Este 25 de diciembre debuta en el teatro Luxor de Villa Carlos Paz con un espectáculo que homenajea al show que hizo historia y le cambió la vida y de todo esto habló con LA NACION; también abrió su corazón sobre su presente sentimental y su pequeño Dionisio
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El 25 de diciembre de 2011 Flavio Mendoza se arriesgaba a todo o nada. Literalmente, se tiraba a la pileta. Estrenaba en Villa Carlos Paz Stravaganza, un espectáculo que –a priori- solo se podía definir por los sinónimos que le cabían al término italiano: estrafalario, excéntrico, raro, loco. Abierto el telón por primera vez del teatro Luxor de la ciudad cordobesa, el público logró por fin entender de qué se trataba: un show de nivel internacional como nunca antes se había visto en el país, que tenía al agua, a los acróbatas y a los bailarines como protagonistas, y en el que la tecnología de punta también tenía mucho que ver. El show fue el suceso del verano, hizo historia en cuanto a calidad, espectadores y recaudación y luego rotó por otras ciudades. Más tarde, a este primer Stravaganza a secas, le sucederían otros dos opus: Stravaganza Estados del tiempo, en 2013, y Stravaganza Tango, en 2014. Ahora, a una década de aquella odisea, Mendoza volverá a sumergirse en el agua, bailar y hacer acrobacias, como si el tiempo no hubiera pasado, para homenajear a la marca, en un show que simplemente eligió llamar Stravaganza 10 años, y que estrenará en el mismo teatro, en donde comenzó la leyenda, este 25 de diciembre a las 22 (con dos funciones diarias, a partir de allí, a las 21.30 y 23.30, de miércoles a domingos, durante toda la temporada). Lo acompañarán otros integrantes originales del histórico elenco, como Gisela Bernal y Facundo Mazzei, más Lula Rosenthal, Lucila Juárez, Facundo Vivona y Celeste Campos, entre un numeroso batallón de artistas.
–Cuando estrenaste hace 10 años Stravaganza en Carlos Paz, ¿cuáles eran tus expectativas? ¿Previste el suceso a futuro del espectáculo?
–No, no, no. Primero sentí un gran miedo porque nadie entendía lo que yo quería hacer. Estaban acostumbrados a una sumatoria de famosos para lograr un éxito y yo iba por otro lado. El famoso era el show, la idea, Stravaganza, lograr que gente muy talentosa pero no conocida conmoviera sin necesidad de utilizar la cara de un famoso. En ese momento todos éramos conocidos, pero muy a medias. Fue una gran responsabilidad porque hubo mucha gente que invirtió mucho dinero en el espectáculo y los pronósticos no eran buenos. Tenía mucho nervio y mucho miedo, pero a la vez mucha fe. Yo me decía: es algo que no puede ir tan mal porque le hemos puesto todo. Como ahora, que nos estamos desgarrando el alma: poniendo todo el corazón, la energía, la plata y todo lo que se te ocurra. Al igual que con el primer Stravaganza, ahora pienso que nos tiene que ir bien, y si no resulta así, no nos va a ir tan mal.
–De los distintos Stravaganza, ¿cuál fue el que más te gustó o sentís que salió más redondo?
–Los tres espectáculos son diferentes y cada uno tiene sus valores. Los dos primeros –Stravaganza Water In Art y Stravaganza Estados del tiempo- mantenían la pileta- y Stravaganza Tango no la tenía y yo no lo protagonicé. Sin embargo, ese espectáculo me fascinó y me gustaría algún día hacerlo yo desde arriba del escenario. Me parece que tiene un mensaje hermoso y sería salir de mi lugar de confort, ya que ni el tango ni el folclore me son tan afines. Después ese espectáculo tuvo una segunda puesta (titulada Stravaganza Sin reglas para el amor), con Nacha Guevara, Eleonora Cassano y Fernando Dente. ¿Si me gustaron los dos por igual? Aunque la música fuera la misma, cada una de las versiones tenía una esencia distinta. El primero (protagonizado por Nicolás Vázquez) fue el más fiel a lo que yo quería hacer, y el segundo se distanció bastante de la idea original porque nos tuvimos que adaptar a los nuevos protagonistas y cómo no hacerlo si tenía a la gran Nacha. A esa versión la podríamos tomar como a un cuarto Stravaganza. Después están los otros espectáculos, como Mahatma, alma grande, Franciscus, una razón para vivir y Siddartha, buscando la verdad, que tienen nombres propios y no son de la rama de Stravaganza, pero que pienso que igual están conectados por un mismo hilo creativo. Si no hubiera existido Stravaganza, no hubieran existido estos otros. En algún punto les podría haber puesto Stravaganza uno, dos, tres, cuatro, cinco o seis. Les puse otros nombres para que la gente no pensara de que se trataba del mismo espectáculo.
