Histeriotipos: mirada femenina humorística sobre los hombres
Histeriotipos / Libro: Claudia Morales / Intérprete: Anita Martínez / Producción artística y puesta en escena: Verónica Vieyra. Dirección: Diego Reinhold / Teatro: Regina / Funciones: jueves, a las 20 / Duración: 58 minutos / Nuestra opinión: Muy Buena
El universo sexual y sentimental femenino parece ser un tema inagotable para la escena. Así lo demostraron Monólogos de la vagina y Cuerpos perfectos, de Eve Ensler, y Confesiones de mujeres de 30, de Domingos de Oliveira, entre otros títulos. En esta oportunidad, es Claudia Morales la encargada de enfocar esta problemática de mujeres en Histeriotipos, cuyo subtítulo, Sexo, citas y clonazepam, anticipa lo que se verá sobre el escenario.
En esta oportunidad es Anita Martínez la responsable de dar vida a una mujer, "entre los 40 y el rigor mortis" –según ella declara–, y lo hace desde el humor, desopilante, donde se permite burlarse de sí misma.
Sola, sin ninguna perspectiva de concretar una pareja, va señalando sus experiencias con los hombres que se han cruzado por su camino. No se trata de una crítica hacia los hombres, aunque existe, sino plantear una tipología masculina y el comportamiento y grado de compromiso que algunos asumen frente a las necesidades de la mujer.
Aparece así el nene de mamá, el celoso, el creativo, el indeciso, el físicamente dotado, el físicamente infradotado; una galería de personajes que le permiten a la protagonista definirse frente a esta realidad: la incapacidad en encontrar al hombre perfecto. Hasta que llega a la conclusión de que no existe la perfección en la humanidad y que las mujeres deberían conformarse simplemente con un hombre bueno que las cuide, las mime y esté atento a las necesidades de su pareja.
A Anita Martínez le sobra talento para encarar a la protagonista, no solo por su capacidad interpretativa, sino también por su presencia escénica y la facilidad con que puede improvisar para incorporar al público en su discurso; además, de darse el lujo de jugar a ser titiritera y ventrílocua con mucha eficiencia.
Desparrama gracia, humor y desparpajado por el escenario, donde, gracias a la creatividad de Verónica Vieyra, arma con muy pocos elementos y algunas imágenes todo el entorno de esta mujer histérica que solo pretende un poco de amor. El texto de Claudia Morales es inteligente, sin pretensiones maniqueas, y solo se limita a describir las aspiraciones de una mujer que además tiene el mérito de reírse de sí misma sin denigrarse, porque conoce sus características y sus limitaciones.
Diego Reinhold, desde la dirección, explotó esa veta natural que distingue a la actriz.
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