FIBA: la cuarentena inesperada de la francesa Séverine Fontaine en el Barrio 31
En la programación del festival de teatro, danza, música y artes visuales conviven las experiencias de modo hibrido junto a los presenciales, como la que presentará la artista gala junto a artistas del barrio.
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Hoy comienza una nueva edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) que organiza el ministerio de Cultura de la Ciudad. Este año, el encuentro dedicado al teatro, la danza, la música y las artes visuales la pandemia lo ha influido de tal manera que, con cierta liviandad, se podría decir que la pandemia como tal se ha transformado en una especie de categoría curatorial que termina definiendo el modelo de gestión de este tipo de encuentros. Tan profunda es la incidencia de estos tiempos de coronavirus que en esta edición del FIBA –que culminará el domingo 7– la apertura formal será esta noche bajo una de las tantas fórmulas del autoteatro que diseñó el escenógrafo italiano Emanuele Sinisi y que denominó Dispositivo Pandemic Theatre.
A diferencia de aquellas jornadas inaugurales que, fuese por motivos curatoriales o por económicos, estaban a cargo de compañías de fama mundial que se presentaban en la sala mayor del Teatro San Martín o las versiones de apertura dominadas por los juegos artificiales en el espacio público, a la función de esta noche de Comizi d’amore, en Punta Carrasco, solamente podrán ingresar 25 autos, con un máximo de cien personas (y también quienes se conecten a la página Vivamos Cultura). Es tan radical la incidencia de la pandemia en el armado del festival que dirige artísticamente Federico Irazábal que, como los mismos gestores lo reconocieron en la presentación del FIBA que se realizó el lunes, solamente una artista extranjera está en Buenos Aires. El resto está en manos de lo virtual, de lo tecnológico, del modo híbrido.
La francesa Séverine Fontaine es la que rompe con la regla de la virtualidad. Su historia está plagada de viajes interrumpidos, violentamente, por una cuarentena inesperada. Séverine es actriz (aunque también estudió música, danza, cine). De a poco su camino se fue definiendo por lo multidisciplinario con instalaciones lumínicas monumentales compuestas por lámparas y bombitas antropomorfas. A partir de 2015, trabaja en Montreal sobre los conflictos interculturales. De esa experiencia quebequense surge el proyecto Resiliencia, el montaje que presentará desde el lunes en el Barrio 31 como parte de la programación del FIBA.
Su primer encuentro con la Argentina fue hace tres años cuando, mochila al hombro, se vino a recorrer sola el Norte del país hasta llegar a Perú. Así fue como pasó del duro invierno en Montreal, en donde estaba viviendo, al calor andino sudamericano. Esa experiencia, reconoce en un alto del ensayo que realiza en la Usina del Arte, como algo muy fuerte en lo que hace a su experiencia de vida. Volvió luego de haber aplicado para hacer una investigación artística de tres meses que presentaron como un trabajo en proceso en el FIBA del año pasado y que ahora desplegará sus formas en la terraza del Ministerio de Educación ubicado en el Barrio 31.
“Resiliencia es como una fábula de una niña blanca, como yo, que va hacia el encuentro del otro, hacia otra realidad, hacia otro tipo de vida”, cuenta Séverine. En ese tránsito conoció a Guillermo Chapor, pianista de la obra, quien vive en la 31 y quien se convirtió en una pieza clave de todo este proceso. Todo iba tomando forma hasta que se desató la pandemia, y la cuarentena que le impidió volver a transitar las calles del barrio. “Me mudé a una mansión de Barrio Parque ubicada del otro lado de la villa –cuenta apasionada su propio tránsito–. Lo cual hizo que profundizara mi mirada sobre esos dos contextos sociales tan disímiles y tan cercanos espacialmente el uno del otro. Cuando la pandemia aflojó, recién pude volver a la villa”.
–¿Cómo es ese cruzar a diario de Barrio Parque a la 31, cómo se procesa ese tránsito?
–Es muy violento, sin dudas. Durante los meses más duros de la pandemia no fui a la casa de Guillermo y cuando volví fue todavía más violento el choque entre esos dos mundos. En lo personal, me encanta circular por la villa, me siento como en otro país, me conecta con una energía totalmente distinta. Reconozco que me da pena que la gente del otro lado de la ciudad no conozca la 31, por eso presento Resiliencia en la villa. Lamentablemente, el imaginario sobre el barrio está ligado a la violencia, a la cosa negativa, al miedo; pero la mayoría de lo que sucede ahí está atravesada por una gran riqueza cultural, de convivencia de tradiciones. Por eso quiero invitar a la gente a que conozca eso teniendo en cuenta el complejo contexto cultural, económico y sanitario que vive el barrio. Para mí es una forma de viaje dentro de la misma ciudad, de dialogar con lo diferente, de crear puentes entre unos y otros. Soy consciente de mi privilegio por ser blanca, francesa y europea. No voy a negarlo. Pero aprendí en todo este camino iniciático mi condicionamiento dominante. Porque mi condición también es pensar y producir artísticamente hechos dominantes, por eso encaré este proyecto. Fue mi manera de aprender a desaprender, a quedarme callada, a no decir nada.
