Gabriel Goity muda su historia de amor de París a Mar del Plata, en una gran producción con pocos antecedentes
La obra, en la que actúan unos 30 intérpretes y que fue un éxito en el Teatro San Martín, copará el Tronador desde octubre hasta principio de marzo en una jugada muy por fuera de la norma del teatro de verano
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De joven, el actor Gabriel “Puma” Goity hizo teatro a la gorra en Villa Gesell. Se sacaba las ganas de actuar después oficiar de mozo durante el día junto con Claudio Martínez Bel. En su construcción como actor, quien en la serie El encargado hace de un abogado corrupto, alguna vez vio al gran Ernesto Bianco haciendo Cyrano de Bergerac en una recordada puesta que se presentó en el Teatro San Martín. Aquello lo marcó. “Ahí empezó a surgir para mí la posibilidad de seguir el camino de Bianco. No es que yo quería estudiar teatro, yo quería ser él. Quería ser el Cyrano de Bianco”, escribió en el libro “Nuestro inolvidable Ernesto Bianco”. A 36 años de aquella noche, desde fin del año pasado se dio el gusto de interpretar a ese personaje clásico en la misma sala Martín Coronado dirigido por el régisseur Willy Landin. Las críticas sobre la versión del texto de Edmond Rostand fueron dispares, pero el público no dudó. Hasta el pasado domingo 8 de septiembre, la obra fue vista por unas 120.000 personas en 130 funciones.
Lo concreto es que la historia de este personaje de nariz enorme que se enamora de su prima muy bella, continúa. De una París de tiempos muy lejanos se irá Mar del Plata, en donde terminará codeándose durante el verano con propuestas como Mamma mía!, la despedida de Brujas o la nueva obra de Martín Bossi. En este desafío todo es a lo grande. En escena son 27 actores y cuatro músicos para una obra de cinco actos, un intervalo, y tres horas de duración. Tan desbocado es todo que arrancará sus primeras funciones en octubre, para el fin de semana largo; y desde noviembre hasta los primeros días de marzo hará funciones muy a contramano del plan de ruta de las obras programadas para la cartelera estival, que suelen arrancar a fin de diciembre. El desembarco será en el Teatro Tronador, que pertenece al empresario Marcelo González y que es uno de los socios del músico Abel Pintos, quien también forma parte de la programación de la sala.
Como la maquinaria ya está ajustando detalles, el Puma Goity estuvo la semana pasada en La Feliz para hacer una presentación de esta temporada, para la cual se asociaron el Complejo Teatral de Buenos Aires y el Tronador, sala en donde en otros tiempos actuaron Alberto Olmedo, Susana Giménez y Jorge Porcel. El teatro Tronador reabrió sus puertas en 2019 luego encarar una obra de renovación y modernización de esta sala con capacidad para unas 900 personas. En el mismo edificio funciona la única sede del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Con base en un acuerdo entre el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y el Tronador es que se produce esta movida. Desde octubre, como una forma de apostar al público local, su escenario estará a disposición de recrear a una París del siglo XVII en la que también actúan María Abadi, Mariano Mazzei, Mario Alarcón, Daniel Miglioranza, Iván Moschner, Larry de Clay y Fernando Lúpiz, entre otros.
“Es un hecho histórico y sin precedentes para la ciudad de Mar del Plata que una obra de teatro abra la temporada estival en el mes de octubre para quedarse hasta marzo”, asegura en la información de prensa. En verdad, en todo esto hay varios hechos sin precedentes. Todo indica que será la primera vez que una propuesta nacida en una sala teatral pública se presente en Mar del Plata durante tantos meses. La última vez que producciones del Teatro San Martín hicieron temporada en La Feliz fue en 2007, con La Celestina y Arlequín, servidor de dos patrones. Pero, dato no menor, fueron pocas las funciones programadas en relación con lo que tiene pensando la producción de Cyrano. Anteriormente, en dos oportunidades Alfredo Alcón llegó con otros montajes del San Martín que no lograron la repercusión esperada. Más cerca en el tiempo, hace dos temporadas Teatro Nacional Cervantes llevó al Auditorium La comedia es peligrosa, texto de Gonzalo Demaría dirigido por Ciro Zorzoli. Pero también fueron por pocas semanas, que terminaron siendo menos funciones de las programadas por los tiempos del Covid.
Hay otra perspectiva para contextualizar esta jugada. Los títulos de la temporada teatral de verano en Mar del Plata suelen estar ligados a comedias livianas, algunos otros que intentan recrear la atmósfera del teatro de revistas o shows encabezados por artistas de neto corte popular. Pero siempre hay grietas, obras que están por fuera de dicho manual de estilo. En la temporada de 1974, por ejemplo, se presentó en el Neptuno una radical puesta de Yerma que dirigió Víctor García y en la que actuaba la gran Nuria Espert. Los registros de la época cuentan que para la segunda función de los sábados quedaban unas 500 personas afuera y que debían agregar sillas en los pasillos para cubrir la demanda. Aquello era un Lorca bajo la mirada de un director radicalmente vinculado con las vanguardias. Mucho más cerca en el tiempo, mientras Fátima Florez y Martín Bossi se disputaban el liderazgo en taquilla, en la última temporada se presentó en el Auditorium El brote, esa joya nacida y criada en el circuito alternativo porteño. Siempre quedó público afuera. En todas las temporadas siempre hubo títulos por fuera de lo que se presume que es el ADN del teatro de verano.
En tiempos de achiques, Cyrano de Bergerac apuesta a lo grande, tómese el parámetro que se quiera: cantidad de funciones, intérpretes en escena o duración de la misma obra. Y lo hace apelando un texto clásico que ha tenido versiones cinematográficas y teatrales, y que al Puma Goity lo marcó para siempre.
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