Gustavo Uano, director del INT: "Queremos hacer festivales de teatro, no de cartas documentos"
Gustavo Uano es el nuevo director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT), el organismo federal dedicado al fomento de la escena independiente de todo el país y sucede a Marcelo Allasino. Nació en Mendoza en donde se recibió como licenciado, intérprete y profesor de arte dramático. Ya ocupó la secretaría general del INT además de haber representado a su región. Es profesor de la cátedra Gestión y producción de espectáculos y en la Tecnicatura de producción audiovisual de la Universidad Nacional de Cuyo. Es su primera nota desde que el ministro de Cultura Tristán Bauer lo designó como máxima autoridad de un organismo que, en los últimos años, se vio envuelto en una fuerte crisis interna.
–¿Con qué te encontraste?
–Pensé que me iba a topar con un escenario partido ante el cual iba a ser muy difícil contagiar un poco de optimismo y creatividad. Lo que veo es el recurso humano, lo más valioso que tiene el INT, está totalmente desaprovechado. Ya tuve una reunión general y luego fui entrando oficina por oficina para conocerlos y saber qué hacen, qué proponen. En una de las primeras charlas con el ministro él se preguntaba cómo se podía salir de la situación de conflicto en el que estaba el INT; yo creo que lo primero es ponerse en el lugar del otro y tratar de capitalizar la experiencia de lo vivido. En este momento el desafío es desandar el camino kafkiano en el que estaba el Instituto, el estado de parálisis que impedía cumplir con los nobles valores y objetivos de la ley que creó al INT y con el funcionamiento del Consejo de Dirección del cual yo soy una de sus partes.
–El Consejo de Dirección, formado por integrantes de cada región, hace tiempo tiene sus cortocircuitos con el director ejecutivo, designado por el ministro de Cultura. ¿Por qué pensás que se generó esa situación?
–Yo conocí al INT funcionando en armonía y plenitud. Esta situación que se ha dado en varios momentos, y que durante la última gestión se afianzó, no es la constante. Yo creo que a esas situaciones se llegó por no hacer el esfuerzo de poner personalismos y mezquindades de lado en medio de organismo tan heterogéneo. El Instituto se debe a los teatristas y al público, me parece que faltó ceder posiciones en cuanto a lo político para tener más claro el espíritu real de la ley.
–¿Cómo imaginás tu vínculo con el Consejo?
–Como un vínculo respetuoso. Hay que fijar prioridades y en base a eso trabajar. Vengo a proponer una línea de trabajo cooperativo en la que la miradas sumen. Cada uno de los consejeros tiene mucho para aportar y espero tener facultades para poder capitalizar esas potencialidades. Vienen tiempos mejores. A los teatristas hay que invitarlos a hacer teatro, que es lo que quieren hacer, y quitarles el suplicio de lo burocrático que les quitó tiempo para la creación. Lo mismo le quiero plantear a los consejeros. Hay que dejar las internas de lado.
–¿En estos últimos tiempos te juntaste con Raúl Brambilla, Guillermo Parodi o con Marcelo Allasino, los últimos directores ejecutivos, para tener un panorama más claro?
–En lo más cercano en el tiempo, no. Pero sí he hablado con los tres. Es que, en verdad, no pensaba que iba a llegar a la conducción de un organismo tan importante. Ahora nos queda desandar caminos equivocados desde lo político, lo administrativo y lo técnico. Necesitamos más humildad para preguntar, para convocar a los que saben más que nosotros. Queremos hacer un programa de teatro social y callejero para llevarlo a las distintas ciudades del interior para que dinamice al sector ya que hay muchas fábricas de teatros del interior del interior que están paralizadas. Tenemos que fortalecer lo que sí funciona y está bien.
–¿Qué es lo que funciona?
–Las asistencia a salas han sostenido a infinidad de teatros, las acciones de capacitación o los circuitos de festivales y giras que hay trabajar para mejorar la conexión.
–¿Cuál es la situación presupuestaria?
–Yo estaba preocupado por que en el presupuesto elevado por la gestión anterior solamente figuraban 184 millones, aproximadamente, para subsidios y becas, lo cual representaba un recorte del orden del 30 por ciento en relación al año anterior. Sin embargo, pasaremos a tener 386 millones como parte del presupuesto elaborado por el Presidente de la Nación. Obligadamente tenemos que ser austeros, pero es un panorama mucho más favorable al que había imaginado.
–Allasino preside Iberescena, el programa de cooperación iberoamericana para las artes escénicas. ¿Ese cargo pertenece a la institución o la persona?
–A la institución. Él fue elegido por ser director ejecutivo del Instituto. Ya les mandaremos un mail a los tres representantes de Iberoescena para avisarles de los cambios.
–Para terminar, en la tensión entre el director ejecutivo y el Consejo se han colado aspectos ligados con las vieja antinomia de unitarios y federales. ¿Cómo se desactiva eso?
–Es complejo pero quiero quitarle entidad a ese planteo. La apuesta es a una gran conciliación, a un acuerdo político de trabajo para cumplir con la Ley de Teatro. La tarea del Consejo de Dirección es asistir con igual cariño a cada hijo de la familia, es lo que creo. Queremos hacer festivales de teatro, no de cartas documentos. Cambiar del monólogo al diálogo.
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