Historia de pasiones encontradas
La reposición de Closer en Buenos Aires se da en un marco estético formal, de buena calidad
Closer, de Patrick Marber. Traducción y versión: Federico González del Pino y Fernando Masllorens. Intérpretes: Araceli González, Marcela Kloosterboer, Mariano Martínez y Nacho Gadano. Música original: Javier López del Carril. Diseño de vestuario: Dady Miranda. Diseño de escenografía: Lorena Ditro. Diseño de maquillaje: Pao Dessaner, Maximiliano Jitric. Diseño de iluminación: Martín Rebello. Asistente de dirección: Adrián Rey. Dirección: Marcelo Cosentino. En el Liceo (Rivadavia 1499). De miércoles a domingo, a las 20.30; viernes y sábado, a las 20.30 y a las 22.30. Duración: 90 minutos.
Nuestra opinión: buena
A fines de la década del 90, la aparición de Closer resultó de un atractivo inusual. Por un lado, en cuanto al tema, mostraba cierta devastación que asfixiaba al ser contemporáneo a la hora de buscar o sostener una relación de pareja y, por el otro -éste, de carácter estilístico-, la pieza de Patrick Marber está concebida con una forma de escritura muy común en el chat : frases cortas, contundentes, ideas que van armándose y completándose entre dos; en él también hay espacio para expresiones con doble intención o, directamente, el lenguaje soez no pasa inadvertido, pero tampoco causa sorpresa.
Mentira y verdad
En lo argumental, dos historias de amor están en primer plano. Los cuatro personajes provienen de experiencias muy disímiles y, en verdad, se podría decir que sus peleas por vivir son concretas. Ninguno ha descollado en su profesión y tampoco ha logrado una felicidad duradera a la hora de estar en pareja. Son seres comunes, con pequeñas ambiciones y, de a ratos, parecen tan pequeñas que sólo el estar con otro -aunque no sea en condiciones ideales- fortalece su yo individual. Un juego de verdad y mentira circula de continuo en esas parejas, y develar la verdadera responsabilidad del otro frente a determinados hechos es moneda corriente para estos personajes que entran en conflicto cuando el otro parece escapárseles de su control.
Profunda reflexión
La reposición de Closer en Buenos Aires se da en un marco estético formal de buena calidad. La escenografía, la luz, el vestuario, todo está cuidado en sus mínimos detalles y nunca esos rubros técnicos se impondrán por sobre la acción.
La dirección de Marcelo Cosentino es endeble. El creador no termina de modelar a esos personajes con la intensidad que ellos requieren. Es cierto que asoma una fuerte preocupación por que las palabras de Patrick Marber fluyan de manera correcta, pero hay una progresión en las conductas de esos seres que no termina de concretarse de la manera que corresponde. Esos hombres y mujeres poseen una conciencia muy golpeadas por deseos incumplidos; son verdaderamente patéticos y perversos, por momentos, y están todo el tiempo queriendo encontrar una posibilidad de fortalecimiento. En los cuerpos de los intérpretes de esta versión, esas marcas están ausentes.
El preciosismo de la escena es mucho y opaca la oscuridad de los personajes que la habitan.
Aun así, la propuesta resultará de interés para los espectadores que gustan de acompañar a sus queridos actores de la televisión. No van a sentirse defraudados por ellos y se llevarán una profunda reflexión, a partir del texto, sobre ciertos dobleces que conforman el alma del ser contemporáneo.
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