–Hace unos años, en el FIBA, se presentó un trabajo llamado La ciudad de la luz que también tuvo lugar en el Barrio 31. Reconozco que, como espectador, en varios momentos me sentí con la incómoda sensación de estar haciendo una visita guiada por ese barrio estigmatizado, de estar invadiendo. ¿No te da temor que suceda algo así?
–Entiendo lo que decís. Nosotros tuvimos una larga conversación con la gente del FIBA y con el ministro de Integración para pensar cómo la gente iría a ver la obra. Con Guillermo nos propusimos trabajar en actividades conectadas a la obra y con los vecinos. Muchos de ellos tienen la intención de crear una especie de agencia de turismo para el barrio. Ya usar el término ”turismo” me parece un poco peligroso, aunque entienda la intención que es buena; hace falta un trabajo profundo para instrumentar algo así.
Resiliencia, un cuento iniciático urbano, contemporáneo, visual y sonoro que va lo íntimo a lo político, se presentará desde el lunes hasta el viernes, a las 19. El punto de partida es la llamada Torre de los Ingleses, de Retiro. Allí un grupo de vecinos acompañará en grupos reducidos de espectadores hasta el edificio del nuevo Ministerio de Educación del gobierno porteño. La apuesta de ese caminata es recrear el asombro de la primera vez que Séverine Fontaine transitó por el barrio acompañada por Guillermo, diseñador de calzados y de zapatillas ligadas al mundo del rap y del hip hop. En la puerta del nuevo edificio estatal habrá comida típica de las distintas comunidades que viven allí. Luego la acción se traslada al tercer piso, a la terraza en la que la creadora posa para las fotos. En la primera parte de Resiliencia, Séverine estará junto a una niña francoargentina de 8 años, casi su alter ego. A la segunda parte se suman los músicos del barrio y despliegan esta especie de fábula en clave de teatro musical conformado por artistas del barrio (más una cantante mapuche que conoció en un viaje por el sur argentino). La tercera parte refiere al mundo de lo invisible, “a lo que está del otro lado del espejo, los espíritus”. Alrededor de un espacio circular habrá otras tres mujeres de distintas generaciones y nacionalidades. “Termina con algo del orden de lo onírico, de lo sonoro, de lo mágico”, se entusiasma.
–Seguramente, que se realice en la terraza y ya cerca de la noche debe ser parte de la tu búsqueda.
–Sí, aunque reconozco que es tan interesante como complicado presentarlo allí. Complicado porque el edificio del ministerio es un edificio sin alma. Responde a una arquitectura moderna que no tiene nada que ver con el paisaje de la 31. El concepto arquitectónico es muy rico, pero termina siendo algo violento para el barrio. Es triste aunque tiene algo muy interesante: es el ministerio de Educación, y funciona ahí una escuela; pero no dialoga con el barrio. Lo interesante es la vista de la villa y de la ciudad, como una imagen de dos mundos. En esto de crear puentes queremos invitar a que vaya también la gente del barrio, queremos que esos dos mundos sean observados por sus diversos habitantes. Me gusta desde siempre adaptarme a la escenografía natural, al lugar.
Y cierra los ojos como evocando esas visuales desde el tercer piso mientras la ciudad, o las varias ciudades divididas por muros reales e invisibles, va prendiendo sus luces.
Los internacionales de los primeros días del festival
El primer día del Festival Internacional del Buenos Aires propone 14 montajes para todos los públicos en lo que hace a la franja de Fibita, obras nacionales e internacionales. A las 15, por la plataforma de Vivamos Cultura, se podrá acceder a la primera entrega de Malú a mil, del chileno Néstor Cantillana. A las 17.30, por la misma plataforma, se presentará Explore el Jardín de los Cárpatos, trabajo español que indaga el fenómeno del turismo en Barcelona. A las 21 será la función de apertura formal con Comizi d’amore, la propuesta italiana a la que se accede también por la plataforma del festival ya que las entradas para los 25 autos ya se agotaron.
Mañana, sábado, entre las propuestas internacionales se suma el primer capítulo de Santa Estasi, de Italia. Ira a las 19, por Vivamos Cultura. También se puede acceder al segundo encuentro de Virtual Crossings, un trabajo coreográfico coreográfico generado tanto en Ginebra como Buenos Aires que se presenta en el Cultural San Martín. O el domingo, a las 20, por Vivamos Cultura, se podrá ver Chau, Europa, el trabajo creador por el argentino Gerardo Nauman en Suiza.
Datos útiles para el espectador
Durante 10 días el FIBA propone más de 250 propuestas para grandes y chicos ya que esta vez se sumó a su programación el Fibita. Serán más de 1400 artistas en 31 sedes y a través de diferentes plataformas virtuales. Las entradas son gratuitas y con reserva previa online, desde 48 horas antes de cada espectáculo, en la página de Festivales del gobierno porteño. Se podrá reservar una entrada por persona para cada función. Todos los eventos que forman parte de la programación en la plataforma Vivamos Cultura pueden ser disfrutados libremente sin necesidad de reservar, igual que los eventos transmitidos por YouTube Live.
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