FIBA: por 10 días las artes escénicas intentarán contagiar al público de una energía vital y poética
El encuentro internacional que comienza el viernes agrupa a propuestas internacionales y locales en la que conviven lo presencial con obras en espacios públicos o de realidad virtual
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El viernes, comienza una nueva edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), que organiza el Gobierno porteño. Durante 10 días habrá unas 275 funciones y actividades entre las que se cuentan 35 producciones y coproducciones internacionales, más de 120 proyectos nacionales entre estrenos y reposiciones, y la presencia de 1100 artistas que trabajarán en 45 sedes desparramadas por la ciudad.
Desde 1997, el FIBA ha tenido varios capítulos. Durante la primera década, cuando era bianual y se realizaba en otoño, supo ser el gran encuentro del teatro, la danza, la músicas y las artes visuales de la ciudad. Por allí pasaron las grandes compañías europeas, montajes de creadores claves del siglo pasado y propuestas de corte contemporáneo llegados de distintos continentes. El rito contaba con la complicidad de un público que llenaba las salas. Claro que los festivales son organismos vivos en constante reformulación y, con los años, por motivos curatoriales, económicos y/o de gestión cultural fue perdiendo la fuerza real y simbólica construida y fue perdiendo público. Durante la actual gestión, el festival pasó a ocupar la agenda de finales de febrero y principios de marzo y pasó a realizarse todos los años replicando el modelo de los festivales de verano. Apelando a grandes eventos en la calle, cuya mejor versión fue Maratón Abasto, de 2019; recuperó parte del público perdido. Luego, tema no menor, tuvo que sobreponerse a la pandemia. De hecho, el actual fue gestado en medio de ese mapa de incertidumbre.
La edición que se inicia el viernes es fruto del corrimiento que, por necesidades y urgencias extremadas durante la cuarentena, se produjo hacia los formas audiovisuales en ese famoso modo híbrido que desplegará sus múltiples formas hasta el 5 de marzo. De hacer foco en las programación internacional conviven los modos presenciales (mayoritariamente, propuestas con no más de dos intérpretes), con obras en el espacio público, de realidad virtual o de tipo inmersivas. Desde otra perspectiva, en base a información oficial, el FIBA 2022 cuenta con un presupuesto de 30 millones. El del año pasado, tuvo el mismo monto de inversión y, el anterior, 60 millones. O sea, inflación mediante, la inversión en estos tres años para el mayor festival porteño realizado con dineros públicos ha decrecido.
Federico Irazábal, director artístico del encuentro, reflexiona sobre lo que implicó diseñar este festival en tiempos tan cambiantes. “El mayor desafío de esta edición pensada en pandemia, pero presuponiendo que iba a realizarse en un contexto de apertura para las artes escénicas, era cómo articular y garantizar (con todos los cuidados necesarios para los artistas y el público) un festival que ante cualquier circunstancia compleja en otros países no se viera tan afectado. Por eso era tan importante para mí tener un programa híbrido en su estructura, que alternara proyectos analógico/presenciales y otros virtuales. No únicamente porque creo realmente que seguir pensando en esos cruces de lo escénico y lo tecnológico es importante, sino también como modo de garantizar tener un programa internacional en el que no se dependiera cien por ciento de una apertura plena de fronteras”, explica a LA NACION.
En este marco, se generaron proyectos que pudieran igualmente ser estrenados sin necesidad de viajes, otros que fueran en la línea de creaciones originales, junto a otros que implican el viaje de toda una compañía con su lógico vértigo, controles sanitarios y todos sus protocolos. Pero, claro, las aguas son movedizas. De hecho, el espectáculo español Habrás de ir a la guerra que comienza hoy, que debía debutar el sábado, no podrá hacerlo por casos de Covid-19 en su elenco. “El mayor desafío fue entender que, a las dificultades habituales de un festival escénico, se le suma todavía ese control sanitario que aun se pide y es tan importante en términos de salud según entienden las autoridades -amplía Irazábal-. Fuera de eso tan coyuntural, diría que el otro desafío es que estamos en un momento de muchos cambios en lo que hace a los lenguajes escénicos, de mucho análisis crítico sobre la relación con la tecnología y también acerca de la internacionalización del sector y las lógicas de funcionamiento de los festivales, que también requiere de una apertura para comprender esos cambios y poner a FIBA en sintonía con aquellos que creemos necesarios”.
