Fabián Vena: "En una función tenés momentos casi orgásmicos"
Presenta Conferencia sobre la lluvia, un unipersonal atractivo y minimalista, de Juan Villoro, que cruza el teatro con la literatura
Fabián Vena luce concentrado durante uno de sus últimos ensayos. Está solo arriba del escenario del Teatro Regina, apenas acompañado por un escritorio atestado de libros viejos, una luz suave, y detrás de él, una pantalla donde se proyectan imágenes que acompañan lo que dice su voz. En Conferencia sobre la lluvia, del autor mexicano Juan Villoro, representa a un bibliotecario apasionado por la lectura, encerrado en ese mundo, pero que también repasa sus problemas amorosos, la amistad y los vínculos familiares con una gracia que tiene un fondo de dolor. Una vez en el camarín, pequeño y sin ventanas, el actor descansa y se dispone a la charla, después de tomar un trago de agua.
-En la obra se citan diferentes poetas: Verlaine, Cummings, Neruda y otros. ¿Cuál es tu relación con la poesía?
-La poesía es una de las artes más alucinantes que tenemos. Mi relación es casi directa, al ser actor es imposible no encontrarme con la poesía de la palabra, porque la palabra ya es poesía. Creo que hay algo de la musicalidad, de la simbología, de la interpretación que está alojado ahí. Además, por más que sea una prosa o una obra sea absolutamente naturalista, siempre hay poesía. Definitivamente, los grandes artistas de la actuación son poetas. Me acuerdo que en una época hacía música, tocaba la guitarra y el saxo y pensaba: "¡Qué difícil la improvisación, qué tremendo eso que hacen los músicos de jazz! ¿Cómo puede ser?". Hasta que me di cuenta de que como actor soy músico, que hay una música de las palabras, un pentagrama de los sonidos, los ritmos, las pausas y los silencios. En ese sentido, esta profesión es diversa: podés ser miles de personas diferentes.
-¿Qué te conmovió de la obra?
-En la primera lectura fue la sensibilidad y esa cosa erudita de un mundo que tal vez es inaccesible para el resto de los mortales y que Juan Villoro nos baja a tierra de una forma bella y graciosa. Por otro lado, habla de nosotros mismos aunque no hayamos leído un solo libro en nuestra vida, porque está reflexionando sobre la condición humana. Su texto es tan perfecto que no le corregimos ni una coma. Apenas hicimos una mínima adaptación. Es una obra que no sabés dónde te va a pegar. Dice el protagonista, el bibliotecario: "Me conformo con que alguien sienta y su corazón lata de otro modo. El corazón tiene derecho a una sonrisa".
-¿Cómo es la relación del protagonista con las digresiones y la ruptura de un discurso organizado como, en principio, es una conferencia?
-En primer lugar, la conferencia no puede ser un género más teatral. En segundo lugar interpreto que lo que le interesaba a Villoro es algo muy vinculado con todos nosotros que son los devaneos. Entonces la pregunta es cómo y por qué la mente, sin razón alguna, se va de pronto a cualquier lado. Todo el tiempo pasa eso. Lo que él hace es atribuirles relevancia a esos devaneos y que estos nos lleven a lugares inesperados como le pasa a él. La conferencia termina pareciéndose a una confesión en muchos aspectos, sin embargo no deja de romper el código de la circunstancia que lo tiene atrapado. Es muy rica la posibilidad de irse del hilo de una conversación, de lo que se está relatando y pasar a otro tema que quizás es más interesante. Villoro dice que uno de los motores para escribir la obra fue ese.
-¿Cómo es tu relación con la literatura desde tu infancia?
-Tuve una relación muy amorosa con la literatura. En esta época es más difícil leer porque tengo desparramados distintos trabajos como la escuela, el teatro y ni hablar de la familia. Pero en general me conecto en los momentos de descanso. Por supuesto que es una de mis pasiones. Extraño mucho zambullirme en una novela, que toda la vida sea un estorbo para volver a encontrarte con esas páginas. Que todo sea una pérdida de tiempo en tu vida porque solo querés volver a esas páginas. Es muy fiel mi relación con la literatura, es algo que espero no se termine nunca. Los libros me han aportado mucho desde muy chico, han hecho que se dispare mi imaginación. Recuerdo, por ejemplo, que unos tíos me regalaron, cuando tenía 10 años, Los hijos del capitán Grant de Julio Verne. Todavía lo tengo guardado y cada tanto lo huelo y me lleva a ese niño que yo fui.
-¿Cuál es el sentido de ser actor hoy?
-[Suspira] Hoy y siempre es revelarte quién sos en una suerte de espejo. Mostrarles a todos cómo somos, en qué sociedad vivimos, qué tipo de cultura tenemos, cuáles son nuestros sueños y nuestras frustraciones. Claramente funciona como un receptor, tenemos la obligación y la dicha de ser receptores de todas las sensaciones que nos atraviesan en nuestra cultura y tenemos la obligación de dar cuenta de eso, entre otras cosas.
-¿Te relajás durante una función?
-Tu cuerpo tiene que estar en un estado de disponibilidad. La relajación sirve para sacar la tensión con la que estuviste en el día y aflojarte completamente. Pero es solo el primer paso para la predisposición de tu cuerpo. El cuerpo del actor tiene que estar disponible y eso es posterior al relax. En una función tenés momentos casi orgásmicos. Pero esto que te cuento de los sentimientos de juego y libertad y el placer aparecen en un porcentaje muy pequeño dentro de la cantidad de funciones que uno hace. Todas las demás son trabajadas, transpiradas, son con búsquedas de objetivos. La inspiración y el tocar el cielo con las manos, sí aparece, y cuando pasa eso es increíble. No sabés dónde estás, los textos te vuelan, te pasan por encima como si fueran tuyos. No hacés esfuerzo, todo lo vivís y lo disfrutás. Todo llega al público. Tus compañeros te dicen: "¡Qué función hiciste", y vos no te diste cuenta de nada. En este estado, quizás de 100 funciones no llegás en cinco a esto.
-En relación a tu labor como docente, ¿para qué sirve la técnica teatral?
-Mi apasionamiento por la técnica tiene que ver justamente con la repetición, es decir ¿cómo hacer de nuevo lo mismo si vos no sos el mismo? Sos otro, el tiempo pasó, sos un día más adulto. Entonces la pregunta es hoy cómo estoy, cómo organizo mis ideas para hacer la función. La frescura se conserva con técnica: tenés que estar vivo, tenés que estar cero kilómetro para subirte al escenario. Tenés que estar ahí como nunca estuviste en tu vida, como nunca estuviste en otro lado. A veces estás más en el escenario que en la vida. Yo a veces gasto más la ropa del personaje que la mía propia. Es un viaje que tiene que ver con eso.ß
Conferencia sobre la lluvia
Dirigida por Fabián Vena y José Luis Arias
Domingos, a las 20.30.
Regina, Santa Fe 1235 (4812-5470).
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