–¿Este Stravaganza 10 años será una síntesis de aquellos tres? ¿Qué cuadros incluirá de cada uno?
–Sí, tiene los mejores momentos de estos 10 años. Me corrijo: no sé si se trata de lo mejor sino de lo que tenía ganas de hacer. Lo mejor es relativo, opté por momentos que me emocionan mucho, que fueron definitorios para esos espectáculos, con músicas que quiero volver a escuchar; porque aclaremos que todas las músicas de mis espectáculos son originales, fueron creadas adrede para cada uno de ellos. En Stravaganza 10 años habrá más música cantada que en anteriores oportunidades.
–¿También habrá novedades?
–Sí, por eso quedaron varios cuadros conocidos importantes afuera porque también quise ofrecer cosas nuevas. Serán sorpresa, mucho no te puedo adelantar, pero el final será increíble, tanto a nivel estético como musical. Me juego a que todo el mundo quedará con la boca abierta. A diferencia de los otros espectáculos, donde participaban humoristas conocidos y de alguna manera debíamos adaptarnos a su estilo, esta vez el humor será netamente de Stravaganza. A falta de uno, habrá tres humoristas y se llamarán Pasado, Presente y Futuro.
–En términos generales, ¿los cuadros acuáticos serán los platos fuertes del show?
–Sí, en Stravaganza 10 años vuelve la pileta original, esa enorme con miles y miles de litros de agua. Lo que se logró con Stravaganza es una fusión muy extraña, entre la danza, la acrobacia y el agua. El espectáculo es como un gran transformer porque de golpe se abre el escenario y empiezan a emerger los hidráulicos en medio del agua y el público ya no sabe adónde mirar, porque cuando observás qué sucede arriba está sucediendo otra cosa en el agua y viceversa. Es un espectáculo muy zapping, eso es lo que más le gustó a la gente de Stravaganza. En los distintos Stravaganza siempre trabajé para que todos los sentidos del público estuvieran colapsados y la gente me lo agradeció.
–Habías dicho que te sentías grande para volver a colgarte de un arnés o completar una coreografía. ¿Cuál será, entonces, tu participación en el show?
–Stravaganza es un espectáculo de mucho riesgo porque tenés que colgarte y tirarte de donde sea y porque suben y bajan motores que te pueden lastimar, así que volver a hacer todo eso a esta altura de mi vida me produce una gran adrenalina. Pensé que no lo iba a hacer más, pero volví a entrenar y a prepararme duro. Hoy estoy prácticamente sin dormir por el desafío que me implica: es que no voy a participar solo en un par de cuadros, como me tocaba en cada uno de los Stravaganza, aquí casi participo en todos. ¡Una locura! Me toca bailar con chicos de 20 ó 25 años y sin embargo siento que logro hacerlo a la par de ellos. Evidentemente me había autolimitado y decretado casi me retiro de este tipo de espectáculos, pensé que de ahora en más sería Flavio el comediante. A este Stravaganza lo hago con tanto amor.. más amor que nunca porque es volver a hacer algo que me cambió la vida. Esta energía renovada, que me permite hacer el espectáculo, tiene mucho que ver con el momento que estoy viviendo con mi hijo, con que él me da mucha fuerza y me hace olvidar de los dolores.
–¿Dionisio es el artífice de tu regreso a Stravaganza?