La franja de programación internacional refleja ese mapa de situación, de tensiones, de búsquedas diversas. Desde Italia, por ejemplo, figura Glory Wall en el cual el director Leonardo Manzan aborda el tema de la censura. Apenas toma asiento, el público se enfrentará a la primera provocación: una pared que lo separa del escenario. En esa pared hay agujeros, los llamados glory holes, tan vinculados a ciertas prácticas sexuales. Claro que, esta vez, desde esos “gloriosos agujeros” emergen brazos, partes del cuerpo y objetos. Nacido en Roma en 1992, por esta obra Manzan obtuvo la Bienal de Teatro 2020. En aquella oportunidad, el jurado aseguró: “Manzan juega de una manera muy inteligente, irónica y humorística con las ideas de censurarse a uno mismo, a los demás y la importancia cada vez menor del teatro. Usar el muro como metáfora no solo de la separación entre el escenario y el público, sino también como símbolo de la separación de ideas, países y personas en general. La forma en que juega en esta pared es radical, consistente y formalmente muy imaginativa, creando imágenes y escenas que resonarán durante mucho tiempo, interactuando con los espectadores a través de pequeños agujeros”.
De Chile, una de las obras que llega es Reminiscencia, escrita y dirigida por Mauro “Malicho” Vaca Valenzuela que se presentó el año pasado en el marco de la última edición del FIBA en el que prevalecieron, lógicamente, los trabajos pensados para la pantalla. En esa propuesta el joven creador se valía de imágenes propias de su mundo cercano (su casa, sus abuelos, el barrio de Bellavista, de Santiago) con imágenes captadas por Google Earth en un atrapante proyecto de streaming en vivo sobre la memoria colectiva. Ahora, todo ese universo evocativo se trasladará a una experiencia presencial a cargo de este notable creador de una sensibilidad única.
De Francia, una de las obras que se presentará Le Scriptographe, de la compañía Théâtre de la Massue. Debajo de una mesa larga, un titiritero. Alrededor de la mesa, seis escritores. Durante veinte minutos, el titiritero improvisa e inspira a los escritores. leyéndolos a la audiencia. La propuesta la dirige Ezequiel García-Romeu quien se dedica a la adaptación de obras literarias, el arte de títeres y la escenografía. Y la interpretación estará a cargo del mismo creador o del cordobés Javier Swedzky quien se formó en nuestro país y que ha tenido una amplia trayectoria en la escena europea. De España, llega The Very Last Northern White Rhino, una propuesta coreográfica de Gastón Core. El punto de partida es el relato del periodista del diario The New York Times, Sam Anderson, quien al saber de la muerte del último macho de rinocerontes blancos, viajó a Kenia para narrar la vida de las dos últimas supervivientes. Esa imagen de esos dos animales frente a un destino fatal lo llevó realizar esta propuesta en la que celebra la vida mediante la danza.
En este abanico de posibilidades definido por mixtura, desde Canadá se presentará Her Body as Words / Su cuerpo como palabras. Se trata de un material audiovisual y el audio se bajará por un código QR al teléfono celular de cada uno de los espectadores. La instalación sonora y fílmica de la directora Peggy Baker, fragmenta y dispara las nociones de identidad femenina expresadas por nueve artistas canadienses de la danza que ofrecen representaciones sobre temas raciales, de género, sobre la discapacidad o el envejecimiento que se proyectarán en las pantallas del teatro Metropolitan Sura.
En Ceci est une rencontre / Esto es un encuentro, de Suiza/Argentina, habrá seis bailarines de un lado de la Compañía de Danza de la UNA y seis músicos del otro. La “hoja de ruta” como el destino escénico estará definido por el capricho de un sorteo antes de cada función. En cada cruce habrá un esfuerzo de escucha, de construcción común, de entrelazar historias en un momento efímero e irrepetible. Se trata de una creación de la bailarina y coreógrafa suiza Marthe Krummenacher, quien trabajó como bailarina en las compañías NDT2, Forsythe Company, Cindy Van Acker, Pierre Pontvianne y con la argentina Noemí Lapzeson (de hecho, fue bailarina de unas de las obras que presentó esta coreógrafa que se instaló en Suiza y que murió en 2018).
