Frozen: el gran éxito del cine ya es un musical listo para conquistar Broadway
Se acaba de estrenar en Denver y arribará en febrero a la Gran Manzana; se cree que costará entre 25 y 30 millones de dólares y los integrantes del elenco participarán de las ganancias; mirá las primeras imágenes
Sí, quédense tranquilos, van a escuchar "Let It Go". Alrededor de una hora después de levantarse el telón de la adaptación teatral de la película Frozen, Elsa -la reina de Arendelle- se hará cargo de sus temibles poderes y transformará el escenario en un resplandeciente paisaje invernal, gélido y mágico al mismo tiempo. La canción, de la que ya se hicieron innumerables versiones, se acelerará, y cuando caiga el telón del primer acto, el público saldrá al intervalo con la pegadiza letra todavía repicando en la cabeza: "De todas formas, el frío nunca me molestó?". Es una aclaración para quienes están ansiosos por conocer detalles del estreno de este nuevo musical en Broadway. Pero para llegar a ese punto -crear un musical imperdible a partir de una película hiperexitosa que convirtió en superestrella a Idina Menzel y en cantante de voz potente a más de una niña de cinco años- fueron varios años de decisiones difíciles, de esas que Disney, casi siempre aunque no siempre, ha logrado manejar con maestría para convertir películas exitosas en éxitos teatrales.
Disney es el gigante del entretenimiento que le puso una vara muy alta a los éxitos de Broadway con El rey león, que embolsó 7900 millones de dólares en todo el mundo. Y Frozen no es una propiedad cualquiera, ni siquiera para Disney. Estrenada en 2013, Frozen se convirtió en el mayor éxito de taquilla de un film de animación en la historia, y su versión para el escenario ya estaba en avance rápido incluso antes de que la película llegara a los cines.
A pesar de un impresionante historial de éxitos en Broadway, desde La Bella y la Bestia, pasando por Newsies, hasta Aladdin, la compañía todavía se está digiriendo un par de fracasos de alto perfil de hace una década (La sirenita y Tarzán), y está decidida a que a este espectáculo le vaya bien.
El largo proceso de desarrollo, que incluyó lecturas y ensayos, sufrió varias disrupciones distractivas que evidencian la importancia de la apuesta: tuvo dos directores (Alex Timbers fue despedido hace un año y reemplazado por Michael Grandage), dos escenógrafos (ahora es Christopher Oram, cónyuge de Grandage y su colaborador de muchos años), y dos Elsas (ahora, Caissie Levy).
Los ensayos con público comenzaron en Denver el 17 de agosto, con el fin de llevar la producción a Nueva York, en marzo. Pero Disney ya está revelándole al público algunas canciones nuevas y efectos especiales que tenía guardados bajo siete llaves. Dados el título y el tema del espectáculo, una de las preguntas que sobrevuelan es la siguiente: mientras Elsa canta su poderosa balada de autoafirmación, ¿cómo hará Disney para crear un palacio de hielo sobre el escenario y ante los ojos de los espectadores? Los realizadores de la película podían recurrir a los primeros planos y la animación computadorizada, pero los realizadores escénicos tendrán que lograr un efecto igual de contundente con decorados, sonidos, luces y proyecciones de video.
Thomas Schumacher, presidente de Disney Theatrical Productions y un veterano adaptador para la escena de películas animadas, reconoce abiertamente que la fama de la canción y la poca edad y el fervor de los fanáticos de la película son una bendición a medias.
"Es la primera vez que hacemos algo de esta escala con tanto movimiento en las redes sociales en torno a la película", dice Schumacher. "Eso implica que la gente ya vio mucho de Frozen por todos lados. Estoy seguro de que en las redes hasta debe haber cabras cantando «Let It Go», o hasta bomberos, y por supuesto chicos en edad escolar. La gente conoce la historia a fondo, y ha visto numerosas interpretaciones diferentes. "Eso puede ser muy positivo, por no tan positivo. La verdad, no lo sé", agrega.
Suficientes sorpresas
Para Disney, el potencial es enorme. Se cree que la producción terminará costando entre 25 y 30 millones de dólares, mucho dinero para Broadway, pero un vuelto de bolsillo para una empresa que durante el último año fiscal facturó 56.000 millones de dólares.
Pero cuando se puso en marcha el proyecto, Disney no podía saber que desembarcaría en Broadway en un momento en que la competencia es especialmente fuerte, en que deberá enfrentar a la nueva y aclamada versión escénica de Harry Potter. A esa complicación se suma que la fiebre desatada por Frozen ya lo invadió todo: la historia ya fue adaptada para un espectáculo sobre hielo, en el Disney California Adventure Park y en un crucero de Disney, y hay infinidad de productos de merchandising sobre los personajes y su vestimenta.
Como la historia de Frozen es tan conocida y el fanatismo que despierta es tan intenso, encontrar el justo equilibrio entre la copia y la reinvención es muy complicado.
"Uno quiere darle al público todo lo que ya sabe de la historia, pero también ir mucho más profundo. Nuestra responsabilidad ahora es sorprender", dice Grandage, director de la obra. Y eso implica agregar elementos nuevos desde el arranque: mientras que la película empieza en un lago helado, con un grupo de cosechadores de hielo que cantan, el musical empezará en medio de un paisaje verde, con un grupo de criaturas desaliñadas (vestidas de verde), sexies (el verde no lo cubre todo) y con cola llamadas "pueblo escondido", en referencia a los "Huldufólk" del folklore escandinavo, que además, cantarán en noruego.
Pero en el espectáculo también habrá un montón de cosas reconocibles para el público, como la línea argumental, los personajes principales e incluso algunos de los chistes de la película.
