Florencio Sánchez, con elenco formoseño
"Barranca abajo" , de Florencio Sánchez. Intérpretes: Gisela Barreto, Sandra Ocampo, Florencia Genes, Marcela Delturco, Carlos Leyes, Tedy Durán, Guillermo Karpiel, Lázaro Mareco, Juan Vergara, Manuel Benítez, Alejandro Beck. Actores suplentes: Yanina Godoy, Sergio Olazar. Música original: Paula Campos. Diseño de iluminación y sonido: Hugo Albariño. Diseño de escenografía, utilería y vestuario: Marcelo Valiente. Asistente de dirección: Laura Magallanes. Dirección: Luis Romero. En el Teatro Nacional Cervantes. Hoy, a las 20, última función.
Nuestra opinión: muy bueno
Esta es la primera producción del Programa Federal del Teatro Nacional Cervantes que llega a la ciudad de Buenos Aires. "Barranca abajo", de Florencio Sánchez, se estrenó en la capital de Formosa y realizó giras por el interior de la provincia y también se presentó en Chaco y Corrientes. El proyecto, que se realiza en coproducción con diferentes estados provinciales del país, incluye a un director porteño y actores locales. En este caso, el texto de Sánchez se concreta integralmente con intérpretes formoseños.
Volver a Florencio Sánchez, dramaturgo tan significativo en la historia del teatro nacional y tan poco revisitado, resulta, sin duda, toda una experiencia. No sólo porque puede resultar complejo descubrir el verdadero valor que hace a personajes y tema, inscriptos en el 1900, sino también porque las cualidades de esta tragedia rural pueden verse hasta demasiado alejadas de la realidad contemporánea.
Para el director y los actores es un desafío más que interesante y, sobre todo, cuando con el transcurrir de la pieza se devela todo un mundo no tan ajeno, conocido, doloroso, que lamentablemente, con el paso de las décadas, parecería no haber desaparecido de la Argentina.
Don Zoilo vive con su familia en una hacienda que le pertenece, pero que le es quitada, a través de una maniobra inescrupulosa, por un vivillo aristócrata y con cierto aval del poder policial. El derrumbe del mundo familiar no se hace esperar y la realidad de Zoilo se quiebra, a la vez que avanza hacia un final inesperado.
Hace dos temporadas, cuando montó en la misma sala "Los desventurados", de Defilippis Novoa, el director Luis Romero demostró una particular capacidad de recreación de estos materiales clásicos argentinos. Hoy vuelve a demostrarlo y, como en aquel caso, lo suyo no pasa por releer la pieza original desde un costado especial, sino que apuesta a una actuación que recorta de manera sumamente creativa los perfiles de esos personajes, con una exactitud que hace que el texto avance sin fisuras hacia la tragedia.
Trabajo de actores
Para Luis Romero, los actores parecerían ser los únicos depositarios de la tradición que posibilite formalizar estos clásicos de manera concreta y rescata de ellos una energía que en escena no caerá nunca y que devuelve, una y otra vez, el verdadero sentido de esta historia.
El elenco demuestra una fuerte versatilidad al planteo. Sus creaciones resultan de mucha profundidad a la hora de moldear las conciencias de esos hombres y mujeres que recrean y, también, puestos a jugar situaciones entre ellos, vitalizan las escenas de una forma conmovedora. Florencio Sánchez, a través de esta puesta, adquiere una vitalidad inusitada.
El diseño escenográfico de Marcelo Valiente propone un interesante ingreso de la contemporaneidad a escena, sobre todo en las pinturas de los paneles. Y ese cruce de tiempos provoca una sana reflexión en el espectador porque, en definitiva, entre aquella realidad y ésta, sólo muy poco parece haber cambiado.
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