FIBA: Donde empiezan las cosas que son importantes II, intenso trabajo de Fernando Rubio

★★★★ Autoría y dirección: Fernando Rubio. Performers: Horacio Banega, Pablo Gasloli, Nayla Pose, Fernando Rubio, Sebastián Schachtel. Diseño sonoro: Sebastián Schachtel. Dirección de fotografía: Diego Poleri. Edición: Andrés Proaño. Iluminación: Lucía Feijoo, Adrián Grimozzi. Realización en rodaje: Santiago Rey. Producción y asistencia de dirección: Ana D’Orta. Sala: Sarmiento, Av. Sarmiento 2715. Funciones: hoy y mañana, a las 17. Duración: 120 minutos

Al cabo de los años la actividad del autor y director Fernando Rubio ha tenido algunas transformaciones notables que han derivado en la necesidad de investigar distintos espacios escénicos y, sobre todo, alimentó una necesidad especial, no ya por el trabajo especifico de los actores, sino por la recepción de los espectadores. Y un poco más allá ha ido adentrándose en el mundo individual de ellos para hacerlos formar parte de sus procesos de creación.

En esta nueva experiencia aparece un muy inquietante punto de partida: la muerte de un ser querido despierta una emoción particular y ella arrastra el recuerdo de un sin número de acontecimientos que formaron parte de una historia personal. Y aparece una pregunta, más inquietante aún, que podría sintetizarse en, ¿cuál fue el momento más importante de tu vida? Sobre el escenario del teatro Sarmiento aparecerán proyectadas una serie de entrevistas realizadas a personas de distintos sexos y generaciones. Mientras las respuestas fluyen y provocan los más diversos estados emocionales de la platea, cada espectador no hace más que reflexionar internamente sobre cuál fue el suyo y, entre lo que se dice a cámara, y lo que cada persona del público piensa en sus butacas se produce una energía muy singular que invade la sala.

El último de los testimonios que aparece sobre el escenario es del actor y director Luciano Suardi. El creador recuerda un momento determinante para su carrera. Cuando vio una compañía teatral en la plaza de su ciudad natal. Una función que despertó su vocación e hizo luego que necesitara trasladarse a Buenos Aires para poder desarrollarse profesionalmente.

El dato no es menor. Obliga a reposicionarse. Estamos en un teatro y aquí se mezclan unas historias que disparan otras y que, en tanto integrantes del público, nos ayudan a crecer como personas.

Inesperadamente el maestro Horacio Banega, filósofo y performer vestido cual si fuera un carnicero, subirá a escena y reflexionará sobre la condición humana y hará hincapié en el pensamiento de algunos filósofos que analizaron y fueron determinantes en eso, el devenir de una historia que nos ha condicionado hasta el momento actual. Es interesante lo que sucede después de ese instante. Extrañamente su discurso no obligará a detenerse en esas palabras, aunque si queden resonando con cierta fuerza. Cada espectador, seguramente, volverá a detenerse en su memoria individual. Porque allí encontrará muchas más respuestas que le posibilitarán seguir afirmando su personalidad.

El desarrollo de este proyecto no está finalizado. Lo explica el mismo creador y director. A él se irán sumando más y más testimonios (durante la función cinco espectadores subieron al escenario a contar lo suyo). Y seguramente terminará construyendo con ellos una memoria de época, en este caso audiovisual. Algo similar hizo en su momento con Hablar. La memoria del mundo donde construyó una dramaturgia fotográfica que reunió luego en un libro.

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