Un exponente del formato de lo virtual llegará con I am (VR) / Soy yo (Realidad virtual), de Alemania. Se trata de una instalación que invita a explorar nuevas dimensiones teatrales inmersivas. Utilizando un dispositivo VR, los espectadores estarán invitados a adentrarse en un mundo virtual. Luego de pasar por varios escenarios que aumentan la conciencia de esta nueva realidad, será hora de encontrarse con el oráculo. Lo dirigen Susanne Kennedy, Markus Selg y Rodrik Biersteker.
Y en el marco de acuerdo de un lado y del otro del Atlántico, se producirá el estreno nacional de Teatro de excepción, una producción de Emilia Romagna Teatro Fondazione, de Italia, del director, dramaturgo y actor argentino Lisandro Rodríguez que se divide en cuatro “microdramas”. “El estado de excepción es un régimen que declara un Gobierno en situaciones especiales. La forma legal de aquello que no puede tener forma legal. ¿Dónde buscamos la teatralidad para este nuevo mundo?”, se pregunta el talentoso creador que, a contramano de otras propuestas, contará con el elenco italiano que formó parte del proceso creativo y del estreno mundial de este ambicioso proyecto.
La mixtura en las propuestas locales
En esa misma línea de lo diverso, la programación nacional también se despliega su modo híbrido, de mixtura. En este mapa de búsquedas escénicas el artista interdisciplinario jujeño Tiziano Cruz, quien ya pasó por la Bienal de Arte Joven de 2019, hará un trabajo que recorrerá la avenida Corrientes a la altura del Once para terminar en el Centro Cultural Rojas. La propuesta se llama Soliloquio (me desperté y golpeé mi cabeza contra la pared). “Salí de mi casa huyendo de la pobreza y de la violencia, he dejado absolutamente todo para pertenecer, me he dejado violar por las instituciones del poder”, afirma Tiziano en su redes como modo de presentar este trabajo pensado para el espacio urbano. En otro extremo de la avenida Corrientes, en el Cementerio de la Chacarita, la actriz y directora Analía Couceyro presentará Nada de carne sobre nosotras. En este caso, las actrices y actores guías sirven como médiums para las voces de los relatos de Mariana Enríquez, referente del género de terror, en los que lo siniestro se filtra en situaciones cotidianas mientras se circula por el cementerio.
Mientras tanto, en salas, la bailarina y coreógrafa Marina Otero, luego del éxito de Fuck me, estrenará Love me. O Lorena Vega presentará Precoz, con Julieta Díaz y Tomás Wicz dándole vida un texto de Ariana Harwicz. Paralelamente, se presentarán dos montajes icónicos del teatro independiente porteño: La omisión de la familia Coleman, la creación de Claudio Tolcachir que cumple 16 años de su estreno; y una nueva versión Open house, una potente creación de Daniel Veronese que estrenada hace dos décadas que, en su momento, el director les había propuesto al elenco cumplir el rito de hacer una función semanal por el resto de la vida (así de poético, así de efímero). En esto de las mutaciones, habrá una versión presencial de Pablo Rotemberg, lecture on nothing después de que este trabajo perfomático de este notable coreógrafo haya transitado su ruta bajo el formato audiovisual. Entre otras tantas actividades, habrá otra edición del FIBITA y la escena de la vanguardia nipona estará disponible para ver en la Red.
El primer pase del partido
El acto de apertura del FIBA de este año será este viernes, desde las 21, con una acción musical/performática en la esquina de Florida y Lavalle; a lo largo de esa peatonal hasta la avenida Córdoba. Se presentará la banda de improvisación rítmica La Grande intervenido por diferentes referentes de la escena local como Mike Amigorena, Muriel Santa Ana, Alejandra Radano y Carlos Casella, entre otros. Cerrará el domingo 6, a la noche, con Requiem, la última cinta del grupo Krapp, en la que compañía argentina con 21 años de trayectoria presentará una antología de canciones de su obras en clave de concierto performático. Ese gran comienzo durará cuatro horas.
Desde el viernes, durante 10 días, las artes escénicas intentarán tomarse revancha de estos tiempos tan complejos.
Datos para agendar
Las entradas son gratuitas, con reserva previa online. La reserva se realiza en la web de Vivamos Cultura, dos días antes de cada espectáculo, desde las 14. Se podrá reservar una entrada por persona. Algunas funciones no permitirán el ingreso comenzada la función y no estará permitido incorporarse a los recorridos que salen desde un punto inicial una vez que se movilizaron. Para no perderse en el camino, en la misma página figura detallada toda la programación, con día y hora de cada función, del Festival Internacional de Buenos Aires.
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