El gran intérprete de Los miserables y El fantasma de la ópera en Londres, vuelve a la Argentina para hacer un concierto en el Teatro Colón el lunes próximo
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MADRID.— Gerónimo Rauch desayuna con su hijo a pocos metros del Templo de Debod, en el corazón de la ciudad, a media hora de su hogar, rodeado de naturaleza, en plena sierra. Aprovecha al máximo el tiempo con el pequeño de 9 años y disfruta de aquel lunes en el que Gael no tiene clases. Antes de llevarlo al dentista, se reúne para conversar sobre dos noticias que marcan su regreso a los escenarios. El lunes 25 de abril se presentará ante el público argentino en el Teatro Colón, en el marco del Festival Únicos, junto a Virginia Tola. Además, Rauch comienza a saborear la adrenalina de una gran apuesta: la vuelta al teatro musical, un universo que lo cuenta entre sus máximas figuras. El intérprete argentino, radicado en España, es el impulsor y el protagonista de Los puentes de Madison County, un espectáculo que inaugura el desembarco de Gustavo Yankelevich en la Gran Vía de Madrid.
Duetos célebres, como “Tonight”, de Amor sin barreras, un homenaje a Ennio Morricone, y otras canciones, además de “Summertime”, de George Gershwin, son algunos de los temas que interpretará Rauch en una fusión de estilos que emerge de la suma de su ADN pop y del lírico, de Tola. Ambos artistas están convocados para darle vida a esta velada del Festival Únicos donde también se presentarán Destino San Javier y, más tarde, Valeria Lynch. Hay un tema que destaca Rauch dentro del repertorio con el que volverá cantar para elpúblico argentino después de tres años de ausencia, un hiato ocasionado por la pandemia: “You’ll Never Walk Alone”, de Carousel. “Quiero ir al Colón con este mensaje. Venimos de la oscuridad absoluta, momentos muy difíciles, pero hemos aprendido y sobre todo, aprendimos cuánto importan los demás. No estamos solos”, asegura. Esta es la primera vez que cante este tema y lo hará de la mano de la Sinfónica dirigida por Gerardo Gardelín.
–¿Cómo te llevás con los nervios previos antes de salir a escena de cada función y con los estrenos? ¿Seguís sintiendo esa adrenalina?
–Lo siento y no solo sobre el escenario. Incluso si vas como público, se siente. Pero hay algo especial con el Colón que te impone su magia y un gran respeto. El día que pierda ese nervio, me dedicaré a otra cosa. Pero, con la experiencia aprendés que esa adrenalina te lleve al presente y a la concentración. Además, es muy probable que si estás muy relajado, te equivoques.
–Los artistas deben cuidar la voz, comer sano, entrenar, ¿y la mente? ¿Cómo lográs el equilibrio?
–Tengo a mi terapeuta que me ayuda. La recuperé en pandemia porque nos pasó de todo, a todos. Si no hubiese pedido ayuda, hoy estaría descompensado.
–Fuiste uno de los primeros famosos argentinos en tener Covid. Imagino el miedo y la incertidumbre que padeciste con tu familia.
–Sí, por entonces no había vacunas, no había información. Nada. Perdimos el olfato y el gusto y todavía nadie mencionaba estos síntomas entre el listado de efectos colaterales.
–¿Y la naturaleza? ¿Qué te brinda vivir lejos de la ciudad, rodeado de verde y oxígeno?
–Vivo en la sierra. No es muy lejos de la ciudad y el salto es abrupto. En Madrid, apenas salís de la ciudad, te conectás con la naturaleza. En pandemia me dio una gran libertad. Te baja las revoluciones. Doy paseos de una hora donde no me cruzo con nadie… o sí, el otro día iba con mi perro y nos cruzamos con un jabalí.
–¿Te gusta que te definan como crooner?
–Un crooner es una persona que entretiene. Con el tiempo fui entendiendo lo de crooner en mí. Antes solo cantaba las canciones en los conciertos, pero, de repente, empecé a ser más libre sobre el escenario, a desacartonarme con el público y a conectar desde un lugar más cercano. Sí, quizá, cuando hago conciertos soy un poco crooner, pero también también tengo la otra faceta de subirme a contar historias y de ponerme en la piel de los personajes.
–Hablás de antes y después, de un cambio. ¿Cuando empezaste a cantar, el mundo artístico era más machista?
–Sí y con mi generación tuvimos que romper un montón de moldes. Se naturalizaron hoy muchas cosas. Había también más homofobia. Si no cantabas rock, muchos te insultaban.
Un astro de los musicales
Miles y miles de posters se imprimieron con el rostro de Rauch hace veinte años. Fue uno de los integrantes del quinteto llamado Mambrú, un fenómeno pop sin precedentes. Hordas de fanáticos coreaban sus canciones hasta que el grupo se disolvió. Rauch comenzó un nuevo capítulo en su carrera profesional y regresó a los musicales. Resumir la carrera de este artista resulta imposible, pero entre aquellas vueltas y sorpresas vertiginosas unos productores españoles “lo ficharon” para Jesucristo Superstar y así se mudó a Madrid donde luego protagonizaría Los miserables. Jean Valjean también lo abrazaría en Londres, donde le dio vida a esta criatura diseñada por Victor Hugo. También en el West End protagonizó El fantasma de la ópera. En 2015, tras sus exitosas temporadas en Londres, regresó a España, y en esta competitiva plaza teatral protagonizó Sunset Boulevard, junto a Paloma San Basilio, y El médico.
