Varsovia", se centra en el trayecto marítimo que une a los dos continentes, donde la novia elegida sospecha del engaño y descubre el futuro aciago que le espera donde los sentimientos no tienen cabida.
Una puesta para cada obra
Cada una de estas piezas tiene una directora diferente, por lo tanto hay tres puestas con una estética peculiar.
Clara Pando, para "Historias tártaras", apunta a un estilo realista, aunque cuenta con muy pocos elementos y esta carencia atenta contra la hechura final. Tampoco le ayuda el texto, que dispersa el conflicto en otras lecturas paralelas provocando situaciones confusas.
Elvira Onetto, en "La señora Golde", también se apoya en el realismo que le exige la pieza, pero intenta liberarse de este estilo recurriendo a apuntes de utilería que resultan elocuentes.
Finalmente, Laura Yusem para "La Varsovia" elige una puesta abstracta para reproducir la cubierta del buque que traslada a los personajes. Con grandes baldes de plástico, utilizados por las protagonistas, inserta la escena con un diseño estético muy atractivo y elocuente.
En cuanto a la interpretación, hay un nivel parejo entre los actores, aunque se percibe en general cierta inexperiencia, salvo en los trabajos de Georgina Rey (de la segunda obra), Erica Spósito y Stella Brandolín (de la última), quienes desarrollan sus personajes con una fuerte presencia dramática.
Cabe señalar que, en cada intervalo, los espectadores pueden disfrutar de algunos bocadillos y de un reconfortante vaso de vino. Un complemento atractivo.
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