Experiencia inolvidable
"4.48 Psicosis" , de Sarah Kane, traducción de Rafael Spregelburd. Intérprete: Leonor Manso. Diseño escenotécnico: Agustín Garbellotto. Luces: Eli Sirlin. Diseño sonoro: Gabriel Barredo. Director: Luciano Cáceres. En ElKafka, Lambaré 860.
Nuestra opinión: muy bueno
Rara vez se ha transmitido, en teatro, con semejante intensidad y tamaña destreza, el horror de la depresión, ese flagelo cada vez más difundido (y más resistente a los tratamientos) en el convulsionado mundo contemporáneo. La sensación de vacío total, de total inutilidad y de fuerzas hostiles imposibles de controlar abre un abismo de terror psíquico que sólo el que lo padece, o lo ha padecido, puede comprender. Para quien está (o cree estar) fuera de su alcance, el monstruo es incomprensible. Pero existe, y sus víctimas son cada vez más numerosas.
Una de ellas, la protagonista de "4.48 Psicosis", no es otra que la propia autora, la inglesa Sarah Kane (1971-1999), nacida en Essex, que en su breve vida conoció la fama, la fortuna y el deambular de un instituto psiquiátrico a otro, en procura de aliviar la angustia existencial que la corroía. Dotada de excepcional talento dramático, estudió teatro en la Universidad de Bristol y logró su máster en la de Birmingham.
Su triunfal carrera comenzó en 1991, cuando los tres monólogos reunidos en "Enfermo" la consagraron la revelación del Festival de Bristol de ese año. De inmediato, el Royal Court de Londres la convirtió en su autora favorita. En 1995, estrena "Blasted" ("Reventado"), a la que sigue, en 1996, "El amor de Fedra"; en 1997, Sarah realiza un film de once minutos, "Piel", y dirige "Wozeck", siempre para el RCT; en 1998, presenta "Crave" ("Ansia") y "Purificado"; en 1999, se ahorcó en la clínica donde la trataban y dejó como testamento esta desgarradora "4.48", que el Royal Court estrenó en 2000. Sarah reconocía como sus inspiradores y maestros a Beckett, Pinter y Edgard Bond ("Salvados").
La hora del lobo
¿Por qué ese título extraño? Aficionados a la estadística, los ingleses han comprobado que esa hora de la madrugada es la más propicia para los suicidios. Cabe recordar que en el film de Ingmar Bergman "La hora del lobo" se afirma que la mayoría de los enfermos mueren en Suecia a las cinco de la mañana, cuando los lobos regresan a sus cubiles tras las correrías nocturnas. Y como antecedente de esta escalofriante pieza de Sarah Kane, hará treinta años que Lía Jelín interpretó admirablemente en los Teatros de San Telmo, "9 B", del alemán Franz-Xavier Kröps, con un tema semejante. Sólo que ahí se trataba de una mujer que vivía sola, volvía del trabajo a su pequeño departamento, ejecutaba todos los rituales domésticos (desvestirse, bañarse, comer algo liviano, prender la televisión, cepillarse el pelo), se acostaba y, sin transición, se tomaba un frasco íntegro de pastillas para dormir.
La protagonista de "4.48" aparece ya internada en una clínica. Narra su historia, se burla de su propia condición y de quienes intentan rescatarla del remolino de horror en que se ahoga: sabe de memoria cuántos miligramos le harán tragar de qué fármacos, las preguntas que le formularán, los consejos, las técnicas que utilizarán para controlarla y tranquilizarla. Todo será inútil, porque ella está decidida a morir para terminar de una vez con su calvario. Y muere en escena, en un paroxismo de exaltación que no desdeña una cuota de ternura y hasta de humor, si cabe.
En una imaginativa, sobria puesta del talentoso Luciano Cáceres, y con una excelente traducción de Rafael Spregelburd, Leonor Manso hace una interpretación magnífica, comprometida hasta las fibras más íntimas, de esa mujer inteligente, irónica, lúcida hasta el final, que rechaza la compasión ajena y, sobre todo, la autocompasión. Trabajo de una intensidad conmovedora, llevada al límite de lo soportable. La luz y la banda sonora contribuyen a crear el clima de pesadilla, de infierno que ofrece una sola salida hacia el descanso anhelado. Una experiencia inolvidable.
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