Hace 100 años moría el autor Anton Chejov
Su obra es la base del teatro moderno
Hoy se cumplen 100 años de la muerte de Anton Chejov, y es algo más que un recordatorio, porque el autor ruso aún sigue vivo por la fuerte presencia que tiene su obra en la escena mundial.
"La tumba de Anton Chejov en Moscú es conmovedoramente sencilla -dicen los que tuvieron la oportunidad de verla-. Sobre la lápida blanca, las hojas de un arce y un abedul procuran algo de sombra."
Hace cien años, el 15 de julio de 1904, el escritor ruso murió de tuberculosis en el balneario alemán de Badenweiler, en la Selva Negra. Chejov sólo vivió 44 años, pero su obra significó a nivel mundial el salto a la modernidad, tanto para el drama como para el cuento.
Chejov llevó al escenario a figuras de los últimos años de la era zarista, pero sus personajes siguen pareciendo modernos hasta la actualidad. "Es el más sutil analista de las relaciones humanas", señaló la escritora inglesa Virginia Woolf sobre el autor.
Sus héroes, con un matiz patético, sienten que su forma de vida quedó superada. Ya no tienen fuerzas para comenzar de nuevo. "¿Por qué no vivimos tal como podríamos vivir?", hace decir Chejov a uno de sus personajes en "Platonov".
En el comienzo, el humor
Chejov había nacido el 17 de enero de 1860 en una familia pobre de la ciudad de Taganrog, en el sur de Rusia. El profundo conocimiento humano del escritor surgió de su profesión: era médico, actividad que ejerció simultáneamente con la publicación de relatos y escenas humorísticas en revistas. Debido a su éxito, pronto se dedicó plenamente a la literatura. En 1886 aparecieron sus escritos humorísticos "Relatos de Motley", y al año siguiente "Ivanov", su primera obra de teatro. En 1884 comenzó a padecer tuberculosis, enfermedad que lo acompañaría toda la vida y que lo obligaría a vivir como un nómada en busca de tierras cálidas.
"La medicina es mi esposa legal; la literatura es mi amante", escribió Chejov en 1888. En las revistas de humor se entrenó en la escritura aguda y condensada que marcaría su estilo como escritor maduro. "Por el constante miedo a escribir superficialidades caigo en el extremo", dijo en una oportunidad.
"La dama del perrito", "El hombre enfundado", "Mi vida", "Relatos de un desconocido", "El monje negro" y otros relatos breves de Chejov lo equipararon en la literatura rusa a las grandes novelas de Fiodor Dostoievski y Leon Tolstoi. "Sin falsa modestia, puedo asegurar que él, Chejov, sabe mucho más de técnica que yo", dijo Tolstoi. Y el alemán Thomas Mann reconoció que "lo breve y condensado" en Chejov "puede superar en intensidad artística a lo grande, a la obra monumental". En la literatura inglesa, George B. Shaw, J. B. Priestley y William Somerset Maugham fueron influidos por Chejov.
A partir de 1892 fijó su residencia en Melihovo, dedicándose a la educación y a la labor médica (en forma gratuita). En esa época escribió la mayor parte de sus narraciones y textos teatrales. Pero su enfermedad lo obligó en 1897 a trasladarse a Crimea, donde el clima era más cálido. En los últimos años del siglo conoció al actor y productor Stanislavski, director del Teatro de Arte de Moscú, que representó varias de sus obras: "La gaviota", con la que cosechó grandes éxitos; "El tío Vania"; "Tres hermanas", y "El jardín de los cerezos".
En general, los personajes recuerdan el pasado con melancolía, recrean los tiempos lejanos de Rusia, se lamentan de la vejez que se avecina y de los momentos fugaces de felicidad y el paso lento y monótono de la vida cotidiana. A la luz de los años, son precisamente estos personajes, seres patéticos, tragicómicos, los que exponen uno de los principales "mensajes" de su obra: el teatro de Chejov es y seguirá siendo rigurosamente actual.