Rauch se prepara para el estreno, en noviembre, de Los puentes de Madison County, el musical basado en la novela de Robert James Waller, la famosa historia que Clint Eastwood llevó al cine donde además interpreta al personaje de Robert y Meryl Streep, el de Francesca. El musical con libro de Marcha Norman y letra y música de Jason Robert Brown obtuvo el Tony a la mejor banda sonora y a la mejor orquestación en 2014. El elenco y el equipo creativo –todo argentino– se definirán en breve, pero sí se puede confirmar que el teatro LP recibirá esta propuesta producida por Gustavo Yankelevich.
–Madrid es la gran capital del teatro musical hispanoamericano, pero, a pesar del público ávido por estos espectáculos, hay dificultades a la hora de producir.
–Sí. Es mucho más caro producir acá, porque no hay capacidad de negociación. Nos pasa con los escenógrafos, con los distribuidores de luces y sonidos, que tienen mucha demanda y hay mucha competencia. El año pasado se estrenaron 14 musicales.
–El teatro español hoy tiene un nivel de excelencia en muchos rubros. Los argentinos, a veces, pecamos de soberbia, y pensamos que somos mejores. ¿En qué nos diferenciamos del modo de hacer teatro en España?
–En la Argentina somos muy creativos a la hora de resolver. El argentino antes de decir que no a algo, dice: “Lo intento”. Acá se tiene mucho respeto a lo que no se sabe. La generación de argentinos en España que hacíamos musicales, mis amigos, éramos muy pocos, porque además eran muy pocos los que hacían musicales en general. Pero ha habido un crecimiento muy importante. Ahora hay millones de artistas muy talentosos, que tocan todos los instrumentos, bailan, son instagramers…
–¿Cuán importante es Instagram?
–Fundamental, en especial para la autogestión, donde hizo mucho bien. Si lo sabés manejar, es un lenguaje muy bueno para la promoción.
–¿Alguna vez te jugó en contra tu acento argentino para protagonizar obras de teatro?
–No. Para nada, porque estudié mucho, muchísimo para poder interpretar con acento castellano. No soy bueno para improvisar en castellano, pero sí cuando actúo me preparo mucho con el acento. Lo que aprendí viviendo acá y en Londres es que un acento que no corresponda en una obra determinada, en un personaje determinado, genera un cortocircuito en el espectador. Dejo de ser Robert, por ejemplo, para ser “el argentino que está interpretando a Robert”. Los artistas contamos historias y tenemos que hacerlo de modo tal que no se rompa el mensaje que se quiere transmitir.
–Muchas actrices denuncian, en el cine, en especial, que no hay después de los 40 o los 50 años, papeles protagónicos, o que son muy escasos. ¿Qué ocurre en el musical con los hombres a esta edad?
–Nos pasa algo parecido también. Desde 2015, cuando volví de Londres, y nos mudamos con mi familia a Madrid, hice solo dos musicales: El médico y Sunset Boulevard. Es más, El médico no era para mí, porque el personaje tenía 19 años y cuando lo interpreté tenía más de 40. Sí hay personajes secundarios, pero no hay un leading man o leading lady de nuestra edad. Sí hay para personajes más adultos. Además las producciones eligen gente más joven por el desgaste físico. Son ocho funciones semanales. Creo que todavía puedo estar al máximo nivel, pero sí es mucho esfuerzo.
–¿Volverías a hacer El fantasma de la ópera o Los miserables?
–¡Sí! Justo antes de la pandemia me habían consultado si estaba interesado para hacer el tour de Los miserables. Es un concierto escenificado que se llama The All-Star Staged Concert y la idea era girar por América Latina, Asia y Europa, con elencos rotativos. Dije que sí, un sí enorme como una casa, pero no se activó la gira. Ojalá pueda pasar. Logré hacer carne a Jean Valjean y al Fantasma. Los tengo en mí. Ojalá pueda volver a interpretarlos. Es activar una memoria emotiva y es solo escuchar los acordes… y ya vuelven [cierra los ojos, como si algo se apoderada de su cuerpo].
–¿Tenés algunos versos favoritos? ¿Hay alguna estrofa de estos musicales que te acompañen a diario?
–Hay una frase de casi el final de Los miserables que dice: “Amar a un semejante es mirar de frente a Dios”. Siempre me viene a la cabeza.
–¿Cómo surge Los puentes de Madison County?
–Es un proyecto que nació en pandemia. Me llega por separado el material de unas amigas que tengo en Londres y en Broadway para grabar, desde casa, el dueto del musical. Pero justo me agarré covid y yo estaba en otra, preocupadísimo, desconectado. Después, cuando me relajé un poco y lo escuché, me volví loco. Recién contaba que me cuesta encontrar personajes para mí y Robert me enloqueció. Empecé a pensar cómo hacer realidad este proyecto. Tengo un gran consejero, mi tío artístico, Gustavo Yankelevich. Lo llamé y le conté. “¿Me estás llamando para que lo haga yo?”, me preguntó. Y le dije que sí, ¿por qué no rodearse de los mejores? Hay, además, una idea en esta obra que es la de construir un puente entre la Argentina y España, un puente que le va a dar mucho trabajo a mucha gente después de muchos años de inestabilidad económica y emocional.
–¿Qué te atrae de este personaje?
–Encontré muchas similitudes entre Robert y yo. Es un tipo que viaja por el mundo, con libertad. Yo tengo tatuada La rosa de los vientos. Pero la vida del artista, a pesar de estar rodeado de mucha gente, es muy solitaria. Podemos cantar en los mejores lugares del mundo, pero si eso no va acompañado de la básico, de lo simple, el amor, no hay nada.
Su hijo Gael, a su lado, lo mira embelesado, y lo toma del brazo.
PARA AGENDAR
Gerónimo Rauch y Virginia Tola junto a la Sinfónica Única de Buenos Aires, en el Festival Únicos
Lunes 25 de abril, a las 18
Teatro Colón
Entradas en Tuentrada.com
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