Frozen, como saben todos sus fans, es una adaptación libre (muy libre) de La reina de las nieves, un gran cuento de hadas del siglo XIX de Hans Christian Andersen sobre el formidable poder del amor, y en el cuento original, más específicamente sobre el afán de una niña (inducida por un reno) por rescatar a su mejor amigo, un niño cuyo corazón y mente han sido congelados por esquirlas de hielo del palacio nevado de la monarca invernal.
En el musical, al igual que en la película, la reina Elsa no es malvada, sino que es una persona atormentada: su poder, la mágica habilidad de crear nieve y hielo, es al mismo tiempo un problema, ya que no logra controlarlo. Los problemas de Elsa terminan tensando su relación con su hermana menor, Anna. Esa relación entre hermanas, ambas princesas (al fin y al cabo, es un producto de Disney), es el corazón de la historia, ya que impulsada por el amor (y con ayuda de un reno) Anna está decidida a salvar a Elsa.
Aquí siguen estando Olaf, el adorable hombre de nieve que fantasea ingenuamente con tomar sol; Hans, el apuesto príncipe; Kristoff, un curtido cosechador de hielo, y Sven, el reno, interpretado por el bailarín Andrew Pirozzi. Sobre el escenario, Pirozzi está disfrazado íntegramente de reno, con cascos postizos en manos y pies, y camina por el escenario en puntas. Pirozzi se pasó días tirado en el piso de su departamento, observando la forma de caminar y los movimientos de su perro. Algunos personajes menores fueron descartados, como por ejemplo Marshmallow, el gigantesco hombre de nieve, así como la jauría de amenazantes lobos: Grandage optó por un drama más psicológico y menos físico. Los trolls fueron reemplazados por el "pueblo escondido", lo que le da al espectáculo un aire más místico y menos edulcorado. El vestuario de los lugareños está inspirado en el bunad, atuendo tradicional noruego, que le confiere un toque de autenticidad.
La autora del libreto, Jennifer Lee, y el matrimonio de compositores, Kristen Anderson-López y Bobby López, se pasaron meses elaborando material nuevo. El musical, que dura unos 20 minutos más que la película, contendrá una docena de canciones nuevas, además de las siete del film, con el propósito de profundizar en la historia y las relaciones pasadas de los personajes. Entre los momentos musicales más destacados se cuentan la nueva canción del primer acto de Elsa, "Dangerous to Dream", y un nuevo número, vocalmente impactante, del segundo acto, en el que Elsa reflexiona sobre las implicancias de tener un poder que no puede controlar.
Patti Murin, la actriz que interpreta a Anna, es uno de los pocos integrantes del elenco que están en el proyecto desde sus inicios. Levy audicionó para el papel de Elsa en un primer momento, pero no fue elegida, y recién hace unos meses fue incorporada al elenco. Ambas mujeres tienen 36 años y estuvieron en Wicked (Levy como Elphaba y Murin como Glinda), y ambas interpretaron papeles originales en Broadway, aunque Frozen implica un verdadero salto en sus carreras. "Somos conscientes de que tenemos un proyecto enorme en nuestras manos", dice Murin. "Me di cuenta de la inmensa oportunidad que se me presentaba y de lo especial que sería poder crear ese personaje para el escenario. Pero jamás pensé que me convertiría en una de las princesas de Disney, eso lo puedo asegurar", concuerda Levy. Ambas encabezarán un elenco enorme de 40 intérpretes, frente a una gran orquesta de 22 músicos. Una particularidad del proyecto es que los actores y los directores de escena que participan compartirán las ganancias que rinda el espectáculo.
En el pasado, la ciudad de Denver le trajo fortuna y no tanta suerte a Disney. Aquí empezó la primera gira de la exitosísima El rey león. Pero en Denver también se estrenó La sirenita, un montaje muy recordado en Broadway debido a que los actores usaban "rueditas" en el escenario, para transmitir la sensación de que se deslizaban bajo el agua.
En esta ciudad, los equipos técnicos están acostumbrados a trabajar a escala Disney. Y el público del Centro de Artes Escénicas de Denver, proveniente de una extensa zona geográfica, es lo suficientemente nutrido como para resistir una temporada de siete semanas.
Los creadores estarán muy atentos a la reacción de los espectadores. "Nuestro público sabe que su respuesta a nuestros espectáculos será tomada en cuenta por los creadores a la hora de introducir o no introducir ciertos cambios, y nosotros apoyamos eso", dice John Ekeberg, director ejecutivo de la división Broadway del Centro de Artes Escénicas de Denver.
Los preestrenos en Nueva York se realizarán en el ampliado teatro St. James (la pared del fondo del escenario fue movida para generar más espacio escénico) a partir del 22 de febrero y el estreno está previsto para marzo.
"La blancura de la nieve brilla en las montañas esta noche", canta Levy mientras prueba algunos desplazamientos en medio del decorado. Con cada movimiento de su mano, el invierno aparecía sobre un abstracto paisaje montañoso. Brillante nieve desde arriba y niebla desde abajo. Paredes de hielo y un centelleante telón de cristales Swarovsky como copos de nieve.
"Let it go, let it go", cantaba a voz en cuello en el cavernoso teatro Bluell del Centro Denver, con apenas una docena de miembros del equipo técnico como público.
Entonces se sacó una horquilla invisible del pelo y la trenza que llevaba enrollada alrededor de su brillante tiara cayó en cascada sobre su hombro derecho. "De todas formas, el frío nunca me molestó", dijo.
Traducción Jaime Arrambide
Michael Paulson
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