–Totalmente. En realidad, de todo. Mirá lo que pasó el otro día: dijimos “vamos a ver una película” en el sillón (porque si lo hacíamos en la cama yo seguramente me desmayaba al instante por el cansancio de los ensayos) y no obstante al rato nos dormimos todos, Dionisio, mis dos perros, mi pareja y yo. Cuando tipo dos de la mañana me desperté con la película finalizando y vi esa foto que incluía a todos mis seres amados me dije: “Este es el momento más perfecto de mi vida. Y pensé: ¿qué hago?, ¿los empiezo a despertar para ir a los cuartos?” No, me levanté, busqué una manta, los tapé a todos y nos quedamos cómodamente dormidos ahí hasta bien entrada la mañana. Fue algo hermoso, un momento mágico.
–Esta es la primera vez que Dionisio te verá participar en un espectáculo de la serie, ¿te interesa su opinión?
–Dionisio me vio haciendo Un estreno o un velorio y Tres empanadas, fue a ver el Circo del Ánima, Una mágica navidad y hasta estuvo en los ensayos de Taboo. Dionisio entiende todo, pero no sabe qué es Stravaganza. Esta será la primera vez que vea un show de agua y a mí trabajando en él. Por eso estoy tan entusiasmado en volver a Stravaganza, quiero ver su reacción cuando se abra la pileta y yo emerja de ella. ¿Se querrá meter él también? Me interesa muchísimo su opinión, creo que la mirada dulce de un niño define ciertamente si un espectáculo está logrado o no.
–Hablemos del elenco. En principio volverás a trabajar con tu partenaire favorita: Gisela Bernal.
–¡Hice que volviera de Italia! Ella ya tenía toda su vida armada allá, pero le encantó la idea y no lo dudó ni un minuto. También tenté a Noelia Pompa, que hoy vive en España, pero está grabando una serie de televisión. Ella se moría por ser parte de esta celebración de Stravaganza, pero por ese compromiso laboral no pudo ser. Facundo Mazzei también tenía otras propuestas, pero dijo que sí y me alegro mucho porque es como mi hijo artístico. En la compañía primero fue bailarín y luego coreógrafo y hoy considero que es el mejor del país. Me hubiera encantado poner a todos los que formaron parte de Stravaganza a lo largo de estos años, pero eso era imposible.
–Se comentó que Ariel Diwan, el productor original de Stravaganza, formaría parte del proyecto y que así volvería al medio después de varios años de ausencia, ¿por qué no fue finalmente de la partida? ¿Tuvo algo que ver la inclusión de su exmujer (Gisela Bernal) en el elenco?
–No, Ariel es una persona que quiero mucho, fue uno de los que creyó en mí y eso sucedió en parte gracias a Gisela porque le habló y mucho de mí. Por eso, cada vez que pienso en estos 10 años de Stravaganza, lo tengo muy presente. Es verdad que nos volvimos a encontrar con Ariel para trabajar juntos, pero no será en Stravaganza 10 años sino en un proyecto paralelo, que puede ser algo muy bueno, como un inicio de algo muy particular, como fue Stravaganza en su momento. Posiblemente, para el verano que viene. Esta vez quiero pavonearme solo, que se me reconozca todos mis esfuerzos y mis logros. Y esto lo hago extensivo a mi mano derecha Maxi Oliva, que es el padrino de mi hijo y casi un hermano, con el que trabajamos juntos desde el día uno. Juntos nos bancamos los momentos difíciles de todos estos años; por ejemplo, cuando Ariel se bajó como productor y yo me quedé con una deuda gigante. Fue Maxi el que luchó conmigo cuerpo a cuerpo para salir adelante. Él se merece el mayor de mis reconocimientos.
–En tiempos de pandemia los productores apuestan a espectáculos más chicos, menos costosos. ¿Cómo sortearon el tema del riesgo económico?
–Siempre fue así... Fijate que cuando yo hice por primera vez Stravaganza, claramente en épocas pre-pandémicas, los productores hacían lo mismo. Nunca nadie superó Stravaganza. No lo digo con soberbia, lo digo con orgullo. Nadie se arriesgó, nunca, y cuando las papas quemaron... Por ejemplo el verano pasado, cuando varias obras se bajaron de la temporada en Carlos Paz, yo igual fui. Estuve allí presente con Tres empanadas y tampoco dejé varado al elenco de acá porque acabábamos de estrenar Un estreno o un velorio. Yo me iba en camioneta a Carlos Paz a hacer funciones de un espectáculo los lunes, martes y miércoles y luego, ese mismo miércoles a la noche, me volvía a Buenos Aires para hacer las funciones del otro espectáculo de jueves a domingos. Yo soy un gran luchador del espectáculo, aparte de un trabajador porque la lucho todo el tiempo. Trato de dar trabajo a todo el mundo y respeto a mis colegas, les doy su lugar y no tengo esa cosa del ego, de querer que no se luzcan, o de pretender lucirme más yo que ellos. En este Stravaganza, todos los chicos están prendidos fuego, hacen unas cosas increíbles y hago todo para que el público lo note. Soy más un luchador del espectáculo que una figura. A mí eso de la figura y qué se yo no me parece tan importante.
