Festival Internacional de Buenos Aires: más de 43.000 personas participaron de su edición 2024
Se destacó la obra de la francesa Phia Ménard, así como también algunas de las propuestas de creadores argentinos; el encuentro escénico no llegó a modificar el ritmo de la cartelera
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Este domingo culminó una nueva edición del Festival Internacional de Buenos Aires, FIBA, que desde 1997 organiza el gobierno porteño. Lo vieron, según información oficial, más de 43.000 personas. Se lo anunció como “el teatro del mundo” en la ciudad con la participación de más de 1000 artistas, 20 obras internacionales y 40 nacionales en más de 40 espacios distribuidos por todo Buenos Aires a lo largo de 10 días.
Como muestra de esa diversidad, la edición 2024 se abrió con una performance site specific de un creador que vive en Berlín, cuya versión local navegó aguas arriba del Riachuelo. Durante la tarde, en Villa Urquiza, en esa misma jornada se presentó una obra internacional que revisitó Muerte en Venecia, el texto de Tomas Man. Y, por la noche, hubo danza contemporánea en el Parque Centenario. A partir de ese momento, se activó el mayor encuentro escénico de la ciudad cuya dirección artística depende del crítico Federico Irazábal.
Como viene sucediendo desde sus inicios, el FIBA cuenta con diferentes secciones: la compuesta por obras internacionales, la programación local elegida por concurso, las coproducciones, la pensada para público de todas las edades y la que aporta el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA). Este año se sumó una franja destinada al cruce de teatro y cine y otra armada por las mismas alternativas porteñas. Durante buena parte de las primeras ediciones, la franja dedicada a creadores y grupos extranjeros fue siempre la que más atraía la atención del público. Pasaron por allí creadores fundamentales de la escena del mundo como otros más desconocidos que dejaron su huella.
Ante la ausencia de las grandes temporadas internacionales en los teatros públicos, el FIBA ocupó ese lugar vital de abrir el imaginario a lo que sucede en otros teatros del mundo. Por motivos vinculados con gestión, decisiones curatoriales y/o temas presupuestarios, esa franja fue perdiendo al público cautivo del FIBA que adquiría sus localidades apenas salían a la venta y que terminaban llenando las salas. En paralelo, empezaron a llegar a los escenarios porteños propuestas extranjeras que desarrollan líneas de trabajo que algunos creadores locales vienen indagando con resultados más contundentes. En ese tránsito, claro, siempre aparecían esas joyitas que tanto se agradecen.
Eso ha generado que la sección de creadores locales coproducidos por el FIBA vaya adquiriendo mayor protagonismo. El festival que acaba de culminar contó con 15 montajes a cargo de creadores como Luciana Acuña, Dennis Smith y Mariana Chaud, entre otros. Entre los trabajos presenciados por LA NACIÓN se destacaron propuestas muy diversas entre sí como Telo, proyecto creado y curado por Zoilo Garcés y Jorge Eiro que se desarrolló en un hotel alojamiento de Flores; Tres pozos, del dramaturgo, director y cineasta Marco Canale junto con el director español Miguel Oyarzun y con Amanda Solano, Andrés Fermín y Pedro Rey, de la comunidad wichi chaqueña; Veneno, del bailarín y coreógrafo Juan Onofri Barbato, que se presentó en la Fundación Andreani, y Posguerra, el espectáculo de Melisa Zulberti que se presentó en el pasado verano europeo en la Bienal de Danza de Venecia y que se estrenó en la sala Villa Villa, del Centro Cultural Recoleta, frente a una platea llena. Es de esperar que estas propuestas puedan gestionar la manera de volver a la cartelera porteña.
Mas allá de apreciaciones subjetivas sobre lo programación de FIBA, hay aspectos sumamente llamativos ligados a la gestión del mismo encuentro escénico. El anuncio del festival fue a principios de este mes en la sala Casacuberta, del Teatro San Martín. Sin embargo, la información a la página oficial se la volcó luego de varios días. Una vez cargado ese material, la data de cada obra fue sumamente escueta. El hecho no es menor. El FIBA, en lo que hace a su programación internacional, ya no convoca a esos grandes nombres de la escena mundial ante los cuales hay un público cautivo que sabe de ellos. Por lo cual se torna necesario facilitar información más precisa sobre los espectáculos elegidos y sobre las búsquedas de sus creadores. Si a esto se le suma una escasa campaña promocional los efectos son previsibles.
En la primera jornada del FIBA, por ejemplo, se presentó en el Cultural 25 de Mayo Muerte en Venecia (Interpretación libre de un diálogo entre miradas), de Italia. Aunque el valor de la entrada para las obras internacionales era sumamente accesible, estuvo ocupada alrededor de la mitad de la sala. Por la noche, el epicentro fue el auditorio del Parque Centenario en donde se presentó el primero de los tres montajes de la compañía de danza contemporánea Spellbound, también de Italia. La asistencia de público no llegó a cubrir la mitad de la capacidad (de hecho, en el material de prensa distribuido por el festival sobre ese espectáculo no hay imágenes de la platea).
A la semana siguiente, el martes pasado, la francesa Phia Ménard debutó en la Martín Coronado, en lo que fue el único montaje extranjero que ocupó esa sala de tanto valor real y simbólico. La tímida respuesta de público para una de las apuestas fuertes del FIBA volvió a hacerse notar. La creadora se presentó en el mismo escenario en el que la noche del reciente domingo el público cubrió la platea y casi todo el pullman para ver El trágico reinado de Eduardo II..., la obra que dirige Alejandro Tantanian que se presentó en el marco del FIBA como una de las obras del Complejo Teatral.
El balance oficial del Festival Internacional de Buenos Aires habla de una gran cantidad de público que asistió al encuentro escénico. “Más de 43.000 personas disfrutaron el festival que contó con 1.000 artistas en 250 eventos, entre funciones y actividades”, afirma la gacetilla. Tomando también datos oficiales del año anterior, cuando todavía el FIBA ocupaba la agenda de verano, aquella vez fueron más de 40.000 personas las que asistieron a una batería de 300 actividades que también se expandieron durante 10 días y que contó con un presupuesto similar al de 2024. El FIBA 2024 fue “un verdadero lujo que tuvimos esta semana y que vamos a potenciar aún más en 2025″, destacó Gabriela Ricardes, ministra de Cultura de la Ciudad, en la información de cierre.
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