Happyland, fantasmal pieza basada en la figura de Isabel Perón
En 1970Alfredo Arias estrenó la obra Eva Perón, en París. Facundo Bo hacía de Evita en ese genial texto de Copi que tuvo una nueva versión hace unos pocos años en el Teatro Cervantes. Aquella función de estreno fue interrumpida por un comando de la derecha argentina. Antes de dejar el Teatro L'Epée-de-Bois escribieron un grafiti que decía: "Vive le justicialisme". En esos años Juan Domingo Perón estaba exiliado en Madrid junto a su tercera esposa: María Estela Martínez de Perón (o, simplemente, Isabelita). Habitaban la quinta 17 de Octubre, de Puerta de Hierro.
Alrededor de su figura (y de sus fantasmas) gira Happyland, la obra escrita por Gonzalo Demaría que Alfredo Arias estrenó ayer en el Teatro San Martín. "La pluma de Gonzalo despierta un aquelarre de imágenes esperpénticas dignas de nuestra gótica y magnética historia política", promete el talentoso director que en varias oportunidades ya reflexionó en escena sobre los ecos del peronismo (Eva Perón, Tatuaje, Deshonrada). Gonzalo Demaría también tiene sus propias obsesiones. La de Happyland remite, claro, al golpe del 24 de marzo de 1976.
En la obra a cargo de esta dupla de director/dramaturgo que ha trabajado junta en varias ocasiones hay dos Isabelitas: la joven (Josefina Scaglione), que refiere a cuando la primera presidenta mujer de la Argentina actuaba en cabarets de Panamá; y la ya mujer madura (Alejandra Radano) que el gobierno militar manda al Messidor, el bucólico castillo construido por Alejandro Bustillo con vista al Nahuel Huapi que se convierte en su cárcel. Allí es cuidada por una mucama andaluza (María Merlino) y una ama de llaves (Marcos Montes).
Desde hace tiempo a Gonzalo Demaría el personaje de Isabelita le da vueltas por la cabeza. En 1992, cuando todavía no se había estrenado ninguna obra suya, escribió Señora presidenta. "Por suerte, no se montó", aclara. Hace cosa de dos años escribió otra obra basada en este personaje tan oscuro. Se la pasó a Alfredo y él, "muy inteligentemente", le sugirió sumar a las escenas en el Messidor momentos de flashback de cuando estaba en Panamá y conoció a Juan Domingo Perón, quien había dejado el poder en 1955. Así fue como dejó de ser una obra puramente de texto para mutar en otra, con aire de music hall, en la cual la música original de Axel Krygier es fundamental para este entramado delirante. "La Isabelita panameña implica el nacimiento político de ella en medio de un cabaret, con todo lo fascinante que tiene un cabaret, que parece iluminar todo lo que luego pasó. A veces... -se queda pensando el director que desde 1968 vive en París- las fundaciones de nuestros procesos históricos reposan en lugares bastante aterrorizantes. Nuestra historia política ha tomado riesgos increíbles dejando el rumbo de nuestro país en personas que están lejos de estar preparadas. Ése fue el riesgo que tomó Perón de querer reconstruir en Isabel la doble de Evita. Pero Eva había nacido con los genes para mistificarse. Perón y ella fueron los únicos personajes políticos que estuvieron en frente de un momento histórico, todo el resto son personajes provisorios. Y si el camino de Evita es de un tránsito neto, definido; el de Isabelita, no. Se rodea de cosas confusas, de brujerías y carencias hasta ser presidenta tras la muerte de Perón".
En un hall de una de las salas del San Martín Gonzalo Demaría suma su perspectiva: "El camino de Isabelita fue errático, difuso. Ni la historiadora María Sánchez Quesada pudo hacer luz sobre su origen político. Todo lo que hay es ese cabaret en Panamá en donde se encuentra con Perón y cuya presentación se disputaron Roberto Galán y Joe Herald (Carlos Casella). Otros dicen que se habrían conocido antes porque ella era espía. Nada es claro".
En escena sí quisieron dejar en claro la postura de ellos frente a este personaje histórico que desde hace décadas vive en las afueras de Madrid. Alfredo Arias entiende que en la escena en la que el obispo (Adriana Pegueroles) visita a Isabelita el autor le hace a decir a la expresidenta que ella estaba comprometida con el inicio del momento más oscuro del país. "El teatro no puede ser didáctico, no puede resolver nada-comenta-; pero puede dar las herramientas para que la gente pueda reflexionar".
-¿Cómo se repara en un personaje tan...?
Demaría: -... Siniestro, si se quiere. Siempre me inquietaron los personajes marginales. Aunque parezca incorrecto decir esto, me interesa más Isabelita que Evita. Evita fue tratada y retratada mil veces. Por eso me gustó indagar en las sombras de este personaje surgido de la nada que dejó su casa a los 16/17 años, que ya su camino errático lo llevó a la danza clásica, al espiritismo y que terminó en manos de este espía, Joe Herald, que no sabemos si era cubano o argentino, espía o bailarín de tap.
Arias: -Hay que reconocer que algunos personajes políticos argentinos generan un apasionante melodrama negro. También pienso que las mujeres son épicas, que producen historias fascinantes alrededor de ellas por más que los asesinos terminen siendo los hombres.
Demaría: -Desde las virreinas hay un tema entre las mujeres y el poder. Y así como Encarnación Escurra construyó a Rosas, Eva construyó a Perón.
-E Isabelita ¿qué construyó?
Demaría: -A la Junta Militar. De alguna manera fue la constructora de lo que vino después. El mecanismo represor que estaba en el Ministerio de Bienestar Social de López Rega pasó a formar las filas de la Junta.
-En la obra Isabelita dice: "En cuanto triunfe el feminismo se acaba el mundo".
Demaría: -Es mi interpretación de lo que pudo haber dicho ella. Es que para mí Isabelita era decididamente machista.
Arias: -Hay otra frase: "Tan tonta no soy, solo goberné Argentina" [se ríen]. De alguna manera tiene conciencia de su pobreza. Igual yo puse a ese personaje en medio de un universo fantasmagórico sin defenderla ni denigrarla más. Que el publico disfrute de ese disparate.
-Entre Eva Perón y Happyland hay elementos formales comparables: los dos personajes en momentos críticos de sus vidas, el encierro, la presencia de alguien que vigila y cuida, un entorno político en ebullición, las referencias a Perón, la idea del fin de un ciclo. ¿Trazaste paralelismos en el momento de la escritura?
Demaría: -No de manera consciente.
Arias: -Gonzalo trabaja sobre una estructura y un acercamiento a los temas de manera muy diferente a la de Copi. Sin embargo, sin necesidad de imitarlo, en esta obra hay un nivel de delirio, de ruptura que era un poco el lenguaje de Copi. Por eso se produce cierta familiaridad entre una obra y otra.
Demaría: -Como es una historia de fantasmas siempre queda la posibilidad de que se me haya metido Copi por ahí...
Los fantasmas, las presencias, las brujerías están presentes durante toda esta obra con aires de music hall. Casi al final de Happyland la que aparece es la misma Evita (en verdad, aparece en el cuerpo de la ama de llaves que interpreta Marcos Montes). Eva le dirá que es una tilinga. Isabelita le responderá que es mejor ser tilinga que guaranga. La Isabel de Perón ya grande, recordemos, la interpreta Alejandra Radano. Es la que advierte al publico antes de comenzar la obra: "Desde el código romano la sátira es un derecho".
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