–¿Cuántas personas participan del espectáculo, arriba y abajo del escenario?
–Son unas 35 arriba del escenario y más o menos unas 30 abajo, entre técnicos de hidráulicos y motores, mucha gente. Pero dentro de todo es uno de los Stravaganza más chicos porque, sí, reconozco que me tuve que ajustar en un montón de cosas, ya que los costos se dispararon hasta la estratósfera. Entre lo que demandan los sindicatos y los alojamientos es un montón de plata. Por eso hay otras producciones que optan por contratar bailarines de la zona, lo cual no está mal, pero Stravaganza demanda un montón de tiempo de ensayos y debían hacerse en Buenos Aires. Yo quiero hacer las cosas bien porque así me gusta trabajar y porque no sé si mañana lo vamos a poder repetir. De hecho, pensé que este año no lo íbamos a poder hacer, pero como sí lo logramos, quiero disfrutarlo y hacer todo para que la gente me elija.
–¿Se puede conmensurar la inversión final que demandó la realización de Stravaganza 10 años?
–Fue mucha. Muchos millones de pesos que habría que pasarlos a dólares porque lamentablemente hubo que pagar varios ítems en dólares, como las pantallas. Digamos que la inversión final rondaría el millón y medio de dólares. Ojo, si yo tendría que hablar de los costos desde cero sería otra la cifra; porque, por ejemplo, el hidráulico ya lo tenía por el primer Stravaganza, pero si tendría que comprarlo ahora estaríamos hablando de una producción total de tres millones de dólares.
–Otro de los riesgos que entraña este festejo de Stravaganza es la cantidad de gente involucrada en el show, dentro y fuera del escenario. ¿Cuál es el protocolo establecido y qué pasaría si de repente un integrante del staff resultara positivo de Covid?
–En todas mis compañías, durante estos dos años de pandemia, impuse los testeos. Además hablo con todos, en forma general e individual, para que cada uno se cuide y así nos cuidamos entre todos porque en un espectáculo tan numeroso lo que afecta a uno, afecta a todos, esto está clarísimo. Pero si llega a haber un caso positivo dentro del elenco, a continuación nos testearemos todos y haremos lo que haya que hacer: si corresponde parar, lo haremos y si podemos seguir igual, continuaremos con las funciones. Yo creo que, ante un caso así, habría que seguir igual porque parar sería un desastre. No se puede volver a cerrar todo, tenemos que adaptarnos a esta nueva normalidad sin dejar de producir. Desde ya exijo que en mi elenco todos estén vacunados. Yo soy responsable y exijo que los demás también lo sean. Todos los ensayos los hicimos con barbijos y siempre tratamos de no estar amontonados.
–Así las cosas, estrenar Stravaganza este verano, en medio de la pandemia y de la difícil situación económica actual, ¿es un acto de fe?
–Sí, no parece un acto racional, lo acepto, sino más bien un acto de fe. Creo que hay que seguir trabajando sea como sea, con esta realidad que nos tocó, si no, todo se va al carajo. Hay que apostar siempre a lo mejor, por más que parezca irracional. Ojalá que esta sea una temporada brutal, yo, por mi parte, le pongo todas las fichas. Es más, lo decreto ahora adelante tuyo: esta va a ser increíblemente exitosa porque lo merecemos por todo lo que trabajamos y porque sé que el público no me va a dar vuelta la cara. Lo presiento, lo deseo y lo decreto.
Un amor y una decisión
–Al comienzo de la nota, al pasar, te referiste a tu novio, ¿participa de alguna manera en el proyecto?
–Me aguanta, que no es poco (risas). Él no tiene nada que ver con el medio. Hace un año que estoy con él y estamos ante un gran cambio: o uno de los dos deja su actividad o nos tenemos que separar por tres meses. Estábamos conviviendo y ahora no sé qué va a pasar porque está claro que por la temporada yo voy a tener que estar siempre en Carlos Paz. Lo de ambos es muy importante, pero yo no puedo dejar lo mío porque le doy trabajo a un montón de gente. Por eso estoy tratando de que él deje lo suyo, veremos. Él está intentando conseguir un permiso porque no se quiere separar de nosotros, además ama a Dionisio y Dionisio lo ama a él.
–¿Él pertenece a una fuerza de seguridad?
–Sí, primero fue militar y luego policía. No quiero hablar mucho de esto porque no quiero que se enoje, es parte de su privacidad. Pero él tiene que entender que mi profesión es parte del combo y tomar una decisión al respecto.
–¿No lo supo desde un principio?
–No, pobre, no sabía con quién salía.
–¿Cómo que no lo sabía? ¿Dónde vivía? ¿Cómo se conocieron?
–Nos conocimos por las redes. El tema es que es mucho más joven que yo, tiene 22 años, y salió de un campo de Entre Rios a los 17 para entrar al Ejército, donde se quedó hasta que me conoció a mí hace un año. Ahí justo se cambió de fuerza. Entonces es como que siempre vivió en una burbuja. Él no sabía quién era yo, había vivido la mayor parte de su vida en el campo, como parte de una familia especial donde no la pasó bien. Luego, ya en el Ejército, los fines de semana su recreo era tomar mate o ir a una placita que quedaba a dos cuadras del destacamento. Hace unos días, cuando hicimos una fiesta por los 10 años de Stravaganza en el hotel Hilton, cantó Nacha Guevara y él me preguntó: ¿esta señora es una figura? No es un tonto, simplemente no conoce a nadie, como si viniera de otro mundo.
–¿Eso es lo que te atrapó de él, que no te ve como a una figura?
–Sí, eso me encanta y que no esté interesado por el foco de las cámaras, también. No le da ninguna importancia a lo que soy como artista ni a mi fama. Otras parejas mías eran como liebres, quedaban encandiladas por las luces, pero él no. Lo amo por eso.
–Ahora, acompañado por él, ¿te animarías a ser padre por segunda vez?
–Y sí, él es más joven, va a poder levantarlo más que yo (risas). Tanto él como Dionisio me dan todo lo que necesito para tener fuerzas. A mí me daba miedo lo de tener otro hijo porque viste que al comienzo de la pandemia la gente te tacleaba por un papel higiénico en el supermercado. Entonces, yo me preguntaba: ¿qué va a pasar de ahora en más? ¿Empezarán a aparecer zombis? Y me respondía: al menos con un solo hijo sé que lo voy a poder proteger. Pero ahora, con la llegada de mi novio y toda esta nueva energía, a mí también se me cambió la cabeza y digo: ¿por qué no? Tal vez Dionisio sea alguien que haga bien para este mundo, y si yo tengo otro chico y lo crio bien como lo estoy criando a Dionisio puede llegar a ser otra personita de bien para este mundo. En el medio de la pandemia veía todo lo negativo, ahora veo todo lo positivo. Hoy entiendo que, mientras tengamos vida, hay que seguir adelante y hacer, hacer y hacer. Por eso es que yo, por más que a veces termino muerto de trabajar a las 3 de la mañana y luego me tengo que levantar a las 7, ahora le agradezco a Dios y al universo estar vivo y hacer lo que hago.
–Por último, ¿Stravaganza es tu legado? ¿Es por lo que quisieras ser recordado?
–No, quisiera ser recordado por buena gente más que por un espectáculo. Si bien Stravaganza puede llegar a quedar en la historia del espectáculo nacional, prefiero que digan Flavio Mendoza hizo algo por el otro. Creo que a este mundo no venimos solo para hacer cosas para uno sino para los demás. Y yo creo que las hago. Mi ideal sería que dijesen: “Era un buen tipo y qué lindo lo que hacía”. Y que mi hijo sienta orgullo de mí y diga: “¡Qué buen padre que tuve!”. Eso es lo importante, lo demás es pura frivolidad.
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